Europa se enfrenta a una época difícil, pero desde el punto de vista económico el «estancamiento secular» al que se hace referencia aquí, no es de su exclusividad. La mayor parte de los países desarrollados están bajo ese síndrome aunque en los Estados Unidos se note menos por el buen comportamiento reciente de su economía. Además de referirnos a ello en este post recogemos las conclusiones de la reunión del Proyecto LINK en forma de diagnóstico general y sugerencias hechas en él sobre políticas de actuación.
Lo que pasa en Europa relacionado con las diferentes interpretaciones de los indicadores claves de la situación económica, la rigidez de los objetivos fiscales, las dudas sobre las políticas de actuación, la lentitud de las actuaciones y, sobre todo la falta de decisiones, ocurre en mayor o menor medida en otras regiones mundiales. Por eso las conclusiones que se obtienen de las predicciones sobre la economía mundial de la reunión de octubre de 2014 del Proyecto LINK, son, además de los valores cuantitativos de predicción de todas las variable económicas incluidas en las distintas tablas, en un sentido más cualitativo, parcialmente las que siguen.
Diagnóstico
El diagnóstico general, con especial referencia a los países desarrollados, es lo que en inglés se nombra con la expresión “secular stagnation”, un término al parecer acuñado por Financial Times, bajo el que hay que entender una situación de estancamiento económico a largo plazo de países con alta renta per cápita, caracterizado por un crecimiento como el de los Estados Unidos, Europa y Japón, muy por debajo de su capacidad de crecimiento potencial.
Otras conclusiones se refieren a:
Indicadores muy deficientes pero falta de evidencia en cuanto a su significado y dudas profundas sobre las actuaciones necesarias para corregirlos.
Falta de innovaciones tecnológicas radicales que permitan la creación de valor y la incorporación de mano de obra.
Envejecimiento de la población y disminución de la fuerza de trabajo.
Dudas sobre el comercio internacional y sobre el impacto de la desigualdad en el mundo.
Debilidades estructurales en Europa, en Japón y en las economías emergentes.
Políticas de actuación
Todo lo cual lleva a recomendar unas políticas de actuación a nivel mundial que van de lo más concreto y convencional a lo más novedoso.
Los países desarrollados, por ejemplo, deberían flexibilizar sus consolidaciones fiscales y adoptar una política monetaria más acomodaticia.
Los países en vías de desarrollo, por otra parte, deberían jugar con las políticas fiscales y las monetarias adaptándolas a las circunstancias particulares de cada uno de ellos.
En términos generales y con más referencia a los países desarrollados, se debería: a) buscar y apoyar un crecimiento más robusto; b) normalizar la política monetaria; c) crear empleo y proteger a los desempleados; y d) hacer progresar las negociaciones de la ronda Doha de la WTO (Organización Mundial de Comercio).
Y en lo relativo a coordinación de políticas internacionales, sería deseable: la mitigación de los impactos negativos de la falta de coordinación de políticas; adoptar reformas en las regulaciones financieras mundiales; buscar la cooperación internacional en materia de impuestos; y pasar, por lo que se refiere a las propias Naciones Unidas, de las Metas de Desarrollo del Milenio (MDGs) a Metas de Desarrollo para la Sostenibilidad (SDGs).
Y de una manera más específica: estimular el crecimiento de la productividad con mayores inversiones en educación y mayor participación en la economía de la fuerza de trabajo mundial; mantener por más tiempo los tipos de interés bajos, o negativos; mejorar la coordinación internacional de políticas económicas y la supervisión o regulación macroprudencial; y reducir la incertidumbre del sector privado.