La Escuela Austríaca de Economía, el Keynesianismo y otros fundamentalismos.

Mi queja sobre algunos economistas actuales es que se recluyan en los principios y en los planteamientos básicos. Eso es en gran manera el «racionalismo» que yo critico y que los partidarios de la Escuela Austríaca practican desaforadamente. En cuanto al fallo del «empirismo» lo vemos también con precisión en los empíricos actuales, de los cuales Keynes fue un maestro insuperable por lo que se ve. Se olvidan estos de cualquier teoría y de cualquier equilibrio movidos por la solución de los problemas urgentes que nos acosan. Ni tanto ni tan calvo.

(Continuación del post anteior)

Un ejemplo de la vuelta del racionalismo más rampante lo tenemos en la popularidad adquirida en los últimos tiempos, al menos en España, por la llamada Escuela Austríaca de Economía. Es una corriente de pensamiento económico de finales del siglo XIX y principios del XX surgida del marginalismo y que tiene como origen los trabajos de Carl Menger (1840 – 1921) y la obras destacadas de Eugen von Böhm-Bawerk (1851 – 1914) y de Friedrich Freiherr von Wieser (1851 – 1926). Con autores también muy notables en sus filas como Ludwig Heinrich Edler von Mises (1881 – 1973), Friedrich August von Hayek (1899 – 1992), el mismo Joseph Alois Schumpeter (1883 – 1950), en sus primeros tiempos, y quizás Fritz Machlup (1902 – 1983), aunque este último se dedicó pronto a temas menos teóricos como el etudio económico de la información y el conocimiento.

También lo es la adscripción incuestionable de algunos al keynesianismo, incluidos grandes economistas actuales, premios Nobel, de hecho, como Paul Robin Krugman (1953 – ) y Joseph Eugene Stiglitz, (1943 – ).

Los últimos achacan a los primeros el remontarse a explicaciones económicas antiguas — del siglo XIX, dicen ellos –, pero así así se andan ambos en términos de fechas. La escuela austriaca procede de las explicaciones clásicas de la economía aportadas por Carl Merger a últimos del siglo XIX y las de John Maynard Keynes (1883 – 1946) proceden de unos veinte o treinta años más tarde. El libro más influyente de este último “The General Theory of Employment, Interest and Money” fue publicado por primera vez en 1935, época en la que sus debates con Friedrich Hayek eran popularísimos en Londres, y Keynes, de hecho, tenía menos partidarios entre los grandes economistas de la época que Hayek.

Personalidades como Lionel Charles Robbins (1898 – 1984) se enfrentaron fuertemente a Keynes y la London School of Economics, donde Robbins enseñaba, se transformó en un baluarte contra Cambridge, Keynes y sus seguidores iniciales recluidos en esta segunda universidad. En cierta forma las dos corrientes de pensamiento proceden aproximadamente de las mismas fechas ya que se difundieron y discutieron ampliamente con motivo de las crisis económicas de entreguerras, con particular referencia a la Gran Depresión del 29.

De tales debates ha transcurrido ya casi un siglo y parece mentira que todavía tengamos que acudir a ellos para saber lo que debemos hacer ante la crisis actual. Parece como si desde entonces no haya ocurrido nada nuevo en el terreno de la Teoría y de la Política Económicas.

Los segundos acusan también a los primeros de racionalistas, de mantenerse en los fundamentos de la economía y de acudir sólo a los grandes principios para sus explicaciones, y aquí puede que tengan mucha razón.

Los economistas “austriacos” de nuestros días son bastante fundamentalistas y como tales algo lerdos. Se apoyan en sus concepciones como en verdaderas creencias religiosas, son iluminados y se consideran en posesión de las verdades ocultas de los «alquimistas». Son muy osados y autosuficientes en sus intervenciones públicas y se suelen mofar de todos, especialmente de los políticos y banqueros, en sus conferencias y charlas en radio y televisión.

En sus artículos y libros se repiten una y otra vez ya que sus argumentos son del tipo de “dos y dos son cuatro y aquí no hay más que hablar”. Es increíble que alguno de ellos tenga objetivos como el Nobel y otros premios. Nunca se sabe pero resulta extraño que se le pueda dar algún premio a alguien que en vez de innovar se dedica a traer de nuevo a nuestros días lo que pensadores ilustres hicieron en los tiempos en los que se creaba el pensamiento económico.

Son partidarios absolutos del libre mercado, del individualismo y de la libertad personal, y creen en el equilibrio de mercado a largo plazo como solución definitiva para la economía. En España se consideran a sí mismos como liberales, sin caer en la cuenta, o quizás olvidándose de ello, de que en otros lugares son considerados simplemente “libertarios”. El Instituto Ludwing von Mises, por ejemplo, institución con sede en Auburn, Alabama, es, con todos los respetos que yo personalmente tengo para cualquier institución y especialmente con la admiración que siempre he mantenido por la obra de Ludwing von Mises (1883 – 1973), una de las instituciones más ultraderechistas de los Estados Unidos. El senador Ron Paul, candidato por tercera vez a presidente en las pasadas primarias republicanas, es un converso de la ideología difundida por el mencionado Instituto. Ideología que no debía nunca haberse unido a la destacada obra de von Mises.

Por supuesto que dicen mucha cosas más y todas ellas muy adecuadas, por cierto, para estos tiempos de burbujas financieras. Lo que impresiona es lo básicas y fundamentalistas que resultan. Y, lo que es peor, la pose de iniciados e iluminados que los seguidores de esta escuela adoptan hoy. Algo parecido, por cierto a lo que ocurre con los keynesianos, de los que yo personalmente soy menos partidario. Con la particularidad de que nuestro pueblo es de por sí, poco liberal, muy socialistón, partidario de la intervención pública y amante de las «sopas bobas», excluyendo de esto último a quien corresponda y defendiendo a los buenos hombres y las buenas mujeres que se buscan la vida a diario y trabajan sin descanso en estos tiempos tan malos.

Doctor Ingeniero del ICAI y Catedrático de Economía Aplicada, Adolfo Castilla es también Licenciado en Económicas por la Universidad Autónoma de Madrid, Licenciado en Informática por la Universidad Politécnica de Madrid, MBA por Wharton School, Master en Ingeniería de Sistemas e Investigación Operativa por Moore School (Universidad de Pennsylvania). En la actualidad es asimismo Presidente de AESPLAN, Presidente del Capítulo Español de la World Future Society, Miembro del Alto Consejo Consultivo del Instituto de la Ingeniería de España, Profesor de Dirección Estratégica de la Empresa en CEPADE y en la Universidad Antonio de Nebrija.

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