Economía para el Futuro (III) (54)

Prosperidad. Esta nueva serie de posts, de la que el presente es el tercero, intenta descifrar lo que puede ocurrir en el mundo y en nuestro propio país en los próximos años en términos sociales, económicos y políticos. El futuro de algo, como sabemos, es solo conjeturable y a hacer conjeturas sobre lo que puede ocurrir en nuestro mundo dedicaremos tiempo, atención y esfuerzo.

Existen muchas voces en nuestros días transmitiendo ideas y opiniones sobre la situación actual y el estado de las cosas, sobre las crisis en marcha, sobre las revoluciones tecnológicas y de otro tipo, sobre los conflictos internacionales, el cambio climático, las pandemias, la transición energética y muchas otras dimensiones relacionadas con las vidas de todos. Una gran parte de esas voces están advirtiendo del deterioro de nuestra forma de organizarnos: capitalismo, liberalismo, mecanismo de mercado, democracia y parlamentarismo. Para decir algo nuevo sobre dichos problemas y sobre lo que nos espera es conveniente repasar lo que dicen las mencionadas voces y precisar cuántas alternativas para nuestro mundo se están formulando.

(Imagen de arriba, Isla de Santorini, Grecia)

Las amenazas actuales a la prosperidad

El libro de Emilio Ontiveros (1948-2022) mencionado en el post anterior, “Excesos. Amenazas a la prosperidad global”, se refiere, como su nombre indica, a los abusos y demasías cometidos en los últimos cuarenta años en todas las dimensiones de nuestra forma de organizarnos y vivir en sociedad. Nos referimos al capitalismo, al liberalismo económico, al mecanismo de mercado, a la democracia, al sistema judicial y al sistema político parlamentario, ya sea, este último, parlamentarista o presidencialista. Y, por incluirlo todo, a la globalización sin límites ni control, a la financiarización de la economía y a las empresas y al sistema empresarial.

(Una de las 9 playas más bonitas de Grecia)

A esa lista, que todos conocemos bien, habría que añadir algunas magnitudes más, como, las revoluciones tecnológicas en marcha, especialmente la digital, con carices positivos y negativos; el cambio climático y la sostenibilidad del planeta que todavía no sabemos cómo manejar; la demografía con las migraciones y otros fenómenos alarmantes; amén de los G7, G20, y organismos y acuerdos internacionales diversos en los que radica la gobernanza del mundo.

Y, por supuesto, y por no dejarlo sin mención, a las guerras y los enfrentamientos diversos de los hombres y a su afán de dominio y conquista; a sus independentismos irredentos; a sus anhelos de separación de países con los que siempre han sido una unidad; a la diferenciación en temas como las lenguas habladas por la gente que solo deberían servir para comunicarnos y entendernos; y otras muchas fútiles hostilidades.

Y sin tampoco hablar, por el momento, de las ideologías cerradas que también ahora parecen más enfrentadas que nunca; del resurgir de los populismos; de los nacionalismos rampantes y de otros irracionalismos.

Todo se malogra

Todo parece malograrse y fracasar en nuestros días, aunque alguien, a la vista de tantos componentes de nuestro mundo que se frustran, todos a la vez, podría decir, irónicamente, que estamos como siempre en el mundo: haciendo frente a la imperfección de lo que existe y reconstruyendo denodadamente, como siempre, la Torre de Babel que es nuestro mundo y que no hemos abandonado todavía.

¿Vivimos anormalidades insuperables o nuestro mundo es el de siempre? ¿El futuro de nuestras sociedades será como el presente, más o menos, o cambiará radicalmente?

Estas y otras cuestiones son las que estamos tratando de abordar en esta nueva colección de posts. Pero, antes, nos gustaría repasar lo que dicen algunos autores actuales.

Ontiveros, por ejemplo, hace un recorrido por la mayoría de los temas mencionados, refiriéndose en primer lugar a la digitalización total de nuestras sociedades y a la revolución tecnológica inmediatamente anterior de las Tecnologías de la Información y Comunicación de los años 70 y 80. Dice al respecto: “… que estas tecnologías pueden aumentar la desigualdad, contribuyen a la reducción de la libertad de expresión, a la extensión de las falsas noticias (fake news), a la utilización política y partidista de estas tecnologías o al poder creciente de mercado y la concentración que ejercen las principales empresas productoras y distribuidoras”.

