Durante siglos el estudio de la inteligencia y del conocimiento correspondió a los filósofos, pero en el siglo XIX los psicólogos entraron con fuerza en este campo de la mano de Wilhelm Wundt (1832-1920), fisiólogo y psicólogo alemán considerado el padre de la psicología experimental y de la psicología cognitiva. A largo de varias décadas los psicólogos tuvieron mucho que decir sobre la materia, hasta el punto de que en un momento determinado a principios del siglo XX, y de la mano del psicólogo americano, John B. Watson (1878-1958), el behaviorismo o conductismo monopolizó en gran manera el esfuerzo investigador en este terreno. Esta escuela negó prácticamente la existencia de la mente, y consideró que la conciencia, la introspección y otras actividades mentales, no eran objeto de conocimiento científico. B. F. Skinner y otros psicólogos llevaron este enfoque a sus últimas consecuencias, pero a partir de 1956 las cosas cambiaron de forma importante. Tres acontecimientos trajeron consigo nuevos enfoques. George Miller (1920-) psicólogo americano, profesor en las universidades de Princeton, Rockfeller University, MIT y Harvard, investigó sobre las limitaciones del pensamiento humano, especialmente en términos de memoria, y sugirió la posibilidad de un almacenamiento externo de la información necesaria para el hombre, proponiendo una serie de representaciones y procedimientos de codificación y decodificación de la información. No hay que olvidar al respecto que los ordenadores eran todavía en esa época incipientes y engorrosas máquinas de cálculo muy poco difundidas. El segundo se apoyó en la rápida evolución de los ordenadores y el desarrollo del software, hechos que permitieron que un reducido grupo de investigadores de diversos campos formado inicialmente por John McCarthy( 1927- ), Marvin Minsky (1927- ), Allen Newell (1927-1992) y Herbert Simon (1916-2001), crearan el área de actividad conocida como Inteligencia Artificial. El tercero, por último, fue la labor de Noam Chonsky (1927- ), también en esos años, rechazando las hipótesis de los behavioristas en relación con el lenguaje como hábito aprendido por la repetición y proponiendo una explicación de la comprensión del lenguaje basada en la existencia de reglas gramaticales mentales. El nombre en sí de Cognitive Science se debe a Christopher Longuet-Higgins quien lo acuñó en 1973 al comentar el famoso Lighthill report sobre Inteligencia Artificial. En los 70 se constituyó la ya mencionada Cognitive Science Society y comenzó a publicarse la revista Cognitive Science. Estos hechos, según la Stanford Encyclopedia of Philosophy y otras fuentes, constituyen el origen de la Ciencia Cognitiva como tal. Terreno en el que en España tenemos a algún que otro destacado especialista y divulgador como el filósofo José Antonio Marina, quien en su libro Teoría de la inteligencia creadora, da una lección magistral sobre el tema.
Cognotecnología (I)
