Nuestro último comentario, de momento, sobre el trabajo de Penrose y Hameroff tiene que ver con la Inteligencia Artificial Fuerte, es decir, con la posibilidad de que el hombre termine construyendo máquinas conscientes o espirituales. Hasta ahora estos autores, sobre todo el primero, habían concluido que tal posibilidad no existía ya que la consciencia no es un asunto sólo de computación que es lo que puede hacer un ordenador.
Por lo dicho en el artículo comentado la imposibilidad sigue existiendo pero por razones de la velocidad de computación que sería necesaria. Un argumento muy diferente al utilizado por Penrose en ocasiones anteriores.
Como dicen PYH en su artículo el automatismo de los microtúbulos dentro de las neuronas cerebrales puede constituir un nivel de cálculo y proceso de la información mucho más profundo que el nivel en el que se mueve la Inteligencia Artificial Fuerte.
Las cifras que PYH dan en su artículo pueden resultar decepcionantes para los investigadores de la IAF. Aproximadamente 10 elevado a 8 tubulinas en cada sistema de conmutación (enrejado de tubulinas en un microtúbulo) de una neurona en un rango de 10 elevado a 7 vibraciones por segundo da un una capacidad de información a nivel de un microtúbulo de 10 elevado a 15 operaciones por segundo por neurona. La IAF que se apoya en la creciente capacidad de cálculo de los ordenadores ha calculado que la velocidad necesaria para reproducir el cerebro humano es de 10 elevado a 16 operaciones por segundo (10 elevado a 11 neuronas en el cerebro por 10 elevado a 3 sinapsis por neurona por 10 elevado a 2 transmisiones por segundo por sinapsis). De acuerdo con PYH la capacidad de cálculo del cerebro a nivel de microtúbulos seria potencialmente de 10 elevado a 26 (10 elevado a 15 operaciones de cálculo por segundo en cada neurona por 10 elevado a 11 neuronas en el cerebro), algo verdaderamente decepcionante y enojoso para los investigadores de la IAF.
Este argumento de imposibilidad de reproducir la capacidad del cerebro y por tanto de hacer máquinas conscientes, o máquinas espirituales como diría Kurzweil, por motivos de la capacidad de cálculo de las máquinas, es muy distinto sin embargo al que siempre ha utilizado Penrose. Este autor ha hablado siempre de la imposibilidad de reproducir la consciencia basándose en los teoremas de Gödel que hablan de las limitaciones de los sistemas de lógica matemática y, por tanto, de los cálculos matemáticos que tendría que hacer un ordenador para ser consciente, es decir, de que la computación no sería lo único necesario para la consciencia y de que los sitemas lógico-matemáticos no son completos en sí mismos ni pueden explicarse ellos mismos..
La verdad es que siguiendo las explicaciones relacionadas con los microtúbulos y con su posible funcionamiento cuántico dadas por PYH en el artículo tomado como referencia y teniendo en cuenta que también los hombres van detrás de hacer realidad los ordenadores cuánticos y los biológicos, las máquinas espirituales pueden estar más distantes de lo que se pensaba, pero parecen no ser imposibles.
Es una buena pregunta a hacer a Penrose o Hameroff si coincido con ellos en alguna próxima conferencia.
El artículo de PYH es extenso y aborda varias otras cuestiones. Dedica bastante espacio, por ejemplo, a explicar la OR (Objective Reduction) y la Orch OR (Orchestrated Objective Reduction) e incluye un largo apartado destinado a responder a las muchas críticas que sus teorías han recibido.
Para alguien no experto en estos temas como yo pero con gran curiosidad sobre ellos, la gran perplejidad surge en lo relativo a la consciencia cósmica o consciencia preexistente en el Universo. ¿Es esta una hipótesis apriorística o una exigencia para que el mundo discontinúo, probabilístico y “surrealista” subatómico pueda tener continuidad en el mundo físico en el que vivimos y al que observamos?.
¿Es la consciencia cósmica la que hace que surja la consciencia personal en los microtúbulos de las neuronas de una persona?.
¿Y si esto es así de qué sirven las explicaciones de Frölich sobre la condensación o coherencia de los dipolos de las bio-moléculas a partir del calor del entorno?.
Necesito con seguridad seguir estudiando a Penrose, Hameroff y el resto de los autores citados, muchos de ellos con artículos en el Número 14 del “Journal of Cosmology”, pero es una ardua tarea seguir a estos autores tan imaginativos, especialmente al primero, ya que como bien se sabe sus conocimientos y su creatividad no tienen límites.
Sus recientes aportaciones sobre una nueva cosmología emitidas en 2010 e incluidas en su libro “Ciclos del Tiempo” conocida como “Conformal Cyclic Cosmology (CCC)”, es otro monumento a la creatividad y a la ciencia imaginativa.
Su propuesta de que el Big Bang no es algo único sino algo recurrente que ha existido muchas veces y seguirá ocurriendo ya que el mundo surge de esa singularidad, se expande y vuelve a reducirse para empezar de nuevo y así sucesivamente una y otra vez, es realmente espectacular. No es la primera vez que tal teoría se ha formulado pero Penrose la explica con argumentos sólidos e incluye en ella la idea del “aeon”, es decir, la idea de la vida, del ser consciente y de la existencia eterna. La vida y la consciencia aparecen siempre en cada expansión del Universo porque es algo inherente a ello.