La seguridad de una mayoría de biólogos actuales en cuanto a la explicación final de la vida a través de la materia y su evolución es una de las características de este grupo de científicos. Es cierto que los avances de los últimos 60 años han sido espectaculares y que hoy conocemos el contenido material y orgánico de la vida hasta niveles extremadamente profundos de la materia. Sabemos, por ejemplo, que estamos compuestos de combinaciones químicas del carbón, el nitrógeno y el fosfato. Todo ello es lo que llena de confianza a los biólogos en cuanto al origen químico y material del hombre y de todos sus componentes incluida la consciencia. Pero otros tipos de científicos, los físicos en concreto, han introducido dudas en esta visión monolítica de la vida. La Información, con mayúsculas, con especial énfasis en su parte semántica es la que da pie a visiones más complejas de la biología.
(Continuación del post anterior)
Los biólogos están hoy terriblemente envalentonados con los descubrimientos llevados a cabo en los últimos años en relación con esos componentes básicos de las células de los seres orgánicos y creen que todo puede ser descubierto y explicado a través de la materia. Son, probablemente, y como he dicho en otro lugar, los científicos actuales mas materialistas y monistas (sólo hay materia en nuestro mundo y todo ha nacido de ella).
Comentando esta cuestión en una conferencia reciente celebrada en Madrid con el título ¿Puede la ciencia definir la vida? (Universidad Pontificia Comillas. Cátedra Ciencia, Tecnología Religión. Martes 12 y miércoles 13 de junio de 2012), cuyo folleto anunciador puede verse arriba, el primer conferenciante François Euvé, especialista en el pensamiento de Teilhard de Chardin y decano de la facultad de teología del “Centre Sèvres” de Paris, hizo una afirmación interesante
Ante mi comentario de que los biólogos eran los científicos actuales más materialistas, contestó: “la Bilogía es una ciencia muy joven y no ha aprendido todavía la realidad de nuestro mundo, antes o después los biólogos se encontrarán con el misterio, es decir, con aquello que no puede ser explicado a través de la materia”
Los físicos parecen haberse enfrentado a ese algo imposible de explicar materialmente a partir del descubrimiento de la realidad cuántica de nuestro mundo, y ahí es donde podemos volver al libro de Gleick.
Considera nuestro autor que fueron los físicos los que llevaron originalmente la duda a los biólogos y los que introdujeron por primera vez el concepto de información en la investigación de la vida. Fue un físico notable, Erwin Rudolf Josef Alexander Schrödinger (1887 – 1961), Premio Nobel de Física de 1933, el que en su libro ¿Qué es la vida?, publicado por primera vez en inglés en 1944, aportó ideas interesantes sobre la importancia de la información en la generación de la vida.
Se trata de un libro pequeño, producto de unas conferencias divulgativas impartidas en Londres, considerado como una obra menor de este autor, pero que ha sido desde su publicación muy influyente entre los biólogos y premonitor del desarrollo posterior de la Biología. Como recuerda Gleick y conocemos por otras fuentes, muchos físicos se vieron inclinados a pasarse al terreno de la Biología tras su lectura. Uno de los más conocidos es Francis Harry Compton Crick (1916 – 2004) que tras leer el libro de Schrödinger abandonó la Física para dedicarse a la Biología y que años después fue el descubridor de la estructura del ADN junto con James Dewey Watson (1928 – ). Los dos junto a Maurice Wilkins (es decir, los tres) obtuvieron el Premio Nobel en Fisiología o Medicina de 1962.
Schrödinger sugirió en su libro dos ideas importantes: una, que la vida no es ajena a la termodinámica y que los sistemas biológicos mantienen y amplían su complejidad expulsando la entropía, es decir, usando neguentropía o información; y otra, que la química de la herencia biológica debe basarse en la existencia de lo que llamó un “cristal aperiódico”, en el que la periodicidad exigida a un cristal debe estar aportada por una secuencia informativa. Eran tiempos en los que todavía no se conocía el papel de los ácidos nucleicos en el almacenamiento y transmisión de la herencia genética.
(Continúa en el próximo post)