La semántica de nuestro mundo

Hago la hipótesis en este post de que el mundo exterior al hombre está lleno de significado, simbología y semántica. Son dimensiones no regidas por la física, pero que completan lo que el hombre es en sentido espiritual. Hasta ahora los científicos y filósofos no es que no admitan la existencia de ese mundo sino que al no poder manejarlo nada más que subjetivamente, y al no poder avanzar ni ponerse de acuerdo respecto a él, desisten de su análisis y uso. Los más razonables indican que es el mundo de la fe, al cual no se oponen, pero mantienen separados los dos mundos: el de lo físico y el de lo espiritual. Hay razones para creer, en mi opinión, que todavía hay fenómenos, y quizás leyes, por descubrir en el terreno de lo psíquico, es decir, que no podemos abandonarlo sin más. 

Resultado de imagen de la semántica del mundo imágenesPor supuesto que muchos hombres desde antiguo no han creído en tal separación, o segregación, y se han dedicado con gran reconocimiento social, por cierto, a la filosofía, a la metafísica, a la teología y a la religión, pero no hay duda de que ha habido un arrinconamiento de ese mundo, incluyendo la simple reflexión filosófica. Muchos filósofos serios, por ejemplo, han renunciado con el trascurso de los años a la metafísica, sobre todo desde que Immanuel Kant la designara como aquello que trata de lo que por principio escapa a toda posibilidad de ser experimentado sensiblemente por el ser humano. Y eso a pesar de que algunos filósofos han sostenido que el hombre tiene una predisposición natural hacia la metafísica, que Kant mismo la calificara de “necesidad inevitable” y que Arthur Schopenhauer incluso definiera al ser humano como “animal metafísico”[1].

Precisamente se achaca a Kant el inicio del proceso de descrédito, o arrinconamiento, de la metafísica en el que han insistido infinidad de pensadores de los siglos XIX y XX. El conocimiento establecido es que el racionalismo de Descartes, Leibniz y Spinoza que hundía sus raíces en la tradición cristiana europea medieval, dominó el mundo occidental hasta que los padres del empirismo británico, Locke, Berkeley y Hume, sobre todo el último, lo destrozaran al considerar que todo conocimiento procede de la experiencia directa del mundo exterior que el hombre recibe a través de los sentidos. La especulación racional sobre el mundo y sobre Dios y lo metafísico son solo espejismos, ilusiones, o idealismos.  Kant superó a ambas escuelas o sistemas de pensamiento, aceptando la fuente del conocimiento en los hechos percibidos pero añadió que la mente humana tiene sensibilidad y capacidad interpretativa de dichos hechos, que es lo que crea de verdad el saber humano. Los hechos solos y las percepciones que los hombres obtienen no serían suficientes[2].

Este aspecto aparentemente insignificante de existencia de capacidades innatas en la mente humana dará pie a mis explicaciones posteriores en el sentido de que es muy probable la existencia de otras capacidades de la mente que no conocemos hoy. La mente tiene la capacidad de interpretar y ordenar lo que le dicen los sentidos, según Kant, pero a mí me parece que la verdadera capacidad de la mente es la de detectar la simbología o semántica del mundo exterior. No es que la mente “interpreta” sino que “detecta” el significado y el sentido que el mundo tiene en sí mismo. La naturaleza está llena de información, mensajes y semántica, y la mente humana se ha desarrollado hasta tener la capacidad de identificarlos.

Soy consciente de lo que digo, estoy casi asumiendo la existencia de una especie de alma en la materia como defendían los primeros filósofos griegos denominados hilozoistas[3]. Y también la posibilidad de que exista información, consciencia y espíritu, fuera de la mente humana, que es donde creemos hoy que existen esas cosas con exclusividad. Consideramos que las ideas abstractas y el psiquismo en general son productos de la mente humana y el dualismo de Descartes que asumía la existencia de dos naturalezas en el hombre y en su mundo, nos dicen en la actualidad que está totalmente sobrepasado.  Yo sin embargo abro la posibilidad de que exista un mundo distinto al físico que conocemos. Es decir, metafísica en estado puro.

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[1] Estas cuestiones se encuentran en cualquier manual de Filosofía y pueden verse también en Wikipedia  https://es.wikipedia.org/wiki/Metaf%C3%ADsica

[2] Estas ideas se pueden encontrar en cualquier texto de filosofía que se refiera a Kant y a su obra, pero en esta ocasión concreta están guiadas por el buen libro de divulgación de Joan Solé, El giro copernicano en filosofía, editado por Batiscafo,S.L. (2015) y distribuido por El País de los domingos.

[3] Hilozoísmo (del griego hyle, materia y zoe, vida)

Doctor Ingeniero del ICAI y Catedrático de Economía Aplicada, Adolfo Castilla es también Licenciado en Económicas por la Universidad Autónoma de Madrid, Licenciado en Informática por la Universidad Politécnica de Madrid, MBA por Wharton School, Master en Ingeniería de Sistemas e Investigación Operativa por Moore School (Universidad de Pennsylvania). En la actualidad es asimismo Presidente de AESPLAN, Presidente del Capítulo Español de la World Future Society, Miembro del Alto Consejo Consultivo del Instituto de la Ingeniería de España, Profesor de Dirección Estratégica de la Empresa en CEPADE y en la Universidad Antonio de Nebrija.

Comentarios

  1. Rubicón Responder

    No solo hablaron de esa esencia no reductible a la materia los primeros filósofos hilozoístas. Posteriormente, Aristóteles fue todavía mucho más consciente de su existencia: dividía las cosas en «materia» y «forma», siendo la «forma» no la forma física sino la esencia de cada cosa (lo que hace que una cosa sea lo que es). La forma, por tanto, no es física sino eidos (idea) y, como dice Aristóteles, solo puede ser captada por algo que, a su vez, tampoco sea físico (como lo es un cerebro) sino solo por el alma humana o «intelecto agente» (inmaterial, unitario, eterno como las ideas y que abarcaría a toda la humanidad). El alma, como dice Aristóteles, es la forma o esencia de cada ser vivo: es vida y no puede confundirse con la materia corporal.

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