Este post se dedica a dar alguna información general sobre los comienzos de «La Enciclopedia de Diderot y d’Alembert». Se pone énfasis en el proyecto intelectual y editorial que su publicación supuso a mediados del siglo XVIII y sobre el papel destacado de Diderot como editor principal de la misma, una figura intelectual notable en su tiempo, algo olvidada posteriormente, y reivindicada con fuerza hoy por algunos autores franceses. Se hacen también unas primeras consideraciones sobre el papel jugado por esta obra en la definición y difusión de la nueva racionalidad humana que en esa época toma forma.
La Enciclopedia francesa del Siglo XVIII, a veces conocida como la “Enciclopedia de Diderot y d’Alembert”, fue un instrumento decisivo para la construcción de la nueva racionalidad que se abrió camino en el mundo en aquella época y para su difusión profusa en un gran número de países.
Hay mucha literatura, en Francia y en otros países, sobre este gran esfuerzo francés de aportar conocimientos, luces, inteligencia y nueva lógica a la humanidad. Se sigue escribiendo sobre la Ilustración y sobre L’Encyclopédie y los libros de Philipp Blom mencionados en posts anteriores son un ejemplo de ello.
Justo ahora, por cierto, el historiador, prospectivista e intelectual francés Jacques Attali, acaba de publicar el libro “Diderot, ou le Bonheur de Penser”. Se destaca en él, por supuesto, la figura de Denis Diderot (1713 – 1784) y se le sitúa por encima de otros ilustrados y enciclopedistas (tales como Rousseau, d’Alembert, d’Holbach, Condillac..) a los cuales inspiró, por un lado, y de los fue editor de sus obras por otro.
Dice Attali que Diderot fue un hombre “inmensamente inteligente, un pozo de ciencia, totalmente libre, locamente amoroso e increíblemente creativo”. Lo considera mucho más importante que los otros autores de la Ilustración porque pensó antes que ellos sobre los derechos del hombre, la revolución, y la unidad de la especie humana, además de por haber construido el pedestal o mejor, la peana, de la revolución política, filosófica y económica de Europa.
Más curioso que esas alabanzas, sin dudas adecuadas, resulta su afirmación de que Diderot será “…el único filósofo de la Ilustración cuya estrella se agrandará. El único que seguirá siendo útil tanto por sus ideas como por su forma de pensar”.
Digo curioso, porque Philipp Blom, que es alemán, por cierto, indica que tanto Diderot como d’Holbach, que tan importantes fueron para sacar adelante L’Encyclopédie y tan destacado papel jugaron en la Ilustración, han dejado de ser importantes, entre otras cosas porque sus obras no han pasado a la posteridad. Creo que hemos citado en otros posts que el mismo Diderot se quejó constantemente en su vida de que el proyecto de editar y publicar esta gran obra durante más de veinte años, le había impedido dedicar más tiempo a su propia labor como escritor y filósofo.
Fue sin duda un hombre notable pero le costó mucho hacerse un sitio en el mundo intelectual de su tiempo y más que sus obras personales destaca en su vida, no sólo la Enciclopedia, sino su labor como orador, conferenciante y animador central de las tertulias de los salones de París de la segunda mitad del siglo XVIII. Entre esos salones, el del Barón d’Holbach (1723-1789) fue el principal, y en el que Diderot brilló como un Rey del pensamiento y la oratoria. D’Holbach, además, amigo y colaborador de Diderot durante toda su vida, fue el soporte incondicional de La Enciclopedia tanto en términos de financieros como en términos de gestión e, incluso, en términos de número de artículos científicos publicados en ella.
Los editores de La Enciclopedia, por ejemplo, no consideraban al principio a Diderot una figura de suficiente categoría científica e intelectual como para llevarla adelante y atrajeron al proyecto a Jean Le Rond D’Alembert (1717 – 1783), un reconocido matemático y filósofo que ya era muy popular en los años anteriores a la publicación de la obra que comentamos.
Lo anterior puede resultar oportuno pero quiero indicar que no es misión de este blog repetir lo que se puede encontrar en muchos otros lugares sobre La Enciclopedia y su historia. Deseo simplemente destacar que en ella se produce por primera vez de una manera formal, la fusión entre los conocimientos intelectuales, científicos y artesanales, lo que es muy bueno, y se defiende una interpretación del mundo totalmente materialista y laica, lo que no lo es tanto. Nadie de los que la siguieron se escandalizó de ello, en un mundo acostumbrado a que el pensamiento fuera en primer lugar la conexión con Dios, y en segundo, la labor de los hombres nobles y libres ocupándose exclusivamente de la lógica, la retórica y la gramática.
La nueva racionalidad y la nueva cosmovisión, en las que la humanidad se adentró a partir de entonces va a quedar establecida en esta magna obra editorial. Es la gran simbiosis del pensamiento racionalista con el empirismo, los conocimientos sobre la naturaleza e, incluso, el saber artesanal sobre los utensilios y las herramientas. A ella hemos hecho referencia ya en varias ocasiones para señalar que de esa simbiosis ha surgido el mundo fuertemente científico y tecnológico en el que vivimos.