Un tercer libro se sitúa a un nivel intermedio en cuanto a las posibilidades de la nueva revolución para hacer cambiar al hombre y a su cerebro

Se trata de una publicación del bien conocido Fukuyama en el cual vuelca en ella su experincia como miembro del Comité de Bioética creado por el prsidente Bush hace unos años

El tercer libro a glosar es el de Francis Fukuyama, Our Post-Human Future. Fukuyama es el conocido autor del controvertido, The End of History and the Last Man. Es Bernard Schwartz Professor de Economía Política Internacional en la Escuela Paul H. Nitze de Estudios Internacionales de la Universidad Johns Hopkins. Fue nombrado en 2002 miembro del Consejo Asesor del Presidente de los Estados Unidos sobre Bioética.

En este libro Fukuyama parece actuar como regulador profesional de un cuerpo al servicio de una Administración Pública conservadora como la de George Bush Junior. Su mensaje es conservador y a favor del control social de la tecnología, aunque comienza su libro analizando las ventajas para el hombre de las nuevas tecnologías genéticas e introduciendo relatividad sobre el hombre y lo humano, análogamente a los dos autores anteriores. No ve en ese sentido, grandes problemas sobre la superación del Homo sapiens actual y por eso habla también de un futuro post-humano para el hombre. Pronto, sin embargo, comienza buscando algo sobre lo que apoyarse en cuanto a establecer reglas y directrices para actuar sobre dicho futuro.

Buscando razones para el control social de la tecnología genética, recuerda en el primer capítulo de su libro, dos de las publicaciones del siglo pasado más representativas en relación con predicciones sobre el futuro de la Humanidad. Se trata de 1984, de George Orwell (publicada por primera vez en 1949) y Brave New World, de Aldous Huxley, (publicada en 1932) Considera Fukuyama que la primera ha acertado en describir una sociedad de la información y de los conocimientos como la actual, en la que todos los hombres están interconectados, pero ha fallado en cuanto a la existencia de un Big Brother que todo lo controla y centraliza. Internet, según él, va en una dirección absolutamente contraria: es el terreno de la libertad total, de la autonomía individual y de la descentralización.

Considera también que la Sociedad de la Información y las tecnologías de las telecomunicaciones y la comunicación, necesarias para ello, se han desarrollado sin ningún control social, porque nunca se han considerado peligrosas para la sociedad. A este aspecto le da mucha importancia, al basar en la potencial peligrosidad de una tecnología la necesidad o no de control y planificación.

En cuanto a Brave New World, considera que es ahora, y sobre todo en los próximos años, cuando sus predicciones pueden contrastarse con el mundo real, al referirse a un futuro en el que hombre podrá manipularse a sí mismo produciendo criaturas de características determinadas. Prevé que al igual que ha ocurrido con las predicciones de Orwell, tampoco en el caso de Huxley, las cosas llegarán a ser tan malas como este último autor suponía. Confía así, como otros autores, en el hombre y en sus capacidades de encontrar el camino correcto de evolución, por más que haya momentos en que se tengan serias dudas sobre ello.

Para demostrar la existencia de terrenos tecnológicos en los que la sociedad ha actuado con energía controlando y limitando los desarrollos, revisa lo ocurrido con la tecnología nuclear, ratificando el éxito alcanzado. Basándose en este ejemplo concluye que no puede haber reservas en cuanto la capacidad del hombre para controlar determinados desarrollos tecnológicos y en cuanto a la bondad de ello. Avalando así la práctica de una evaluación social de la tecnología.

Como no todo es válido en la revolución genética actual , se plantea trazar las líneas rojas que no deben superarse y encuentra los criterios para ello en la Naturaleza física de mundo y en la conexión del hombre a ella. Es decir, hay una naturaleza humana, íntimamente unida a la Naturaleza con mayúsculas, y surgida de ella, cuya conservación parece merecer la pena.

En cuanto a cómo llevar a cabo el control, es firmemente partidario de la legislación y la regulación, no considerando suficiente la reflexión y el consejo asesor de expertos y científicos.

(Foto arriba: FreeFoto.com)

Doctor Ingeniero del ICAI y Catedrático de Economía Aplicada, Adolfo Castilla es también Licenciado en Económicas por la Universidad Autónoma de Madrid, Licenciado en Informática por la Universidad Politécnica de Madrid, MBA por Wharton School, Master en Ingeniería de Sistemas e Investigación Operativa por Moore School (Universidad de Pennsylvania). En la actualidad es asimismo Presidente de AESPLAN, Presidente del Capítulo Español de la World Future Society, Miembro del Alto Consejo Consultivo del Instituto de la Ingeniería de España, Profesor de Dirección Estratégica de la Empresa en CEPADE y en la Universidad Antonio de Nebrija.

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