Las críticas a Kurzweil

Antes de entrar un poco más a fondo en las propuestas de Raymond Kurzweil para construir un neocórtex digital que haga inteligentes y conscientes a las máquinas, conviene detenerse brevemente en las críticas que ha recibido de otros científicos y, sobre todo, de filósofos, psicólogos e intelectuales diversos, los cuales no creen que una máquina pueda reproducir nunca los atributos profundos del hombre relacionados con su capacidad de construir ideas abstractas y crear conocimientos, de ser conscientes y de tener una identidad y un yo individuales y exclusivos. Lo más característico de Kurzweil en relación con esta cuestión es su disponibilidad a discutir todo con todos y su éxito público en muchos de sus debates. En este blog nos referimos someramente a cómo este autor explica sus posturas en su último libro sin entrar demasiado en los argumentos de sus rivales, los cuales son conocidos y pueden ser consultados en los links de Internet que se dan en el texto que sigue.

Habiendo dedicado un número importante de posts al tema de la consciencia inmaterial de naturaleza distinta a todo lo material y a las posibilidades que se abren de nuevo para la para el dualismo que distingue entre materia y espiritu, se entenderá que dediquemos el presente a los enfrentamientos que Kurzweil ha tenido y tiene con los partidarios de esas interpretaciones y otras cercanas.

Kurzweil procede de la ingeniería, de la informática y del mundo de los ordenadores y la información (de las TICs podríamos decir, si los términos y acrónimos no se hicieran viejos con tanta rapidez), y es consciente de que muchos pueden considerarlo un reduccionista científico y tecnológico, es decir, alguien desconocedor del componente intelectual y filosófico del hombre, y materialista en su interpretación más estricta del mundo. No es así en absoluto, y sus obras muestran un conocimiento profundo de muchas áreas científicas y tecnológicas (informática y ciencia de la computación, biología, biotecnología, neurología, física y otras) así como de materias intelectuales, culturales e incluso religiosas (es de familia judía pero se formó dentro de una comunidad de “Unitarian Universalism” en la que fue expuesto a las ideas de varias religiones y formado en ser libre y responsable de buscar la verdad y el significado de las cosas). A lo largo de todo su libro pero particularmente en el Capítulo 9, titulado “Experimentos mentales sobre la mente”, se enfrenta a muchas de las interpretaciones actuales sobre la consciencia y esa cuestión última de cómo de la pura materia emerge el mundo de las ideas abstractas, los conceptos y los conocimientos.

No están en dicho capítulo todos los autores que hoy contribuyen o han contribuido recientemente con nuevas ideas a estas cuestiones pero sí los más consagrados, como los neuro-filósofos John Searle (nacido en 1932) y Daniel Dennett (nacido en 1942), el filósofo australiano David Chalmers (nacido en 1966), el físico matemático inglés Roger Penrose (nacido en 1931) y su colega en temas de la mecánica cuántica aplicada al cerebro, el anestesiólogo Stuart Hameroff (nacido en 1947), el neurólogo americano Benjamin Libet (1916 – 2007), la escritora y conferenciante inglesa Susan Jane Blackmore (nacida en 1951), el filósofo británico especializado en filosofía de la mente David Cockburn (nacido en 1949), el psicólogo y profesor de psicología en la Universidad de California en Santa Bárbara, Michael S. Gazzaniga (nacido en 1939), el filósofo estadounidense Carl Ginet (nacido en 1932), el biólogo británico-australiano Michael Denton (nacido en 1943), el psicólogo y escritor británico Norman Stuart Sutherland (1927 – 1998), y varios otros, todos críticos con los planteamientos de nuestro autor. Entre los que no menciona cito a vuelapluma algunos que han sido objeto de análisis en posts anteriores de este blog como Patricia Churchland (nacida en 1943) Christof Koch (nacido en 1956) o Giulio Tononi.

