Política monetaria y su relación con las herramientas macroprudenciales

En este post se hace referencia a las distintas políticas relacionadas con los sistemas financieros y a su coordinación, así como a la deuda pública sostenible y a su impacto en la estabilidad de la economía de un determinado país. Son dos aspectos adicionales tratados por Olivier Blanchard en su capítulo de conclusiones del libro «What have we learned?» que venimos resumiendo en este blog.

Política monetaria y su relación con las herramientas macroprudenciales
El siguiente aspecto al que Olivier Blanchard presta atención en su capítulo de conclusiones del libro What have we learned?, es el de las relaciones entre la política monetaria, la macroprudencial y la microprudencial. Lo que utilizando la sugerencia del catedrático de economía de la Universidad de Princeton, Avinash Dixit, se conoce como “MIP, MAP, MOP”.

Políticas macroprudenciales, microprudenciales y monetarias

La primera cuestión abordada es la coordinación de las políticas macroprudenciales y las microprudenciales. En la línea de mínimo intervencionismo que parece seguir Blanchard, este autor no ve demasiados motivos para tal coordinación. Las políticas macroprudenciales deben ser políticas de carácter muy general destinadas a reducir el riesgo sistémico (crisis sistémicas o generalizadas del sistema económico, es decir, no sólo del sector financiero sino de todos los sectores) y las microprudenciales deben referirse al control individual de las instituciones financieras, fundamentalmente de los bancos. Las dos son necesarias en distintos momentos y bajo circunstancias distintas, aunque existieron dudas en la conferencia del FMI en cuanto a si puede ocurrir que un supervisor microprudencial ignore el riesgo sistémico y decida imponer ratios de capital más altos a los bancos mientras que el regulador macroprudencial crea que hay que hacer exactamente lo contrario.

La regulación macroprudencial, por otra parte, parece sólo referirse a los ratios de capital exigidos a los bancos, los cuales deben ser más altos para los bancos más grandes y deben incrementarse cuando los niveles de crédito tienden a aumentar. Hay, por supuesto, más herramientas de actuación macroprudencial pero no resultan adecuadas para un banco central.

En cuanto a dicha regulación macroprudencial y su relación con la política monetaria, la idea general deducida de la conferencia y recogida en el libro, es que ambas deben estar coordinadas, tarea algo complicada que resulta más fácil de decir que de hacer. La primera tiene que ver con los riesgos asumidos pos los inversores y la segunda puede afectar a la demanda general interna de un país.

Hay dudas sobre si las dos deben estar bajo la responsabilidad de los bancos centrales. Sobre la política monetaria no hay duda ya que esto es de lo que se vienen ocupando dichos bancos desde siempre, pero sobre la macroprudencial sí existen muchas dudas ya que entre otras cosas pueden afectar a la independencia de los bancos centrales. La propuesta que se hace es la de seguir el ejemplo del banco central del Reino Unido (Bank of England), el cual tiene dos comités distintos, que actúan en paralelo, uno dedicado a la política monetaria y otro dedicado a la política fiscal. Este último con una serie limitada de herramientas macroprudenciales. Entre ellas no se encuentra, por ejemplo, la de actuar sobre el importante tema de la relación “préstamo-valor” (lo que en inglés se denomina como Loan-to-Value-Ratio, o LTV), es decir, la relación entre la cantidad de dinero de una hipoteca y el valor de la vivienda. Dicha relación está hoy en España en un 80 % pero puede bajarse o subirse con gran facilidad.

Nivel de deuda pública sostenible

El último tema resumido por Olivier Blachard en sus conclusiones es el nivel de deuda que puede considerarse sostenible para un determinado país. Advierte antes de explicar lo tratado en la conferencia que vivimos una época de grandes porcentajes de deudas públicas. Por lo que se refiere a los países desarrollados muchos están en el 100 % del PIB y las previsiones son que suban y que permanezcan en esos niveles durante bastantes años.

Lo indicado en la conferencia, como no podría ser de otra manera, coincide con lo que forma parte de la sabiduría común de los ciudadanos sobre este tema. La elevada deuda es costosa, exige altos impuestos para tratar de disminuirla, aumenta la probabilidad de “default” de los países y hace difícil la sostenibilidad. Además, claro está, de aumentar los “spreads” (desviación entre los intereses de los bonos públicos entre países), así como las transferencias de estas desviaciones a los intereses de los bonos empresariales y al crédito en general. Por no mencionar la inseguridad y volatilidad que las elevadas deudas públicas introducen en el sistema económico y en los niveles de inflación y los porcentajes de los impuestos, temas que, como sabemos, afectan muy directamente a las decisiones de las empresas y a las de las familias.

Se refiere asimismo Blanchard, a la existencia de dos posibles equilibrios con deudas públicas elevadas, un “equilibrio bueno”, en el que los ratios de interés, inflación, spreads y otros, son bajos y la deuda resulta sostenible, y un “equilibrio malo” en el que los ratios son altos y la deuda puede llevar a una suspensión de pagos del país (default).

Menciona a este respecto los casos de España y el Reino Unido en los últimos años. España ha sufrido “spreads” elevados mientras que el Reino Unido los ha mantenido razonablemente reducidos. Aparte de un mejor estado de la economía en general en esos años en el segundo país, se menciona el hecho de que el Banco de Inglaterra tiene más grados de libertad en sus actuaciones lo que lleva a los inversores a confiar más en sus intervenciones para mantener el equilibrio. El Banco Central Europeo (ECB), por el contrario, no tiene el mandato de actuar en el sentido de mantener el equilibrio del sistema económico.

 

Doctor Ingeniero del ICAI y Catedrático de Economía Aplicada, Adolfo Castilla es también Licenciado en Económicas por la Universidad Autónoma de Madrid, Licenciado en Informática por la Universidad Politécnica de Madrid, MBA por Wharton School, Master en Ingeniería de Sistemas e Investigación Operativa por Moore School (Universidad de Pennsylvania). En la actualidad es asimismo Presidente de AESPLAN, Presidente del Capítulo Español de la World Future Society, Miembro del Alto Consejo Consultivo del Instituto de la Ingeniería de España, Profesor de Dirección Estratégica de la Empresa en CEPADE y en la Universidad Antonio de Nebrija.

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