Newton y Huygens

A la obra de Newton hay que dedicarle mucha atención en este blog debido a que fue él quien dio forma definitiva a la racionalidad científico-tecnológica que los hombres hemos usado durante los últimos tres siglos para reflexionar, decidir y actuar. Muchos otros científicos contribuyeron a esa racionalidad, como se ha dicho, pero Newton hizo la síntesis general y formuló las leyes básicas que explicaban nuestra naturaleza. Leyes que como sabemos, siempre han estado sometidas a revisión y que están siendo reformuladas profundamente desde hace más de un siglo. Aunque el mundo real en el que vivimos, el mundo de dimensiones humanas, se sigue rigiendo por ellas. Dicha racionalidad científico-tecnológica que es el objeto básico de este blog, nunca surgió cerrada y terminada y nunca fue aceptada sin discusión. En posts anteriores hemos hecho referencia a los agrios debates de Newton con Hooke y en éste nos referimos a los quizás menos agrios pero desde luego importantes, de Newton con Huygens.

Se hace en todo ello un vuelo muy rasante, es decir, muy unido a lo que ocurrió en Inglaterra y en una institución tan importante como la Royal Society en los años de vida activa de Newton y los personajes que convivieron con él en aquella época y en aquella institución. La historia de la ciencia no se acaba ahí, como bien sabemos, y hay que decir que en el resto de Europa, con particular referencia a Italia y a otros países continentales, hubo en aquellos mismos años científicos muy destacados que contribuyeron a la formación de la racionalidad científico-tecnológica en cuestión

Ya hemos dicho en posts anteriores que Newton (1642 – 1727) tenía cierta tendencia a enfrentarse con sus iguales. Sus disputas y pendencias varias han sido recogidas por las historias de su vida y hay historiadores que claramente lo consideran una mala persona (1).

Es muy probable que no sea exactamente así, pero es cierto que con muchos científicos de entre sus contemporáneos tuvo sonadas disputas. En el fondo de algunas de esas disputas, y para lo que nos interesa en este blog, estaban los desacuerdos de otros científicos sobre las teorías formuladas por Newton, lo cual quiere decir que la nueva racionalidad que Newton introdujo en el mundo no fue aceptada sin discusión desde el principio. O que en la nueva racionalidad intervinieron muchos otros científicos con sus ideas y sus críticas, lo que es literalmente cierto. Ya hemos visto, no obstante, cómo las ideas de Newton se habían difundido mucho al final de su vida y cómo el reconocimiento hacia él y hacia su obra fue enorme, en Inglaterra y en otros países europeos.

Ya se ha mencionado en blogs anteriores el famoso epitafio escrito por el poeta inglés Alexander Pope (1688 – 1744) diciendo, más o menos, que “el mundo estaba en tinieblas y que Dios dijo, dejemos que Newton exista, y la luz se hizo inmediatamente en el mundo”. Dicha luz por otra parte no se hizo sólo en términos científicos sino que se extendió a los conocimientos de todo tipo, incluidos los sociales y los filosóficos, y a las concepciones básicas de los hombres sobre lo que es nuestro mundo y sobre lo que somos y lo que hacemos aquí. Más adelante diremos, siguiendo entre otros a Isaiah Berlin (1909 – 1997), que la Ilustración fue en realidad un uso masivo por parte de todas las áreas de actividad humana de la racionalidad aportada por Newton. John Locke (1632 – 1704), en particular, el gran pensador inglés, contemporáneo y amigo de Newton, que había reflexionado mucho sobre el empirismo, se preocupó de cómo la mente humana comprende el universo. Su famoso libro, “Ensayo sobre el Entendimiento Humano”, publicado originalmente en 1690, es un esfuerzo en la dirección de encontrar las relaciones existentes entre los procesos de pensamiento y el mundo material. Recibió de Newton una versión simplificada de sus “Principia” y sin duda influyeron en su libro y en su obra en general

Volveremos sobre esta cuestión de la nueva cosmovisión desencadenada por Newton y la Revolución Científica, pero me gustaría tratar en este post, la hipersensibilidad de Newton a que alguien lo corrigiera o le hiciera críticas.

Hemos visto en posts anteriores sus duros enfrentamientos con Hooke (2) y lo mismo se puede decir de sus debates con Christiaan Huygens (1629 – 1695). Lo curioso en relación con este autor es que durante algún tiempo fueron amigos y Huygens fue un fiel seguidor de Newton a pesar de ser 13 años mayor y un respetable científico cuando Newton empezó a ser conocido. Holandés nacido en la Haya, Huygens era un matemático, astrónomo y físico preeminente que en sus etapas de formación visitó Copenhague, Roma y París, que trató mucho a Descartes y que conoció a Blaise Pascal y a otros científicos europeos de la época. En 1660 volvió a París para instalarse allí definitivamente. En 1661, sin embargo, marchó a Londres deslumbrado por la actividad científica inglesa. Dos años después fue elegido miembro de la Royal Society, el mismo año de la creación de esta conocida institución (1663) (3). Newton había leído sus obras al igual que las de Boyle (1627 – 1691), Hooke (1635 – 1703) y en un terreno más amplio las del filósofo y politólogo inglés Thomas Hobbes (1588 – 1679).

Posteriormente, en 1666, Huygens, volvió a Paris para poner en marcha la Academia de las Ciencias Francesa, una institución que se constituyó siguiendo el camino abierto por la Royal Society y a la vista de sus enormes éxitos. Estas y otras instituciones contribuyeron al impresionante desarrollo científico y tecnológico de la Europa de los siglos XVII, XVIII y XIX.

