Relaciones con el esoterismo de filósofos conocidos

Seguimos en este post revisando el libro de Gary Lachman sobre el esoterismo, la teosofía y el New Age, a lo que este autor se refiere, como sabemos, como «historia secreta de la consciencia». Nos detenemos ahora en la cercanía a ese mundo de las experiencias espirituales de conocidos y muy valorados filósofos. Menciona tres de ellos muy famosos, los tres más bien del siglo XIX, o a caballo de dicho siglo y del siglo XX, época en la que hubo una fuerte reacción contra el materialismo y el reduccionismo de la ciencia. En lo que sigue resumimos el caso de William James.

Relaciones con el esoterismo de filósofos conocidos
Gary Lachman  (nacido en 1955) después de prestar atención a la vida y a la obra de Richard Bucke y al concepto por él difundido de “consciencia cósmica”, dedica varios capítulos de su libro a filósofos bien conocidos como William James (1842-1910), Henri Bergson (1859-1941) y Friedrich Nietzsche (1844-1900). Respecto al primero elige el tema de la “revelación anestésica” sobre el que James reflexionó y escribió; en cuanto al segundo entra en el tema del “elan vital”, o “impulso vital”, por el que fue muy conocido en su tiempo; y del tercero destaca su idea del “superhombre”.

James fue, como se sabe, un filósofo y psicólogo estadounidense muy interesado en la ciencia. Hermano mayor del famoso escritor Henri James, tuvo una larga y brillante carrera en la Universidad de Harvard y es considerado uno de los padres del pragmatismo americano.

Fue conocedor de los avances científicos de su época y admirador, como muchos otros pensadores, del método científico y de la lógica aportada por la ciencia. Como hombre muy acostumbrado a navegar en las profundidades de la mente y a tener experiencias cercanas a lo místico y a la sobrenatural, no aprobaba sin embargo, el materialismo rampante al que la ciencia llevaba a los hombres ni el olvido de la subjetividad, la religiosidad y el psiquismo. No admitía que la ciencia redujera al hombre a un conjunto de moléculas en movimiento, o a una máquina, y defendió la existencia del libre albedrío, la fe y la religiosidad, incluida la “voluntad de creer” que defendió con fuerza, ejerciendo en este sentido su interpretación del pragmatismo. La religión y la fe eran buenas por motivos prácticos.

No  es extraño que prestara atención a las experiencias con los gases anestésicos, como el ácido nitroso, que se hicieron populares ya en aquellos años. Dicho gas había sido descubierto en 1776 por Joseph Priestley (1733 – 1804), famoso teólogo, filósofo natural, educador, teórico de la política y químico británico, y fue utilizado durante años como gas hilarante en circos y ferias antes de que se descubriera en 1844 su función anestésica. Algunas personas habían descubierto además su papel como producto que potenciaba la clarividencia mental y activaba las capacidades subjetivas y, digamos, que “místicas”, del cerebro. Benjamin Paul Blood había escrito un panfleto que hoy se puede adquirir en Internet en forma de libro, con el título “The Anaesthetic Revelation and the Gist of Philosophy” del que James se hizo eco y sobre el que escribió un conocido artículo,  “Review of «The Anaesthetic Revelation and the Gist of Philosophy «”, el cual es también fácil de encontrar en Internet. Los dos hablan de «revelación», es decir, de conocimiento distinto al que prporciona la ciencia.

James, al igual que el químico inglés Humphry Davy (1778 –1829) y muchos otros, probó los efectos de dicho gas, inhalándolo, y ratificó su influencia en la creación de estados mentales de profunda sensibilidad y capacidad de comprensión.  Dejó escrito que comprendió bajo sus efectos los entresijos complicados de la filosofía racionalista del alemán Georg Friedrich Hegel (1770 – 1831) del que era un gran admirador.

James no dedicó toda su vida a esas cuestiones y no se adentró en las exageraciones sin límite en las que caen muchos “espiritualistas”, pero tuvo ciertas relaciones con el esoterismo y a ello se refiere Lachman en su libro.

 

Doctor Ingeniero del ICAI y Catedrático de Economía Aplicada, Adolfo Castilla es también Licenciado en Económicas por la Universidad Autónoma de Madrid, Licenciado en Informática por la Universidad Politécnica de Madrid, MBA por Wharton School, Master en Ingeniería de Sistemas e Investigación Operativa por Moore School (Universidad de Pennsylvania). En la actualidad es asimismo Presidente de AESPLAN, Presidente del Capítulo Español de la World Future Society, Miembro del Alto Consejo Consultivo del Instituto de la Ingeniería de España, Profesor de Dirección Estratégica de la Empresa en CEPADE y en la Universidad Antonio de Nebrija.

Deja tu comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.