El diseño inteligente en su versión seria y positiva
El diseño inteligente es presentado y utilizado por Goswami en el libro que comentamos en términos de igualdad con el evolucionismo moderno. Es en esto muy parecido al libro también reciente del científico español afincado en los Estados Unidos Francisco Ayala, Darwin y el Diseño Inteligente. Creacionismo, Cristianismo y Evolución (Alianza Editorial). Con la diferencia de que este segundo trata de reconciliar ciencia y religión con referencia a las creencias cristianas occidentales, en las que Dios es un ser cercano, lleno de amor, misericordia y sabiduría, y el primero se centra más en unir el diseño inteligente a la evolución y en dar un sentido a la Biología materialista actual utilizando para ello la religiosidad oriental en la que Dios es más una consciencia universal.
Los dos, pero sobre todo el primero, se esfuerzan en no confundir el creacionismo con el diseño inteligente, aunque para muchos las dos interpretaciones son lo mismo y sólo constituyen un esfuerzo por revivir a Dios. El creacionismo es la postura intransigente de algunos grupos religiosos que siguiendo al Génesis del Antiguo Testamento, sostienen con rotundidad que Dios creó el mundo y todas las especies biológicas en seis días hace seis mil años y que por tanto la evolución no existe.
El diseño inteligente es, o puede ser, otra cosa. Goswami revisa el principio antrópico en sus dos versiones débil y fuerte y recuerda que muchos astrónomos y astrofísicos se adhieren a él en la actualidad. Si recuerdo con precisión, la versión débil formula que el mundo que conocemos y la vida sobre nuestro planeta es tan improbable y está sometida a condiciones tan volátiles que para que dicho mundo exista y se mantenga debe haber un diseñador y un propósito. La fuerte establece que puesto que el hombre es el único ser que percibe y es consciente de nuestro mundo todo ha sido hecho en función del hombre y de la vida consciente que representa. Hay por tanto según esto, un propósito en la evolución y una flecha, de hecho. La flecha que marca la complejificación y la entropía positiva que la concienciación (o conscienciación) supone.
Pero quizá el objetivo más importante que Goswami se propone en su libro es el de dotar a la Biología actual, materialista y reduccionista, de una lógica y un asidero más sólido que el determinismo newtoniano en el que parece encontrarse. Tal asidero es para él la Física Cuántica y sus principios de “indeterminación y de elección por parte de una consciencia cósmica”.
Insiste en su obra en que la Biología sigue siendo determinista cuando la Física ha dejado de serlo de una forma estricta, ha dejado espacio para la elección consciente y no rechaza la existencia de un diseñador y de un propósito en el universo.
La verdad es que en este sentido a muchos nos parece, en efecto, que la Biología nunca llegará a nada en su proyecto de explicar la vida, los sentimientos, la razón, la inteligencia y, en definitiva, la consciencia, de forma mecánica y determinista. Es muy probable que termine explicando muy bien el comportamiento de los caballos, las vacas y todo el mundo vivo constituido por figuras que forman parte del paisaje. Pero el hombre no es una figura del paisaje, más bien actúa sobre él y lo cambia, así como sobre sí mismo y, posiblemente, sobre su propia evolución. La explicación de lo que somos los hombres es una tarea harto difícil dada la complejidad de la vida en general y del cerebro humano en particular. Cuando menos exigirá, seguramente, muchísimo tiempo. Cuando se llegue a explicar algo de lo que somos, de cómo sentimos y de cómo razonamos, es muy probable que ya seamos otra cosa.