En esta segunda parte dedicada al tema del epígrafe se insiste en la importancia para la economía del individuo, del empresario y del innovador. Se hacen también algunas propuestas de actuación para salir de la crisis basadas en parte en las ideas de Ludwig von Mises.
El ser humano como protagonista ineludible de todo proceso social.
Como dice Jesús Huerta en la Introducción al libro «La Acción Humana» mencionada, “La consideración del ser humano como protagonista ineludible de todo proceso social constituye la esencia de la cuarta aportación de Mises al campo de la Ciencia Económica”. Hay varias otras, las tres previas, en un ordenamiento ciertamente aleatorio, serían: la teoría del dinero y el crédito, la teoría del ciclo económico y sus teorías sobre la imposibilidad en nuestro mundo del socialismo. Y en cuanto a otras adicionales se podrían mencionar la metodología apriorístico-deductiva y la crítica del positivismo cientista, a la que tanto me adscribo tras haber seguido durante años los desvaríos del Circulo de Viena y sus seguidores, y la economía como teoría de los procesos sociales dinámicos, que tanto atractivo tiene.
Basándose en ese papel del individuo emprendedor Mises desarrolla una teoría de la función empresarial en la que la capacidad teleológica del hombre, que le permite fijar metas externas a él mismo y orientarse a conseguirlas, y su habilidad subjetiva de crear empresas y proyectos para obtener ganancias, son fundamentales en las explicaciones económicas.
Actuaciones aquí y ahora y papel central del empresario
Todo lo dicho hasta ahora puede estar muy bien en términos de razonamiento y lógica pero en términos prácticos e inmediatos ¿en qué pueden ayudarnos la Escuela Austriaca y von Mises, en particular, en los momentos actuales?, ¿qué podemos hacer basándonos en sus recomendaciones ?
Lo que leemos a diario sobre la conveniencia de utilizar las aportaciones de este autor tiene que ver, sobre todo, con sus teorías del dinero y del crédito y del ciclo económico. Ha impresionado al público interesado en estos temas la forma clarividente en la que Mises explicó las crisis financieras por “la creación expansiva de créditos sin respaldo de ahorro efectivo a que daba lugar el sistema bancario basado en un coeficiente de reserva fraccionaria dirigido por un banco central” (La Acción Humana, página xxxv).
También ha resultado espectacular para muchos conocer que el “Instituto Austriaco de Coyuntura Económica”, creado por von Mises y a cargo del cual puso a su alumno F. A. Hayek, fue la única institución que supo predecir la Gran Depresión del 29, “como inexorable resultado de los desmanes monetarios y crediticios de los “felices” años veinte del siglo pasado que siguieron a la Primera Guerra Mundial” (La Acción Humana, página xxvi).
Sus explicaciones sobre la imposibilidad de economías dirigidas por gobiernos socialistas y los males del intervencionismo se utilizan hoy mucho también, aunque desgraciadamente con objetivos ideológicos y por grupos ultraliberales o “libertarios”, como se los conoce en los Estados Unidos. En ese país, no lo olvidemos, el Instituto Ludwig von Mises, es un reducto ultraderechista que va mucho más allá de la defensa del pensamiento, ciertamente destacado, de Mises. Ha generado su propia dinámica tal como se puede ver simplemente accediendo a su Página Web y visualizando algunos de los vídeos correspondientes a sus conferencias.
Menos usado es lo que yo considero verdaderamente importante de las aportaciones de Mises, es decir, el papel central del hombre, del empresario-emprendedor y del inventor-innovador en la economía.
En relación con lo cual se me ocurre citar el retruécano publicado por el columnista Thomas Friedman en una carta abierta dirigida al Presidente Obama en el New York Times: “lo que este país necesita es muchos Jobs, es decir, muchos Steve Jobs”.
Como resumen se podría decir que el sector financiero y los bancos en general necesitan una gran reforma en nuestros días. Los bancos centrales y los gobiernos debían protegerlos menos y dejar que el mecanismo de mercado funcionara adecuadamente, especialmente en cuanto a que lo bancos o cajas de ahorro que no funcionen desaparezcan sin más. Por supuesto que para ello debería establecerse como norma general un elevado coeficiente de caja para los depósitos corrientes y fijos y, al mismo tiempo, evitar el carácter especulativo de las actividades de los bancos y toda su parafernalia de productos de inversión. Así como su presencia en el sector de los seguros y otras actividades que terminan haciendo muy mal.