Trata en varias ocasiones, las alteraciones en el poder mundial y los efectos negativos de la globalización, siguiendo en parte las críticas de Dani Rodrik (nacido en 1957) y varios otros autores.  Considera que el concepto de Occidente está desapareciendo y que la multipolaridad del mundo añade complejidad a la resolución de conflictos y a la gobernanza global.

La desigualdad como uno más de los problemas que nos acosan

A la desigualdad global dedica un interesante capítulo en el que demuestra las excesivas diferencias de renta y patrimonio y su deterioro en los últimos años a nivel global y dentro de muchos países, así como las disparidades de género existentes todavía en el mundo.

Explica muy bien la “financiarización” de la economía mundial, con particular relevancia a los países más ricos, en los que la economía financiera empieza a ser mayor que la real, fenómeno que lleva consigo una mayor influencia en la desigualdad económica y en el poder. Señalando, además, la complejidad de la regulación de esta economía y la mayor posibilidad de corrupción.

Analiza con cierto detalle la concentración empresarial creciente, la elusión fiscal generalizada, el deterioro del medio ambiente y lo que llama la “demografía desafiante”, procesos todos ellos en los que aparte de las irregularidades y las dificultades de regulación, existen fenómenos de externalidades negativas o efectos colaterales no deseables, difíciles de resolver.

Entra también en cuestiones como la existencia de una nueva guerra fría en el mundo, relacionada con lo comercial, lo tecnológico y lo geopolítico. Así como en el poder emergente de China y en la pérdida de importancia de Europa.

Todo lo anterior para concluir, curiosamente, que nada está perdido, que sería necesaria una apertura y un crecimiento inclusivos, que hay que fortalecer las instituciones multilaterales y que la regeneración del capitalismo es posible.

Él o sus editores expresan la posibilidad de “un capitalismo compasivo, moderado, igualitario y ecológico”.

A mí también me gustaría que esa posibilidad existiera y tomara cuerpo en el mundo y a eso responde en parte mi preocupación por la “Economía para el futuro”, pero no sé cómo desde aquí llegaremos hasta allí.

Salvar el capitalismo de sí mismo

El libro de Ontiveros es un trabajo notable y al leerlo sentimos una inmensa pena por la desaparición de su autor –amigo muy apreciado– pero forma parte de un conjunto de publicaciones caracterizadas por las ideas de regeneración del capitalismo, renovación, reinvención, reimaginación, reseteo, o reiniciación y varias otras propuestas recientes, todas en la línea de que no hay alternativas y de que debemos salvar esa forma de organizarnos.

Hay infinidad de escritos sobre las crisis diversas por las que estamos pasando y por las que pasaremos, pero la verdad es que la gente sigue yendo a trabajar todos los días por la mañana, los directivos bancarios se mantienen impertérritos buscando beneficios para sus empresas, los fondos de inversión continúan su marcha como si no pasara nada, las empresas de automóviles preparan sus próximas campañas aunque estén preocupadas por los fuertes descensos de las ventas, las consultoras hurgan en el metaverso para ofrecer proyectos a sus clientes, las start-ups no dejan de tener esperanzas de éxito y los políticos, por supuesto, siguen pensando en las próximas elecciones.

¿Qué crisis serias nos esperan y qué nos pasará a las personas de un país como el nuestro? ¿Será todo un poco menos de crecimiento, un poco más de inflación, un ligero aumento del desempleo, un apretarse todos los cinturones, o habrá algo más disruptivo y profundo? ¿Aprovecharemos para cambios de importancia o seguiremos adelante solo con paños calientes?

Prosperidad Prosperidad Prosperidad Prosperidad Prosperidad Prosperidad


Also published on Medium.

Doctor Ingeniero del ICAI y Catedrático de Economía Aplicada, Adolfo Castilla es también Licenciado en Económicas por la Universidad Autónoma de Madrid, Licenciado en Informática por la Universidad Politécnica de Madrid, MBA por Wharton School, Master en Ingeniería de Sistemas e Investigación Operativa por Moore School (Universidad de Pennsylvania). En la actualidad es asimismo Presidente de AESPLAN, Presidente del Capítulo Español de la World Future Society, Miembro del Alto Consejo Consultivo del Instituto de la Ingeniería de España, Profesor de Dirección Estratégica de la Empresa en CEPADE y en la Universidad Antonio de Nebrija.

Deja tu comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.