Después de reflexiones diversas sobre la ciencia actual y sobre la gran revolución que supone Internet y todo lo relacionado con la Información y la Comunicación, nos hacemos en el presente post preguntas básicas y antiguas sobre el hombre mismo. ¿Qué somos y de donde venimos?, es una pregunta antigua y recurrente, la cual volvemos a plantear aquí. Lo hacemos para establecer hipótesis un tanto aventuradas, especialmente por su carácter de especulativas.
La consciencia como componente de nuestro Universo
Sé muy bien que la consciencia sólo la concebimos los hombres como algo ligado a un soporte físico como es nuestro cerebro y que creemos que sólo existe en nosotros mismos. No nos parece que pueda existir consciencia en el aire, en la naturaleza o en los animales. A pesar de eso quiero lanzar la idea de que los hombres “somos consciencia y en consciencia nos convertiremos”, parodiando la antigua y entrañable frase utilizada por la Iglesia Católica en su liturgia del Miércoles de Ceniza. Por decirlo de una vez, y desde luego como una hipótesis excesivamente imaginativa: antes del Big Bang existía “consciencia cósmica”, la cual sigue existiendo hoy como componente principal de nuestro universo[1].
La consciencia se decanta en “información”, esta, a su vez, se decanta, o produce, “energía”, la cual da lugar a la “materia”. La materia, por otra parte, genera “vida”, la vida, con la información y la energía constituyendo siempre dos componentes principales, hace germinar la “inteligencia”, la cual deviene en “consciencia” en el interior del hombre. Es un “uroboros” moderno al que nos acerca, en mi opinión, los avances científicos y tecnológicos actuales.
La famosa relación entre materia y energía de Albert Einstein
Y se podría dar un paso más en este terreno de la imaginación desbocada en el que por un momento me adentro, diciendo que Einstein se quedó corto al formular su famosa ecuación: E = m.c2,, la cual relaciona la materia y la energía. En línea con lo que aventuramos, se me ocurre que se podrían dar dos pasos adicionales: 1) I = E.c4, relacionando la energía y la información; y 2) C = I. c8, relacionando la información y la consciencia.
Y en definitiva relacionando todo en la cadena de igualdades siguiente:
C = I.c8 = E.c4. c8 = m.c2.c4.c8 = m. c14
Siendo siempre “c” la velocidad de la luz, y dando el escalón final de las igualdades indicadas una idea de la magnitud de las explosiones que nos trajeron a la vida. Para que surja materia de la “consciencia cósmica” se necesita elevar a 14, según esta hipótesis aventurada, la velocidad de la luz. Para estos temas resulta muy adecuado el libro de Brian Cox y Jeff Forshaw, ¿Por qué E=mc2?[2]
Pero muchos científicos se quedan en la “sopa primigenia” posterior al Big Bang, en la que había minerales sueltos que se unieron para formar los primeros átomos y las primeras moléculas. A partir de ahí es el azar el que forma nuestro mundo y a ellos les corresponde encontrar mediante demostraciones cómo han ido ocurriendo las cosas. Los científicos arrancan de un punto cuyo origen deja muchas preguntas abiertas pero avanzan, digamos que hacia la derecha, o hacia adelante, por decir algo, buscando hechos, patrones y leyes de funcionamiento. En su actividad tienen la enorme ayuda del método científico y la necesidad de demostrar las hipótesis que formulan.
Dos formas de razonar: la científica y la filosófica
Otros hombres, más subjetivos, indagan en la dirección contraria, es decir hacia la izquierda, o hacia atrás, pero en su labor no hay método ni demostración, sólo la reflexión los guía. Mi opinión es que sus propuestas deberían ser siempre de poca amplitud, es decir que no deben alejarse excesivamente de donde arrancan los científicos y de donde llegan estos en sus explicaciones. Precisamente, opino yo, el esoterismo o las posturas religiosas extremas, resultan de un alejamiento excesivo de las posiciones científicas.
Los científicos, por otra parte, deberían prestar atención a lo que sugieren los filósofos y pensadores diversos, no científicos. Eso es parte de la convergencia que buscamos en este trabajo.
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[1] De momento estamos hablando de Energía Oscura, sin saber qué puede ser tal elemento o componente de nuestro mundo. La Energía Oscura simplemente es algo imaginado por los hombres para explicar el fenómeno de inflación cósmica o expansión acelerada del Universo, pero también podríamos imaginar su relación con una consciencia en el Universo, necesaria para explicar otros fenómenos de nuestro mundo.
[2] Brian Cox y Jeff Forshaw, ¿Por qué E=mc2? (¿y por qué debería importarnos?, Debate, Barcelona, 2013