Coyunturalmente se deben abandonar los excesos de las políticas socialdemócratas destinadas a un incremento sin justificación económica de la sociedad del bienestar. Dicha sociedad debe ganarse con el esfuerzo de todos y debe ser una consecuencia del trabajo duro, de la productividad, de la capacidad emprendedora, de la innovación y del crecimiento sano y armónico. No puede ser un a priori que se regale sin más.
Responsabilidad individual y “empoderamiento”
Hay que responsabilizar y “empoderar”, como se dice ahora, a todos los ciudadanos, haciéndoles ver que nadie tiene derecho a un “almuerzo gratis” (salvo, claro está, las clases pasivas que debemos proteger y cuidar sin duda alguna) por muy dura que esta frase debida a Milton Friedman pueda parecer.
Hay que impulsar de verdad las actividades de los empresarios-emprendedores, de las personas creativas y de los innovadores. Y esto hay que hacerlo generalizadamente. El crédito debe volver a fluir hacia los pequeños y medianos empresarios. Deben hacerse, igualmente, reformas estructurales en sectores concretos para que se genere en ellos la inversión y la demanda.
Las grandes empresas semi-monopolísticas como las compañías eléctricas o las de telecomunicación no deben practicar el ahorro sin más. Deben ser conscientes de su responsabilidad en relación con el funcionamiento y la expansión de la economía y deben gastar y dar trabajo a otras empresas empezando por las empresas de consultoría e ingeniería. Estas empresas grandes deben invertir en el país, no toda su inversión puede marcharse al extranjero.
Los grupos empresariales españoles importantes deben prestar atención a las tecnologías avanzadas y buscar en ellas la rentabilidad que hoy encuentran en actividades económicas convencionales. ¿Por qué tanta construcción, tanta obra civil, tanta gestión de las basuras y tan poca industria electrónica, microelectrónica y digital?. ¿Por qué en Internet vamos tan retrasados, especialmente como base de una nueva economía?.
Hay que volver a atraer al capital internacional como si fuéramos un país en vías de desarrollo, lo que terminaremos siendo a corto plazo si no reaccionamos.
Tenemos, en fin, que transformarnos en un país industrializado y exportador, siendo conscientes de que el mercado al que debemos orientarnos es el mercado mundial y la economía en la que tenemos que subsistir es la economía global.
No debemos pensar en este sentido en la crisis actual como una más de la que saldremos con un perfil en forma de V después del cual se reestablecerán con facilidad las condiciones de alta inversión y alto consumo anteriores a la crisis. Hay que ser conscientes de que el mundo posterior a esta crisis mundial será radicalmente distinto al vivido hasta el 2007.
Para impulsar muchas de esas medidas y prepararnos para ese mundo lo primero a cambiar es la forma de gobernar y lo segundo la estructura de los gobiernos. Los ministerios de industria y las instituciones destinadas a impulsar la exportación deben ganar prioridad, perdiéndola los actuales ministerios de economía y los bancos centrales. Resulta inevitable recordar en este momento al poderoso MITI (Ministry of International Trade and Industry) del Japón que funcionó con gran éxito hasta 2001 año en que fue sustituido por el actual METI (Ministry of Economy, Trade and Industry). Muchos países en vías de desarrollo utilizan hoy aquel mismo enfoque.
Y ahí es donde radica mis propuesta más importante, la de actuar en nuestro país como país en “vías de desarrollo” antes de tener que hacerlo como país en “vías de subdesarrollo”.
Personalmente he trabajado en los últimos años en una posible teoría para ser aplicada en esos países en proceso de desarrollo o, en los más avanzados dentro de ellos, denominados a veces como “economías emergentes”. Se trata de lo que llamo Teoría YIFP (de Yacimientos de recursos humanos cualificados, Instituciones intermedias, Fuentes de emergencia económica y Puertas de conexión al mecanismo internacional de transferencia económica).
Lo mejor del asunto, del que hablaremos más adelante, es que tales ideas desarrolladas en trabajos relacionados con países latinoamericanos tienen cada vez más sentido en países como el nuestro.