Internet como Noosfera

Se continúa explicando en este post la posibilidad de que Internet termine siendo inteligente y constituya esa nueva capa de pensamiento sobre nuestro planeta de la que hablaba Teilhard. Un capa que fuera un paso más en la complejificación y adquisición de consciencia del hombre y su mundo en su proceso evolutivo hacia el Punto Omega. Mis aportaciones al tema son, que desde luego es más fácil que Internet se haga inteligente y consciente que tal cosa ocurra en un ordenador o en una máquina aislada, y, también, que para que tal fenómeno tenga lugar deberemos utilizar Internet mucho más inteligentemente de lo hecho hasta ahora. Se dan razones para ello basadas en las explicaciones que se han venido aportando en este blog desde que se comenzó a tratar el tema de la Información (con mayúsculas) a partir de la revisión del libro «La Información. Historia y Realidad» de James Gleick y el de la consciencia abordado por Christof Koch en su último libro, «Consciousness».

(Continuación)

Las ideas de Teilhard resumidas en el post anterior son bastante especiales y difíciles de explicar y aceptar. Son excepcionalmente imaginativas pero tienen problemas para enraizarse con los conocimientos científicos, especialmente los de la época en que fueron formuladas. En la actualidad son más entendibles, especialmente después de que un biólogo famoso como Julian S. Huxley (1887 – 1975) dijera, después de Teilhard, pero no demasiado después, cosas como: “La evolución no es nada más que la materia haciéndose consciente”.

Christof Koch menciona esa frase de Julian Huxley (hermano mayor, como se sabe, del famoso escritor Aldous Huxley ) y se refiere a muchos otros fenómenos de nuestros tiempos que pueden relacionarse con las ideas de Teilhard. Sus propias ideas y las de su colega Giulio Tononi sobre el poder de la “información integrada” aplicada a la inteligencia de las máquinas, a su crecimiento exponencial y a la interconexión de muchas de ellas a través de Internet, lleva a cálculos realmente notables. Sólo hay que pensar, según Koch, en los billones de ordenadores actuales existentes en el mundo y en los cientos de millones de transistores que los constituyen y podrían quedar integrados masivamente a través de Internet. Koch calcula que sólo en la actualidad se podría hablar de 10 elevado a 18 transistores interconectados y compara ese número — asumiendo además que un transistor sea equivalente a una neurona y sus sinapsis — con el número 10 elevado a 15 de sinapsis de un cerebro humano. En una palabra, la complejificación extrema de la que probablemente ha surgido el cerebro y la mente de los seres sentientes, primero, y conscientes, después, está ya entre nosotros. Está en Internet, la cual puede llegar a ser algo equivalente a la Noosfera citada anteriormente.

Una última consideración personal en relación con esa posibilidad de que Internet termine trasformándose en una especie de inteligencia para nuestro planeta, es que, en mi opinión, es mucho más probable que lo que llamamos una “máquina espiritual” se produzca a través de, o en, Internet que a través de, o en, los ordenadores aislados. Como he dicho anteriormente en este blog, los ordenadores necesitan mucho todavía para llegar a ser verdaderamente inteligentes, o espirituales. Necesitan ser indeterminados e inciertos (lo que podría conseguirse quizás si se construyeran ordenadores cuánticos) pero, sobre todo, deberían estar dotados de “impulsos vitales”, es decir, de algo incluido en el interior de sus circuitos y de sus transistores que los hiciera ser capaces de crear por sí mismos conexiones, capaces de cambiarlas automáticamente, y, capaces, por fin, de hacer desparecer aquellas que no sean necesarias en un momento determinado.

Mi opinión es que todo esto último será muy difícil, casi imposible, de crear en un ordenador, pero es elemental y ya existe en Internet. El “impulso vital” en Internet y en la nube de ordenadores hacia la que vamos, está presente en los hombres que crean y mantienen esas infraestructuras, que son en realidad los que se interconectan (junto con los ordenadores que lo permiten); la incertidumbre e indeterminación necesarias para que surja la imaginación, la creatividad, la inteligencia y la consciencia, son aportadas asimismo por los hombres interconectados; y la posibilidad de construir nuevas interconexiones, cambiarlas y destruirlas existe ya abundantemente en la gran Red.

El resumen por tanto es que la verdadera inteligencia será más fácil que aparezca en Internet que en un ordenador aislado y que será la humanidad interconectada a través de la Red la que tendrá la posibilidad de dar lugar a una nueva consciencia, una consciencia planetaria en este caso. Para ello será necesario que los hombres utilicemos Internet para actividades más serias y profundas de lo que hacemos hoy, es decir, que lo hagamos para actividades cognitivas, intelectuales, culturales y artísticas, en vez de para simples tareas de intercambio de información convencional, entretenimiento, diversión o relaciones superficiales.

Internet debe dar lugar a través de la interconexión de máquinas y cerebros humanos a un nuevo nivel de ideas abstractas. Unas ideas más elevadas, más comprensivas y más perfectas en todos los sentidos que las ideas de menor nivel producidas por los actuales cerebros humanos. Unas ideas (y unos consensos) que sirvan para encontrar las soluciones a los problemas de nuestro mundo que no acaban de encontrar los hombres relativamente aislados de hoy. Dichos “hombres aislados” y sus ordenadores deben cargarse de información y de inteligencia y su integración a través de redes sociales diversas debe producir la nueva mente planetaria y las nuevas ideas abstractas de una forma superior de vida. Dichas ideas consensuadas, elaboradas y de más nivel que las de los individuos aislados, volverán a ellos, y por lo tanto el hombre no será una simple “neurona” del nuevo sistema, sino un ser enriquecido y completado.

La idea de esa Internet inteligente, y quizás consciente, se acerca mucho, no tenemos que insistir en ello, a la idea de Noosfera de Teilhard

(Continúa en el post que sigue)

Doctor Ingeniero del ICAI y Catedrático de Economía Aplicada, Adolfo Castilla es también Licenciado en Económicas por la Universidad Autónoma de Madrid, Licenciado en Informática por la Universidad Politécnica de Madrid, MBA por Wharton School, Master en Ingeniería de Sistemas e Investigación Operativa por Moore School (Universidad de Pennsylvania). En la actualidad es asimismo Presidente de AESPLAN, Presidente del Capítulo Español de la World Future Society, Miembro del Alto Consejo Consultivo del Instituto de la Ingeniería de España, Profesor de Dirección Estratégica de la Empresa en CEPADE y en la Universidad Antonio de Nebrija.

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