Es increíble no sólo la disposición y valentía demostrada por Kurzweil al enfrentarse a todos esos críticos, o partidarios a medias, sino la habilidad que tiene para sacar a flote sus propias ideas sobre la construcción de una máquina que funcione como la mente humana. No hay duda de que resulta muy convincente en cuanto a demostrar mentalmente una y otra vez que las máquinas podrán reproducir un cierto nivel de consciencia. Es relativista en este sentido y no busca que las máquinas superen al hombre en cuanto a su nivel de consciencia con rapidez, conformándose en este sentido con la posición del investigador en robótica de la Carnegie Mellon University, futurólogo y transhumanista, Hans Moravec (austriaco nacido en 1948), que habla de las “mentes de niños” que podrán ser creadas muy pronto. Este último está en su propia línea y lo mismo hay que decir del novelista inglés del siglo XIX, Samuel Butler (1835 1902), al que cita repetidas veces. Un personaje realmente adelantado a su tiempo.

En esa dirección de dialogar abiertamente con todos los que critican sus ideas incluye en su libro todo un capítulo (el Cap.- 11) al que llama “Objeciones”, dedicado casi por completo a rebatir el artículo reciente de Paul Allen (nacido en 1953), cofundador de Microsoft, y de su colega Mark Greaves, publicado en Technology Review con el título, realmente beligerante, de “The Singularity Isn’t Near”.

El nivel intelectual y científico de sus réplicas es muy elevado y lo mismo argumenta en contra de las explicaciones realmente profundas sobre el “incompleteness theorem” de Kurt Gödel (1906 – 1978) y la mecánica cuántica que Penrose y Hameroff han utilizado al tratar de explicar la imposibilidad de reproducir mecánicamente la consciencia, que utiliza las premisas de Turing, o emplea las concepciones sobre la materia y sobre el ser del este y del oeste. Es conocedor del principio antrópico, de las ideas de los que defienden la existencia de un destino en la evolución y de las posturas de los que creen en una consciencia intangible paralela al mundo material o físico, con frecuencia referenciada como dualismo. Cita además a filósofos históricos como el escocés David Hume (1711 – 1776), al austriaco Ludwig Wittgenstein (1889 – 1951) o al alemán Gottfried Leibniz (1646 – 1716).

En conjunto, quizás demasiado para un país como los Estados Unidos, al que no le gustan demasiado los científicos y tecnólogos que transcienden los límites de sus áreas de especialización ni esa intelectualidad a la europea de la que Kurzweil hace gala, aunque nuestro autor lo haga todo con mucho éxito. No es extraño por tanto que “The Wall Street Journal” lo haya denominado el “genio inquieto” y la revista Forbes, la “última y definitiva máquina pensante”.

En el libro que comentamos demuestra su capacidad al entrar de lleno en el estudio del neocórtex biológico y al explicar cómo se puede construir un neocórtex digital. A eso dedicaremos los próximos posts. [

Para ello adelantamos que además de la LOAR y la PRTM, mencionadas en el post anterior, Kurzweil hace uso de otros instrumentos tales como la “Ingeniería Inversa del Cerebro”, de la que es un pionero, y de concepciones como la estructura jerárquica del cerebro, del pensamiento y de las ideas abstractas. Se apoya mucho en la idea de máquinas que aprenden, algo directamente unido al reconocimiento de patrones y en lo que han insistido biólogos destacados como Gerald Edelman (nacido en 1929) y Premio Nobel de 1972.

Doctor Ingeniero del ICAI y Catedrático de Economía Aplicada, Adolfo Castilla es también Licenciado en Económicas por la Universidad Autónoma de Madrid, Licenciado en Informática por la Universidad Politécnica de Madrid, MBA por Wharton School, Master en Ingeniería de Sistemas e Investigación Operativa por Moore School (Universidad de Pennsylvania). En la actualidad es asimismo Presidente de AESPLAN, Presidente del Capítulo Español de la World Future Society, Miembro del Alto Consejo Consultivo del Instituto de la Ingeniería de España, Profesor de Dirección Estratégica de la Empresa en CEPADE y en la Universidad Antonio de Nebrija.

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