Huygens tenía su propia teoría sobre la naturaleza de la luz, que era una teoría ondulatoria, y planteó interrogantes diversos a las hipótesis corpusculares de Newton, lo que despertó las iras del joven científico que entonces era. Señaló además errores sutiles que Newton nunca llegaría a admitir del todo. Huygens no admitió tampoco los siete colores del espectro de la luz que había propuesto Newton, siendo su idea que sólo dos colores, el azul y el amarillo, daban lugar a los otros. Estamos hablando de los años 1670 a 1672, es decir los 28 a 30, de edad de Newton. Ese último año Newton fue elegido miembro de la Royal Society pero quince meses después de ser elegido anunció que deseaba mantenerse alejado de sus reuniones en gran manera debido a las críticas que había recibido, de Huygens, de Hooke, de John Collins (1625 – 1683) y de varios otros miembros de la institución. Era secretista en sus trabajos y divulgaciones así como tortuoso en su estilo. Estuvo de hecho alejado de la Royal Society durante tres años y no asistió a sus primeras reuniones hasta 1675.

Sus trabajos se discutieron no obstante de forma continuada en dicha sociedad, ya que durante esos años mantuvo una abundante correspondencia con Henry Oldenburg (1619 – 1677), un alemán establecido en Inglaterra que fue secretario de la Royal Society y responsable, en gran manera, de darle forma y potenciarla en sus primeros años de vida. Oldenburg apoyó mucho a Newton y difundió sus escritos publicando muchos de ellos, que recibía en sus cartas, en “Philosophical Transanctions”, una de las principales publicaciones de la Royal Society.

En esa época Newton se había hecho muy conocido entre los miembros de la Royal Society por su “Cálculo Diferencial”, por el telescopio reflector que había construido y por sus experimentos y escritos sobre la luz. Fue providencial para él su maestro en Cambridge, Issac Barrow (1630 – 1677), un gran admirador de su talento que difundió cuanto pudo las excelencias de sus trabajos. Dejó además tempranamente su cátedra Lucasiana para servir al Rey, pasando Newton a ocuparse de ella con sólo 27 años de edad Más adelante, ya al final de los años 70 y principios de los 80 del siglo XVII, sería también famoso entre sus pares, y a su vez discutido, por sus aportaciones astronómicas y por su teoría de la gravedad. Debatiría entonces con dos grandes astrónomos, John Flamsteed (1646 – 1719) y, sobre todo, Edmond Halley (1656 – 1742).

Huygens también fue crítico de la Teoría de la Gravedad de Newton y puso pegas a la acción a distancia entre cuerpos celestes que se deducía de ella. Esa acción era contraria al mecanicismo de Descartes dentro del cual sólo los fenómenos mecánicos y sólo el contacto físico y la continuidad física entre distintos cuerpos tenían sentido. El éter fue la respuesta a estas cuestiones que se había dado desde muy antiguo. El éter era una hipotética sustancia más ligera que el aire que llenaría todos los espacios vacíos. Newton admitió su existencia y lo describió como un “medio de constitución muy similar al aire, pero mucho más enrarecido, sutil y fuertemente elástico”, aunque era enemigo a priori de las “hipótesis”, término con el que Huygens se había referido a sus consideraciones sobre la luz. El era un científico que estudiaba la realidad y que lo hacia mediante experimentos tratando de buscar la verdad, por eso lo indignó el que Huygens se refiriera a su teorías sobre la luz como «hipótesis». Las hipótesis no tenían cabida en sus explicaciones, aunque no tuvo más remedio que aceptarlas en algunos casos. Newton, por ejemplo, no se opuso a la naturaleza ondulatoria de la luz que preconizaba Huygens y también Hooke, pero no llegó a imaginar la unión de las dos naturalezas, algo que sólo ocurrió, como sabemos, en el Siglo XX, con la Teoría Cuántica

Como hemos dicho anteriormente fueron muchos los críticos de Newton y sus ideas se abrieron camino en medio de la controversia. No hay que olvidar que sus teorías supusieron un ataque al sentido común dominante. Eso es, precisamente, lo que nos permite ver la obra de Newton, las de sus antecesores y las de sus contemporáneos, como una nueva y radical racionalidad humana que surge de un proceso de descubrimientos, hipótesis y debates muy variados.
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(1) José Manuel Sánchez Ron, el conocido historiador de la ciencia español y biógrafo de Newton, aparte de apreciar enormemente su obra, no llega a decir tanto pero indica que como persona no fue un hombre muy atractivo.
(2) En post anteriores dijimos que era extraño que los editores de la obra “El químico escéptico” se refirieran todo el tiempo a Hooke como “Hook” (gancho o garfio), pero así era como lo conocían amistosamente sus colegas en la época en que fue Director de Experimentos de la Royal Society.
(3) El mismo año, Henry Lucas, parlamentario y catedrático de St John’s College de Cambridge, fundó la famosa cátedra Lucasiana que muy pronto ocupó Newton y que a lo largo de la historia la han ocupado personajes muy famosos, uno de los últimos, Stephen Hawking.

Doctor Ingeniero del ICAI y Catedrático de Economía Aplicada, Adolfo Castilla es también Licenciado en Económicas por la Universidad Autónoma de Madrid, Licenciado en Informática por la Universidad Politécnica de Madrid, MBA por Wharton School, Master en Ingeniería de Sistemas e Investigación Operativa por Moore School (Universidad de Pennsylvania). En la actualidad es asimismo Presidente de AESPLAN, Presidente del Capítulo Español de la World Future Society, Miembro del Alto Consejo Consultivo del Instituto de la Ingeniería de España, Profesor de Dirección Estratégica de la Empresa en CEPADE y en la Universidad Antonio de Nebrija.

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