Continuamos con el tema de las convergencias y divergencias económicas iniciado en el post anterior. Recogemos ahora las conclusiones que se pueden derivar de la presentación de Antonio Pulido resumida en dicho post y añadimos algunas aportaciones propias relacionadas con las interpretaciones divergentes actuales sobre el modelo económico, sociológico y político de nuestras sociedades. Un modelo en el que hace unos años muchos coincidíamos y sobre el que ahora existen divergencias notables muy variadas.
Lo realizado por Antonio Pulido en la conferencia anual de ASINJA a lo que se ha hecho referencia en el post anterior, es una labor casi enciclopédica en sólo 21 páginas, que además es modélica en cuanto a cómo deben estudiarse los temas de convergencia/divergencia, desigualdad/pobreza y riqueza/bienestar, desde el punto de vista económico.
Menos positivas son las conclusiones alcanzadas en términos de si avanzamos o no en convergencia económica, en disminución de la desigualdad y en reducción de la pobreza. No hay evidencias claras en estos temas ni siquiera en cuanto al fenómeno de catch up, o alcance de los niveles de renta per cápita de los países desarrollados por parte de los en vías de desarrollo. Pueden darse en determinadas épocas y en el caso de algunos países, pero en otras ocurre lo contrario.
En la actualidad, por otra parte, hay un fenómeno de requilibrio económico en el mundo que no puede considerarse como alcance de unos países por parte de otros. A grandes rasgos se podría decir que hoy el 60 % de la renta se encuentra en los países desarrollados y el 30 % en el resto de países, habiéndose pronosticado que en pocos años se puede invertir la situación desplazándose el 60 % a los segundos, fundamentalmente a los asiáticos, y el 30 % quedarse en los actuales desarrollados.
La desigualdad y la pobreza tampoco parecen disminuir dentro de los distintos países mundiales según indican los índices de Gini y su evolución en el tiempo.
Y por último, aunque hay muchas ideas sobre medidas a adoptar para solucionar todos esos problemas no es fácil conseguir consensos en cuanto a ellas y no hay además ni instituciones que las impulsen ni organización mundial que las ejecuten.
Hay, en resumen, y de momento, muchas divergencias y pocas convergencias, siendo probablemente la más importante divergencia actual la que se está notando en relación con el sistema de funcionamiento de nuestro mundo, de nuestra economía y de nuestras sociedades. Hasta hace poco estábamos más o menos de acuerdo en temas como la democracia formal, el capitalismo en su forma de economía mixta, la libertad personal, los derechos humanos y otras dimensiones del funcionamiento de nuestras sociedades. Esas cuestiones eran indiscutibles para una mayoría de sus habitantes. La caída del muro de Berlín y la desaparición de la Unión Soviética fueron dos acontecimientos decisivos para ello, según pontificó Francis Fukuyama (nacido en 1952) en su libro de 1992, El fin de la historia y el último hombre.
En poco tiempo las cosas han cambiado mucho en ese sentido. Las posiciones políticas se han diversificado, los grupos antisistema han entrado en los parlamentos, el marxismo vuelve con fuerza, los ultra de todo tipo ganan terreno, los extremismos aparecen por doquier, los populismos hacen su agosto y los independentismos de toda laya adquieren carta de naturaleza. El mundo, más divergente que nunca, parece dirigirse hacia la ingobernabilidad.
Antonio Pulido en su trabajo no se refiere a estas últimas cuestiones, pero las divergencias económicas que señala y la prevalencia del desempleo, la desigualdad y la pobreza en el mundo y en todas las sociedades, incluidas las desarrolladas, son malos augurios.
El sistema capitalista parece no ser una solución, pero eso nos lleva a una posición terrible: la de preguntarnos por si hay alternativas para nuestro mundo en términos generales, y también, y en términos más particulares, por si hay políticas alternativas en los países desarrollados con altas tasas de desempleo, elevada desigualdad y pobreza inaceptable.
Sería el momento de recordar la explicación conocida desde antiguo pero recreada hace unos años en la magnífica película de 2002 de Fernando León de Aranoa (nacido en 1968), “Los lunes al sol”. Es una película en la que se narra la situación de una serie de obreros despedidos de un astillero en una ciudad del norte de España. Entre los desempleados que no tienen nada que hacer durante todo el día hay un ruso que en un momento de la historia dice algo así como: “En los últimos años de la Unión Soviética nos dimos cuenta de que todo lo que nos habían dicho los altos dirigentes sobre el marxismo era mentira, pero después, cuando emigramos a Occidente, hemos comprobado que todo lo que nos habían dicho sobre el capitalismo era verdad”.
¿Adónde iremos ahora?. ¿Hay alguna alternativa?
(Entraremos en este último tema en próximos posts revisando el libro de Christian Felber, La Economía del Bien Común)