Hay historiadores y autores diversos a los que no les gusta la denominación de «revolución» para fenómenos de evolución de la humanidad como los que venimos comentando. Son en verdad fenómenos paulatinos a los que por cierto se les suele denominar «revoluciones» en tiempos posteriores a su ocurrencia. En el caso de la Revolución Industrial la primera vez que tal término se utilizó parece que fue en 1799 y de una forma intrascendente a la vez que la palabra industrialización. Posteriormente y de la mano de autores muy conocidos como Friedrich Engels, ya en 1840, y otros, el término se hizo común y se generalizó. Hay, por otra parte, etapas previas a todas estas revoluciones, son fases preparatorias que crean el sustrato para la nueva etapa, lo cual contribuye a la idea de continuidad en los procesos de cambio en nuestras sociedades. Esto es lo que se explica en este post en relación con la Revolución Industrial. La Revolución Agrícola medieval que en Inglaterra tuvo mucha importancia fue necesaria para que la Industrial surgiera a mediados del siglo XVIII.
(Continuación)
No hay que olvidar por otra parte que para entonces, es decir para antes de los siglos X y XI, y que se extendió hasta el siglo XIII, por lo menos, ya se había producido en el mundo lo que se ha llamado la “Revolución agrícola del Islam medieval”, o “Revolución verde de la Edad Media”. Se trata de un fenómeno que se extiende a lo largo de los siglos VIII al XIII y que coincide con la Edad de Oro islámica y la expansión del imperio islámico por Asia, África y parte de Europa. Para algunos autores es una época en la que se produce una primera globalización y una economía de carácter mundial.
Su fundamento estuvo en aspectos tales como: 1) el uso de la fuerza hidráulica de los ríos y otros cursos de agua unido al uso de la energía eólica ya existente pero que se utilizó mejor entonces, que llevó al desarrollo de instrumentos tales como la noria, el molino hidráulico, el molino de viento, la presa y lo saltos de agua, entre otros; 2) la adopción poco a poco de un concepto científico de la agricultura en el que los conocimientos sistemáticos se utilizaron para mejorar los métodos de cultivo, para introducir nuevos productos y para venderlos e, incluso, exportarlos: 3) la adopción de nuevas formas organizativas como la propiedad privada de la tierra, los sistemas de arrendamiento, las aparcerías y en su conjunto, la superación de formas feudales de explotación de las tierras fértiles; y 4) la introducción de nuevos productos en unas regiones mundiales procedentes de otras, lo cual llevó a la difusión en Europa del sorgo chino, y productos precedentes del subcontinente indio como el mango, el arroz, el algodón, la caña de azúcar y otros. Así como los cítricos y productos conocidos desde antiguo como la seda, el lino y el esparto. Mucho más adelante, después del descubrimiento de América, y través de España, se difundieron muchos nuevos productos agrícolas procedentes del Nuevo Mundo.
En Inglaterra en los siglos anteriores al XVIII se habían producido grandes mejoras en la agricultura no tanto en las máquinas utilizadas como en la organización empleada. La propiedad privada de la tierra se extendió, las fincas se cercaron, los cultivos se cambiaron y se diversificaron y los métodos de arriendo y aparcería se generalizaron. .
Para lo que aquí nos interesa lo destacable de ese periodo anterior a la Revolución Industrial es: a) la aparición del comercio y de los mercados; b) el surgimiento de una primera y limitada globalización; c) la difusión de la idea de crecimiento y mejora de la vida; y d) la importancia que en todo ello tuvieron los artesanos de todo tipo con particular referencia a los carpinteros y a los herreros.
Estos últimos van a proporcionar el sustento inicial de la Revolución Industrial, según veremos en los posts siguientes. Nos van a permitir, por otra parte, continuar con nuestras explicaciones sobre la evolución de la racionalidad humana y con la defensa de nuestra hipótesis básica de que la evolución de nuestro mundo se produce a través de la simbiosis de las capacidades manuales con las intelectuales del hombre. O por decirlo de una forma más general, como ya hemos aventurado, de la combinación de las cuatro habilidades fundamentales del ser humano: la manual, la intelectual, la artística y la científica.
Revisaremos algunos libros básicos, por cierto poco citados hasta ahora para no hacer difícil la lectura y el seguimiento de este blog, pero que utilizamos con gran profusión. Sobre ello podemos adelantar la relativamente baja referencia histórica que se hace a la tecnología y a su evolución en una mayoría de los libros de historia. Con frecuencia se presta mucha más atención a la evolución de la ciencia y de la racionalidad relacionada con ella. Tal es el caso, por ejemplo, de un libro notable del que ha aparecido en español en estas últimas semanas el segundo volumen. Me refiero a “Historia social del conocimiento. De Gutemberg a Diderot” e “Historia social del conocimiento Vol. II. De la Enciclopedia a la Wikipedia” de Peter Burke.
(Continúa en el post siguiente)