Reformas para hacer frente a las crisis

Con este post se termina definitivamente la revisión de las conclusiones del libro «What have we learned» que hemos venido haciendo en los últimos dos o tres meses. Se dedica a los comentarios finales del capítulo de conclusiones debido a Joseph Siglitz dedicados a las reformas necesarias en el sistema financiero mundial y a los cambios recomendables en las políticas monetarias y fiscales.

Joseph Stiglitz continúa en su capítulo de conclusiones haciendo consideraciones sobre las reformas necesarias en lo que llama “arquitecturas económicas” para conseguir el crecimiento económico, alcanzar una estabilidad económica real y obtener una buena distribución de la riqueza. Se adentra en ello insistiendo en que los mercados funcionando libremente no crean eficiencia ni estabilidad ni resultados socialmente aceptables.

Recuerda el debate actual sobre si lo que hace falta es un simple ajuste en las estructuras económicas o reformas de más envergadura. En relación con ello hace dos primeras consideraciones, una que las reformas realizadas hasta la fecha han sido pequeños bricolajes en aspectos no fundamentales del sistema financiero, y otra, que los cambios realizados con el objetivo de mejorar la situación económica no han producido ese resultado.

Menciona el caso de la liberalización financiera anterior a la crisis para indicar que tal medida, puede haber servido para mejorar los pequeños shocks en los mercados financieros, pero ha empeorado la posibilidad de absorber los impactos de los grandes shocks. El riesgo a largo plazo ha aumentado de forma considerable.

Se refiere también a la necesidad de regulación financiera para conseguir la estabilidad macroeconómica, así como a las medidas erróneas tomadas después de la crisis en relación, por ejemplo, con el sistema bancario. Buscar la fusión de instituciones bancarias siguiendo el criterio de crear grandes bancos que no puedan fallar por su tamaño no es siempre lo correcto.

En cuanto a los requerimientos de capital de los bancos y las reservas exigidas cree que se ha argumentado mucho sobre los beneficios de exigir más capital a los bancos, pero muy poco en cuanto a los costes de esa exigencia, los cuales se han exagerado a pesar de los principios de Miller y Modigliani que como se sabe, dicen que es indiferente la combinación de capital procedente de los accionistas o procedente de la deuda.

Se detiene también en señalar que las deficiencias en las reformas se deben con frecuencia a deficiencias en los modelos, o concepciones, usados por los economistas en materias macroeconómicas.

Considera en primer lugar que se sabe muy poco en cuanto al crédito y en cuanto a la mejor forma de otorgarlo Asimismo cree que se ha hecho muy poco en relación la consecución de estabilidad económica, precisamente porque los modelos existentes asumen que los mercados tienden a la estabilidad. Y en relación con la distribución de la renta opina que se habla mucho del apalancamiento sobre el PIB y otros grandes números pero muy poco sobre los riesgos de que las familias no puedan hacer frente a sus deudas.

La última parte del capítulo la dedica a revisar los aspectos de política económica discutidos en el libro. En lo relativo al famoso tema de los bancos centrales concentrándose sólo en los tipos de interés a corto plazo y en un determinado objetivo de tasa de inflación, cree que es erróneo y menciona los trabajos de Ramsey (1) para recordar que en política económica un solo instrumento no es siempre el mejor enfoque.

No está de acuerdo en que la intervención sobre los precios sea siempre la mejor receta. En muchos casos, indica, la intervención sobre cantidades lleva a mejores resultados económicos.

Por lo que se refiere a objetivos e instrumentos de actuación, piensa que los primeros no pueden perseguirse por separado y que la coordinación entre ellos es absolutamente necesaria. La coordinación de políticas de actuación es, en resumen, imprescindible.

Concluye indicando que no se hizo nada importante para evitar la crisis del 2007 ni se está haciendo nada para mitigar sus efectos, pero considera que está siendo una buena ocasión para identificar los fallos del mercado, conocer las externalidades negativas macroeconómicas y determinar las mejores políticas para conseguir altas tasas de crecimiento, mayor estabilidad económica y mejor distribución de la renta.

La crisis ha servido, según él, para identificar los modelos económicos erróneos y poder acabar con la interminable serie de crisis financieras que nos han afligido desde hace muchos años.

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(1) Se refiere a Frank P. Ramsey (1903-1930), el matemático y filósofo inglés profesor de Cambridge que a pesar de su corta vida fue un genio que hizo importantes aportaciones en diversos campos de actividad.

 

Doctor Ingeniero del ICAI y Catedrático de Economía Aplicada, Adolfo Castilla es también Licenciado en Económicas por la Universidad Autónoma de Madrid, Licenciado en Informática por la Universidad Politécnica de Madrid, MBA por Wharton School, Master en Ingeniería de Sistemas e Investigación Operativa por Moore School (Universidad de Pennsylvania). En la actualidad es asimismo Presidente de AESPLAN, Presidente del Capítulo Español de la World Future Society, Miembro del Alto Consejo Consultivo del Instituto de la Ingeniería de España, Profesor de Dirección Estratégica de la Empresa en CEPADE y en la Universidad Antonio de Nebrija.

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