Los Fondos de Inversión (y III)

De los fondos de inversión mutuos, que se supone invierten sólo en bonos y acciones y sólo a largo plazo, con lo que prestan un gran favor a las empresas y a la economía, surgieron en su momento los «Hedge Funds», que invierten de forma agresiva y especulativa en todo lo que se les pone por delante . Dichos instrumentos, junto con los derivados finacieros, de los que también hablaremos más adelante, han contribuido a lo que se conoce como «financiarización» de la economía. Es lo que nosotros venimos llamando Economía Finaciera, la cual ha generado en parte la ilusión de que todos podemos vivir de los bancos, de la bolsa y de las finanzas. Cuando en realidad sólo viven de ellos los que ya son ricos.

(Es continuación del post anterior)

Los Fondos de Inversión son las grandes empresas de nuestro tiempo pero a diferencia de las empresas industriales que proporcionaban mucho empleo, adquirían muchos productos a otras empresas, creaban mucho valor añadido y tenían un alto coeficiente multiplicador, los fondos aportan muy poco al conjunto de la economía de un país. En general, obtienen altos márgenes con muy pocas personas empleadas, no adquieren nada a otras empresas ni dan trabajo externo y todo su valor añadido es, como decimos, en forma de margen, sobre el que además se suelen pagar pocos impuestos.

La mayoría de los grandes fondos, por otra parte, son internacionales y mueven sus inversiones de unas bolsas a otras con toda libertad. El “sudden stop” (1), fenómeno del que tenemos previsto decir algo en este blog más adelante, ha afectado enormemente en sentido negativo a la marcha económica de los países en vías de desarrollo en el pasado reciente y está afectando ahora a la de los países desarrollados.

Se supone que las bolsas y los fondos de inversión deberían ser complementarios de la producción física (productos y servicios) pero eso es lo curioso de la actividad económica de nuestros días en muchos países desarrollados: la industria disminuye y desaparece y la actividad de la bolsa aumenta. Con el consiguiente incremento de la volatilidad que ha hecho, por ejemplo, que estemos bajo mínimos en todas las bolsas mundiales a finales de agosto de 2011, cuando esto se escribe.

¿Sobre qué se fundamenta este fenómeno?. Parece que sobre la globalización de la economía, sobre los movimientos especulativos del capital mundial, sobre el apalancamiento de todo el mundo y sobre la impresionante deuda acumulada. Es lo que se ha dado en llamar la “financiarización” de la economía.

Pero los Fondos, como decimos, son instrumentos legales bendecidos por todos los países y muy bienvenidos por todas las bolsas cuando invierten en ellas.

¿Cuál es el problema entonces?. Hay por supuesto varios problemas pero de momento mencionaremos sólo algunos de ellos, en particular que:

1) una actividad que gira sobre sí misma cómo es la compra de acciones para que los precios de estas suban o la venta para que bajen y que se olvida de las actividad real de las empresas y de sus circunstancias, es decir, una actividad que no añade valor o que el valor que añade es bajo, ficticio o especulativo, no tiene más remedio que ser algo no excesivamente bueno y que lleve sin remisión a burbujas y estallidos;

2) aunque todos los inversores y todos los Fondos de Inversión actuaran como dice Warren Buffet que él actúa, es decir, invirtiendo a largo plazo, y haciéndolo en compañías con proyectos sólidos, bien gestionadas y varias otras cosas más que suenan muy bien, el efecto multiplicador sobre la economía de estas inversiones es incomparablemente menor que el de las inversiones físicas de otras épocas; basta para ello revisar las propias cifras dadas por Buffet en su artículo mencionado en el post anterior para comprobar lo ridículo que resulta utilizar sólo 21 personas para ganar del orden de 40 millones de dólares anuales;

3) es una economía que no crea puestos de trabajo para personas no cualificadas;

4) es una economía que prácticamente sólo crea riqueza para los que ya la tienen;

5) las condiciones fiscales establecidas por los países para estos fondos son tan favorables que cualquier individuo, familia o grupo empresarial, si tiene hoy dinero en abundancia, no se le ocurrirá nunca, ni por asomo, crear una empresa manufacturera ni de otro tipo más o menos relacionado con lo físico, con la mano de obra y con las infraestructuras, a todos lo que se les ocurre hoy es crear un Fondo de Inversión;

6) ningún político es capaz, además, de cambiar el status de los Fondos de Inversión, especialmente los llamados «Hedge Funds», porque todos tienen miedo a que los inversores huyan a otros mercados como explica muy bien Michael E. Lewitt en su reciente libro “La muerte del capital” (2);

y 7) a los bancos, instituciones centrales de este mundo, que han perdido todo norte y todo horizonte y que además manejan muchos de los fondos, les interesa incomparablemente más invertir en bolsa y en bonos del tesoro que prestar dinero a las medianas y pequeñas empresas, con lo que se han transformado en lo que son hoy, “instituciones para no dar créditos”.

Todo eso es a lo que ha dado lugar un instrumento en principio inocente como los Fondos de Inversión sobre el que, como decimos, nadie se atreve a actuar.

Y todavía no hemos llegado a los instrumentos más sanguinarios de todos: los “Hedge Funds”, que son Fondos de Inversión especiales; y tampoco a los derivados financieros, manejados masivamente por dichos “Funds”.
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(1) http://en.wikipedia.org/wiki/Sudden_stop_(economics). Tema del que es un gran especialista el economista mexicano afincado en los Estados Unidos, Guillermo A. Calvo.
(2) Michael E. Lewitt, “La Muerte del Capital”. La Esfera de los Libros, Madrid 2011.

Doctor Ingeniero del ICAI y Catedrático de Economía Aplicada, Adolfo Castilla es también Licenciado en Económicas por la Universidad Autónoma de Madrid, Licenciado en Informática por la Universidad Politécnica de Madrid, MBA por Wharton School, Master en Ingeniería de Sistemas e Investigación Operativa por Moore School (Universidad de Pennsylvania). En la actualidad es asimismo Presidente de AESPLAN, Presidente del Capítulo Español de la World Future Society, Miembro del Alto Consejo Consultivo del Instituto de la Ingeniería de España, Profesor de Dirección Estratégica de la Empresa en CEPADE y en la Universidad Antonio de Nebrija.

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