Reforma del capitalismo. Insistimos en este nuevo post en las críticas al capitalismo y a los grandes sistemas organizativos de nuestro mundo como el parlamentarismo y la democracia. Nos detenemos ahora en el último libro de Francis Fukuyama, el cual, con una visión mucho más política que la de Emilio Ontiveros, puede encuadrarse en el mismo tipo de trabajos, caracterizados por poner énfasis en los excesos, fallos y malas prácticas de nuestros sistemas de funcionamiento. Mantenemos que hay una larga lista de publicaciones recientes con ese enfoque, es decir, identificadoras de todo lo que se ha hecho mal, pero defensoras de lo que tenemos y hacemos. Son en general reformistas y manifiestan, en el fondo, la no existencia de sistemas alternativos a los que practicamos.
Deterioro de la democracia
En la misma línea del libro de Emilio Ontiveros, comentado en el post anterior, en cuanto a mantener y salvaguardar nuestras organizaciones actuales (capitalismo, economía, mecanismo de mercado, empresa, etc…) con medidas correctoras de los excesos cometidos, se puede situar la última publicación de Francis Fukuyama (nacido en 1952), “El liberalismo y sus desencantados: Cómo defender y salvaguardar nuestras democracias liberales”.
Se refiere mucho más que el de Ontiveros a la organización política del mundo y en concreto al liberalismo y a la democracia, como bien queda anunciado en su título. No se puede olvidar al respecto que Fukuyama es un politólogo y ha sido durante toda su vida un profesor de política internacional en varias universidades estadounidenses. Su famoso libro, “El fin de la Historia y el último hombre”, publicado en 1992, lo hizo famoso en todo el mundo. Posteriormente publicó otros de gran valor como son, “Orden y decadencia de la política: Desde la Revolución Industrial a la globalización de la democracia” de 2016 e “Identidad: La demanda de dignidad y las políticas de resentimiento” de 2019.
Coincide Fukuyama con Ontiveros en destacar los extremismos incurridos en el uso de fórmulas e instrumentos que son buenos en principio y para los que no parece haber alternativas posibles. Tales fórmulas son para Fukuyama las aportadas por el liberalismo clásico inglés del siglo XVII y del XVIII, obra en gran manera de Francis Bacon (1561- 1626), Thomas Hobbes (1588-1679) y, sobre todo, John Locke (1632-1704) y Montesquieu (1689-1755), esté último ya en Francia y entroncado con la Ilustración francesa, de la que fue inspirador inicial. Fórmulas mejoradas y adaptadas a nuestro mundo, como es lógico, después de casi tres siglos de su práctica generalizada, al menos en Occidente.
Algo más sobre el liberalismo
Un siglo más tarde que Locke, John Stuart Mill (1806-1873), cuando la Ilustración había dado de sí la mayor parte de sus nuevas aportaciones, trabajó ampliamente en el liberalismo y es considerado uno de los autores más destacados en la historia del liberalismo clásico inglés, al que nos estamos refiriendo. Se adscribió al utilitarismo de Jeremy Bentham (1748 -1832) y al liberalismo económico de Adam Smith (1723-1790), del que posteriormente se volvió crítico defendiendo una especie de socialismo liberal.
En España tenemos un autor actual muy relevante en estos temas que es José María Lassalle (nacido en 1966), destacado especialista en John Locke sobre el que realizó su tesis doctoral. Nos hemos referido a él en post anteriores y hemos trabajado en varios de sus libros, con especial referencia a, “Ciberleviatán. El colapso de la democracia liberal frente a la revolución digital”, de 2019, al que dedicaremos atención más adelante cuando tratemos de los posibles impactos de la revolución digital.
Pero, no es el liberalismo lo que queremos tratar aquí y ahora, aunque sin duda es uno de los temas relacionados con el futuro del capitalismo y con la “economía para el futuro” en la que trabajamos en este blog.
Lo hemos traído a colación porque Fukuyama utiliza el liberalismo clásico como punto central de sus explicaciones y considera que el haber olvidado su práctica y la moderación que sus fundamentos preconizan, por la derecha y por la izquierda, nos ha llevado a la crisis actual de la democracia.
Una definición del liberalismo
Para ello, comienza citando al teórico y filósofo de la ciencia política inglés, John N. Gray (también John Gray) (nacido en 1948) en su definición del liberalismo, justo al comienzo del primer capítulo de su libro. Recogemos aquí la cita en cuestión:
“Existe una concepción definida del hombre y de la sociedad, moderna en su carácter, que es común a todas las variantes de la tradición liberal […]. Es individualista en cuanto que afirma la primacía moral de la persona frente a exigencias de cualquier colectividad social; es igualitaria porque confiere a todos los hombres el mismo estatus moral y niega la aplicabilidad, dentro de un orden político o legal, de diferencias en el valor moral entre los seres humanos; es universalista, ya que afirma la unidad moral de la especie humana y concede una importancia secundaría a las asociaciones históricas específicas y a las formas culturales; y es meliorista, por su creencia en la corregibilidad y las posibilidades de mejoramiento de cualquier institución social y acuerdo político. Es esta concepción del hombre y la sociedad la que da al liberalismo una identidad definida que trasciende su vasta variedad interna y complejidad”.[1]
La reforma del capitalismo. Los reformistas
Una definición placentera como todas las concepciones, pero que no garantiza ningún resultado correcto. Se pueden defender esos principios y comprobar después que en la práctica las cosas se estropean. Lo cual indica que no son solo las concepciones ni las ideologías las que nos deben preocupar.
