La prospectiva como ‘truco lógico’

En la presentación pública de un trabajo de prospectiva reciente, el presentador, un avezado político, dijo que el trabajo era muy bueno pero que había que esperar diez años para ver si las cosas que en él se decían se cumplían o no.

Cometió, en mi opinión, un grave error en cuanto a la interpretación de la prospectiva y en cuanto a su papel en nuestra sociedad. Se cargó además, automáticamente, el trabajo realizado y su utilidad para las autoridades que lo habían encargado.

¿Quien se va acordar dentro de diez años del trabajo realizado hoy?. ¿Cómo alguien puede gastar dinero en un estudio cuyo resultado se verá dentro de diez años?. ¿Qué utilidad puede tener diez años después el saber si hemos acertado o no?. Etc…

Los trabajos de prospectiva se hacen, no para esperar y comprobar los aciertos de lo que en ellos se dice, sino para disponer en el presente de una lógica explicativa de la realidad mejor que la proporcionada por el conocimiento del pasado y por el análisis de la actualidad.

El hombre sólo vive en el presente, delicada línea móvil imposible de fijar, en la que siente, razona, decide y actúa. Hablando en términos matemáticos diríamos que la vida es la integral de la superficie en el tiempo barrida por tal imaginaria línea avanzando a intervalos infinitesimales. Todo lo que hace, por tanto, tiene lugar en esa leve línea, aunque los resultados y consecuencias de sus actuaciones puedan surgir en el futuro y perdurar en el tiempo.

Históricamente el hombre ha caminado mirando al pasado y deduciendo de él sus patrones de comportamiento. Hoy sabemos que los mapas mentales surgidos en el cerebro de los hombres a través del tiempo, son los que dirigen sus reacciones y modos de actuación. Algunos hombres son capaces de analizar la realidad presente y deducir de ella nuevas concepciones que perfeccionan sus ideas previas. Otros, por fin, — los más avanzados –, son capaces de imaginar el futuro, tener visiones claras de él y ser creativos en cuanto a las posibilidades que el futuro ofrece. Si esas visiones se combinan en el presente con todo lo demás, y basándose en ello se toman decisiones y se actúa, los resultados finales pueden ser considerablemente mejores que los obtenidos sólo con el bagaje del pasado.

Aunque el hombre vive únicamente en la delicada línea mencionada que constituye el presente, y en todo caso en la superficie barrida por ella, su cerebro, ese prodigio de la evolución para unos y de la intervención puntual de Dios para otros, puede aplicarse con la misma facilidad a la interpretación del pasado, al análisis del presente y a la imaginación del futuro.

En el terreno de la empresa, de la administración pública, o de cualquier institución con propósito, en el que genuinamente se utiliza la prospectiva, la mejor manera de entender los fenómenos, decidir y actuar, es combinado los tres ejercicios preconizados en su método: 1) Ejercicio exploratorio; 2) Ejercicio típicamente prospectivo; 3) Ejercicio normativo.

El primero pasa por establecer tendencias de evolución y proyecciones que permitan establecer el futuro o escenario tendencial (o probable) de la realidad estudiada. El segundo exige gran imaginación y creatividad y se refiere al establecimiento de escenarios alternativos al tendencial. El tercero consiste en elegir el escenario más deseable (y posible) de todos los imaginados y establecer el plan de trabajo (en el presente en el que se vive) para alcanzarlo.

Hay como se ve una parte ciertamente predictiva (la primera), pero no es la predicción la que dirige el trabajo prospectivo y la que debe utilizarse para juzgar su eficacia. Al fin y al cabo si una empresa prevé un futuro negativo para su actividad y porque imagina futuros alternativos y toma medidas adecuadas para alcanzarlos, lo evita, quien puede decir que el ejercicio de prospectiva falló. La prospectiva es de esta forma un “truco lógico” que permite mejores decisiones a través de un ejercicio de reflexión sobre los futuros tendenciales, los potenciales y los deseables.

En nuestro mundo hay profetas, adivinadores, brujos, pitonisas y otros personajes que dicen tener la capacidad de adivinar el futuro o hacer predicciones correctas sobre él. El papel de la prospectiva es mucho más humilde: consiste sólo en ayudar a todos aquellos que tenga la urgencia de actuar (en el presente, claro), utilizando la visión de los futuros posibles para fijar objetivos y alcanzarlos. Es un trabajo formal de imaginación y creatividad puesto al servicio de una mejor interpretaciones del presente, una mejor forma de fijar objetivos y unas mejor manera de formular estrategias de actuación.

Doctor Ingeniero del ICAI y Catedrático de Economía Aplicada, Adolfo Castilla es también Licenciado en Económicas por la Universidad Autónoma de Madrid, Licenciado en Informática por la Universidad Politécnica de Madrid, MBA por Wharton School, Master en Ingeniería de Sistemas e Investigación Operativa por Moore School (Universidad de Pennsylvania). En la actualidad es asimismo Presidente de AESPLAN, Presidente del Capítulo Español de la World Future Society, Miembro del Alto Consejo Consultivo del Instituto de la Ingeniería de España, Profesor de Dirección Estratégica de la Empresa en CEPADE y en la Universidad Antonio de Nebrija.

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