Hacemos un alto en nuestras reflexiones sobre el bien común para destacar o resumir los aspectos e índices que demuestran que los niveles de pobreza y desigualdad son deficientes en España. Lo son también en muchos países desarrollados y prevalecen a través de los años. No se pueden dar vueltas a este hecho y surgen las dudas de si esta situación es inevitable bajo el sistema de funcionamiento de nuestras sociedades.
A pesar de que los hechos son así de claros, mucha gente o no es consciente de ellos o creen que no hay solución para los mismos. Al fin y al cabo estamos tratando de sistemas de medida y de estadísticas, y por mucho que reflexionemos siempre habrá un continuo entre el que más y el que menos tiene. Los porcentajes además responden a funciones de densidad de probabilidad. Siempre habrá, por ejemplo, un 10 % que más tiene y un 10 % que menos tiene. Aunque el problema surge cuando, como ocurre en la actualidad, un 1 % posee lo mismo que el 99 % restante.
(Imagen de arriba tomada de TARINGA: https://www.taringa.net/posts/offtopic/17599267/El-bien-comun.html)
Pobreza severa y umbral de pobreza

A estas alturas de nuestro trabajo debemos hacer un resumen de lo dicho hasta ahora sobre el bien común. De forma breve se podría indicar que muchas sociedades desarrolladas distan bastante de disponer de un nivel aceptable de bien común. Tal nivel por otra parte se deteriora con frecuencia, como es el caso concreto de España.
De hecho todas las crisis económicas (muy numerosas en nuestro sistema de libre mercado), de origen financiero la mayoría de ellas, generan situaciones de alto desempleo, bajos sueldos, precariedad, disminución de la renta disponible de las familias, desigualdad excesiva, pobreza severa y fenómenos como la disminución de la clase media y la aparición de los llamados “nuevos pobres”.
Para nuestro caso hemos dado ya muchos datos en los posts anteriores pero a modo de referencia nos quedamos con el 6 % de pobreza severa y el 23 % de población española en el umbral de la pobreza indicado en los últimos informes de FOESSA. Son porcentajes para 2014 y están relacionados con el porcentaje de línea de pobreza dado por las Naciones Unidas para 2012 que fue de un 21,1 %.
Son muy conocidas además, las dificultades de las familias españolas y particularmente de muchos jóvenes que todos podemos comprobar con solo movernos un poco en las ciudades en las que vivamos. Los porcentajes de pobreza anteriores, independientemente de que sean elevados y preocupantes, no recogen la realidad cruda de la vida difícil de muchos españoles en la actualidad. Innumerables familias aparte de las que se recogen en los informes de FOESSA, tienen dificultades para llegar a final de mes, no tienen ahorros y no pueden hacer planes de futuro. Las situaciones de mera subsistencia y de dependencia de familiares, son más numerosas de lo que indican las estadísticas.
Indicadores sobre el bien común y existencia de medidas correctoras para mejorarlo
Hemos presentado además los valores de muchos indicadores como, índice de Gini, índice 20-20, de felicidad, de democracia, de corrupción y finalmente, de desarrollo inclusivo. En todos ellos España presenta niveles deficientes que además se han deteriorado en los últimos años.
Y hay algo más que nos preocupa a muchos. Se trata, como hemos dejado claro, de la aparición con fuerza de los grupos antisistema, de los populismos y de los independentismos. Además del enrarecimiento de la vida política con la desaparición del bipartidismo, la dispersión del voto y la ingobernabilidad, esta última empieza a manifestarse en nuestro país y en otros cercanos.
El bien común es deficiente y muchos grupos sociales protestan por ello. Además de los indicadores objetivos mencionados hay un panorama de falta de consenso, de enfrentamiento, de disminución de la empatía y de falta de atención de unos hacia otros. Se echan de menos valores como confianza, honestidad, responsabilidad, cooperación, solidaridad, generosidad y compasión. Se ha olvidado a la persona, la dignidad humana no es respetada y la caridad y filantropía están desapareciendo.
Como es lógico, sobre esas últimas afirmaciones, relativas la mayoría de ellas a cuestiones muy subjetivas, puede haber opiniones diversas. No faltan en nuestro país, por otra parte, personas dedicadas a beneficiar a los demás ni instituciones humanitarias al servicio de los necesitados. A nuestra tradición católica, por último, no le son extraños muchos de los valores humanistas listados más arriba.
Aparte, claro, de existir una organización del bienestar que incluye seguros de vejez, de desempleo y de salud, por lo menos. Además de una enseñanza pública bastante amplia, transferencias económicas a las familias y ayudas diversas.
Volumen de PIB y desigualdad
A pesar de todo lo positivo que se pueda identificar en nuestra sociedad, la conclusión para el que esto escribe es que pasamos por una época difícil a la que hemos llegado tras una severa recesión a la que hemos llamado Gran Recesión. No importa que estemos entrando en España en el cuarto año de una recuperación vigorosa y que nos estemos preparando para restablecer el bien común, la situación es todavía deficiente y el mal ya está hecho de momento.
Justo el día en que esto se escribe (24/03/2018) se publica en la prensa que España ha superado el PIB per cápita de 2008, resaltándose que se consigue con más población del país en la actualidad. El volumen del PIB se recuperó hace un año. Resultados positivos sin lugar a dudas, pero que confirman la década perdida por nuestro país a la que ya hemos hecho referencia.
En la economía, por otra parte, parecen más patentes que nunca lo que hemos llamado incompatibilidades, es decir, que para arreglar unas cosas hay que empeorar otras. En la sociedad actual prevalecen los procesos de suma cero.
La desigualdad creciente parece hoy un fenómeno estructural. El beneficio del capital cada vez representa un mayor porcentaje de la producción a la vez que desciende la participación de los salarios.
El número de familias que perciben una renta promedio ha descendido de forma continua y destacada desde los años 80, y no sólo en nuestro país. En los Estados Unidos, por ejemplo, en 1980 el porcentaje de familias situadas en ese promedio era del 56,5 % mientras que en 2012 era del 45,1 %.
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