De hecho, los dos autores ligeramente glosados hasta ahora, Ontiveros y Fukuyama, forman parte de un grupo muy amplio de reformistas que, reconociendo los buenos planteamientos iniciales de nuestros sistemas de funcionamiento, ponen énfasis en las malas prácticas y promueven su eliminación con reformas de todo tipo.
Haciendo uso de lo indicado por el autor de este blog en posts anteriores, indicaríamos, de nuevo, que entre otras publicaciones recientes se pueden mencionar en esta línea las siguientes: Kate Raworth, autora de, “Economía Rosquilla. 7 maneras de pensar la economía del siglo XXI”; Mariana Mazzucato, “Misión economía: Una guía para cambiar el capitalismo”, o “No desaprovechemos esta crisis: Lecciones de la COVID-19”; Rebecca Henderson, “Reimagining Capitalism. In a World of Fire”; el de Roger L. Martin, “When More is not Better. Overcoming America’s Obsession with Economic Efficiency”; o el de Abhijit V. Banerjee y Esther Duflo, “Good Economics for Hard Times”.
Y conviene mencionar otros, ligeramente anteriores, también con la actitud de crítica del capitalismo, como, Robert Reich (nacido en 1956), secretario de trabajo con Bill Clinton entre 1993 y 1997, y autor del libro de 2015, “Saving Capitalism”. Algunos de ellos son, además de Robert J. Shiller (nacido en 1946), George Akerlof (nacido en 1940), Jeffrey Sachs (nacido en 1954), Branko Milanović (nacido en 1953), Dani Rodrik (nacido en 1957), James Galbraith (nacido en 1952), Kate Raworth (nacida en 1970), Mariana Mazzucato (nacida en 1968), Rebecca M. Henderson o los mismos Joseph Stiglitz (nacido en 1943), Paul Krugman (nacido en 1953) o Thomas Piketty (nacido en 1971). Los tres últimos algo más radicales e ideológicos.
Una visión poco alentadora del capitalismo y de su futuro
Sin querer dejar sin mención, los trabajos del Premio Nobel de Economía de 2015, Angus Deaton (nacido en 1945) cuyo último libro en colaboración con su mujer Anne Case, “Muertes por Desesperación y el Futuro del Capitalismo” de 2020,resulta sobrecogedor después del libro anterior, de Deaton solo, “El Gran Escape. Salud, Riqueza y Los Orígenes De La Desigualdad”, en el que había revisado las excelencias del capitalismo.
Y, por supuesto, lo notables trabajos de Adam Tooze, “Crash: Cómo una década de crisis financieras ha cambiado el mundo” y “El apagón: Cómo el coronavirus sacudió la economía mundial”
Y, el muy destacado, “El ocaso de la democracia: La seducción del autoritarismo.” de Anne Applebaum, en el que analiza el deterioro actual de las democracias liberales y el empuje de las ideas simples y radicales que atraen a gentes de todo tipo. Explica detalladamente cómo en la Polonia en la que vive con su marido, un destacado número de amigos y conocidos, antes demócratas y liberales, han ido apartándose de estas concepciones y uniéndose a los populismos y nacionalismos que han tomado cuerpo en el país. Menciona también el terrible papel de las redes sociales en estos procesos.
Y quizás deberíamos incluir aquí también el reciente y destacado libro de nuestro colega y amigo, Ramón Casilda, “Capitalismo Next Generation empresario y empresa en el mundo post COVID-19”, en el que se dan importantes claves para mejorar nuestros sistemas de funcionamiento, políticos, sociales, económicos y empresariales.
En definitiva, una impresionante colección de libros y trabajos diversos críticos con la situación actual en el mundo del capitalismo, la democracia y el liberalismo, pero al mismo tiempo, defensores de las bases y principios de estos sistemas y de la necesidad de reformarlos.
[1] Fukuyama, Francis. El liberalismo y sus desencantados (Deusto) (Spanish Edition) (p. 15). Deusto. Edición de Kindle.
En cuanto al meliorismo, y utilizando el diccionario de Ferrater Mora, se llama así a la doctrina filosófica según la cual el mundo no es por principio ni radicalmente malo ni absolutamente bueno, sino «perfeccionable» y «mejorable». El meliorismo se opone al optimismo y al pesimismo, pero se inclina al primero…
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