Posibles actuaciones en la UE

La crisis actual, como se ha dicho insistentemente, es una crisis de los países desarrollados, centrada con bastante precisión en la Unión Europea, y muy ligada a la Economía Financiera que hemos creado todos en el mundo. En el caso de Europa tiene mucho que ver con el Euro y su estabilidad y las actuaciones son especialmente urgentes en esta zona del mundo. Llevamos ya cuatro años sin actuar o poniendo sólo «paños calientes» sobre las heridas. Es hora de que salga algo más efectivo de las reuniones de los dirigentes europeos además de austeridad y de cumplir los objetivos de la moneda única. Alcanzar dichos objetivos es importante pero, ¿qué hacemos con el crecimiento y el desempleo mientras lo conseguimos?. ¿No es demasiado defícil querer requilibrar las economías de los países periféricos sin poder acudir al tipo de cambio, a los tipos de interés, a las transferencias financieras que son necesarias dentro de una moneda única, a los movimientos de la mano de obra y otros recursos, y, especialmente, a la política fiscal común y a otros instrumentos imprescindibles en una zona óptima de moneda única?. ¿Qué hacemos con la dificultad más grande de muchos países europeos radicada en su crónicos déficits de las balanzas de pagos?

No hay duda después de lo dicho de que el próximo año puede ser altamente conflictivo y, diríamos, que peligroso. Siempre que en el mundo se han dado circunstancias como las actuales en las que se combinan el bajo crecimiento con el alto desempleo, los altos déficits presupuestarios y las elevadas deudas públicas con la falta de liquidez en los sistemas financieros, los elevados déficits de las balanzas de pagos con desequilibrios estructurales que impiden la competitividad y dudas de todo tipo relacionadas con la validez del sistema económico, las políticas de actuación y el papel de los políticos, algo no convencional ha tenido lugar en el mundo.

A todo ello se une, en lo que se refiere a Europa, la existencia de una situación tan especial como la derivada de una moneda única que necesita estabilidad sin que existan mecanismos europeos para conseguirla, otros que el cumplimiento en cada país de las condiciones de convergencia.

Amén de una economía financiera enormemente tóxica en las condiciones actuales de elevadas deudas soberanas cuya regulación y reforma nadie se atreve a abordar.

Por no hablar de los retos globales que acosan a Europa y a los Estados Unidos deducidos de la fuerza de las economías emergentes, del desplazamiento del centro de gravedad de la economía mundial a otras latitudes y de la desaparición de la hegemonía mundial existente hasta ahora.

Da hasta miedo pensar en los grandes problemas actuales y en las pocas alternativas de actuación existentes.

Desde el punto de vista de medidas posibles todas están cantadas en lo relativo a la UE que son, por cierto, las más urgentes a nivel mundial. Se relacionan con una actuación común en la zona Euro. Muchos economistas se han referido a ellas y parece que los recientes acuerdos de la cumbre en defensa del Euro celebrada en Bruselas van en la dirección que dichas medidas indican. Se refieren a un gobierno europeo único al menos en términos económicos y financieros; a una política fiscal común; a una continuación de las medidas de austeridad y ajuste; a reformas estructurales y transformaciones en diversos países; a un nuevo papel del BCE; y, sobre todo, a la creación y emisión de Eurobonos, medida, esta última, no aprobada en Bruselas pero que se tendrá que abrir camino muy pronto.

Momentos importantes serán en 2012 las reuniones mensuales de los primeros ministros europeos anunciadas y la coordinación económica que surja de ellas.

Cabría esperar que si tal coordinación se produjera pronto fueran posibles políticas de actuación europeas dirigidas a impulsar el crecimiento y reducir el desempleo. Las medidas de tipo financiero son necesarias pero no son suficientes. Europa necesita recobrar peso económico, empresarial y tecnológico en el mundo y algo habrá que hacer para conseguirlo.

Doctor Ingeniero del ICAI y Catedrático de Economía Aplicada, Adolfo Castilla es también Licenciado en Económicas por la Universidad Autónoma de Madrid, Licenciado en Informática por la Universidad Politécnica de Madrid, MBA por Wharton School, Master en Ingeniería de Sistemas e Investigación Operativa por Moore School (Universidad de Pennsylvania). En la actualidad es asimismo Presidente de AESPLAN, Presidente del Capítulo Español de la World Future Society, Miembro del Alto Consejo Consultivo del Instituto de la Ingeniería de España, Profesor de Dirección Estratégica de la Empresa en CEPADE y en la Universidad Antonio de Nebrija.

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