Transdisciplinariedad. Cercedilla, 24 de agosto de 2020
Este post se dedica a algo muy particular. La nueva Junta Directiva de ASINJA ( Asociación Interdisciplinar José de Acosta) se ha propuesto, a instancias de su Presidente, Leandro Sequeiros, aprovechar el verano para reflexionar y debatir, una vez más, sobre la interdisciplinariedad. Es decir, la mejor manera de superar los límites de las distintas áreas de conocimientos y conseguir un mayor entendimiento de todos en relación con los grandes problemas que tienen nuestras sociedades. Independientemente de los temas muy específicos, hay por lo menos grandes barreras a derribar, en cuatro áreas del saber humano: ciencias naturales o puras, ciencias sociales, humanidades y la muy nueva, denominada, ciencia de la consciencia. Las notas incluidas a continuación, son solo una contribución al debate propuesto. Se acude a la experiencia profesional del autor, no sin sacrificio, sólo para hablar de algo muy concreto en relación con la Transdiciplinariedad.
(Imagen de arriba, isla phillip australia)
La necesidad del corte a través de los conocimientos

Estas notas están hechas para ser difundidas a los miembros de la Junta Directiva de ASINJA. En la nueva etapa de esta Asociación tiene sentido reflexionar sobre lo que constituye su esencia según la descripción de su misión que se puede ver en su página Web. Se define, de hecho, como Asociación Interdisciplinar destinada a crear espacios de intercambio entre las ramas del saber humano y a fomentar el diálogo y encuentro interdisciplinar.
Se constituyó hace más de treinta años, época en la que, como en la actual, se necesitaba un debate de temas interdisciplinares entre las ciencias de la naturaleza, las tecnologías e ingenierías, las ciencias sociales y humanas, la filosofía y la teología.
Personalmente creo en esa necesidad y en la importancia de entretejer los conocimientos, científicos, sociales y humanísticos, incluyendo dentro de estos últimos los relacionados con el espíritu del hombre en los dos sentidos de, vida interior y vida religiosa. El hombre es un conjunto con fines y objetivos o un sistema orgánico con alto sentido del propósito. Es una pena que el relativismo, el posmodernismo, el deconstruccionismo, el pensamiento débil y la modernidad líquida, del pasado siglo, estén arrastrando a muchos al nihilismo y al olvido del mundo de las ideas, los sentimientos y las emociones.
Para algunos filósofos e intelectuales serios, no solo ha muerto Dios, sino que han muerto también, Sócrates y Platón y el mundo de las ideas innatas y del espíritu absoluto, la Metafísica e, incluso, la Filosofía.
¿Qué hacemos ahora? En mi opinión, y, en primer lugar, “seguir remando”, como recomienda Isaiah Berlin.
Transdisciplinariedad
De las tres denominaciones utilizadas en el título, la que para mí tiene más interés y la que considero más relevante, es la de Transdisciplinariedad. Para hablar de ella pido perdón por referirme a mi propia experiencia personal. Lo hago con dificultad porque lo suelo hacer pocas veces, seguramente por pudor. No me guía, ni por lo más mínimo, presentar mi CV, entre otras cosas porque a los que van dirigidas estas notas tienen el suyo propio, con seguridad, mucho más amplio y florido que el mío.
Me refiero a ello porque mi experiencia en el terreno de los conocimientos es claramente de Transdisciplinariedad, y mi director de PhD el en departamento de Social Systemas Science de la Universidad de Pennsylvania era un especialista en estos temas. Segundo doctorado, por cierto, que hice en mi vida y que completé en su conjunto salvo la defensa de la Tesis Doctoral. Entre otras cosas porque ya tenía un primer doctorado en España.
La Transdisciplinariedad es para mí, profundizar en una materia, haciendo, por ejemplo, una Tesis Doctoral en ella, y tras ello y tras hacerse uno un profesional de dicha materia, profundizar en otra, haciendo lo propio. Si no hay profundización en materias distintas no hay transdisciplinariedad.
Recuerdo, por otra parte, que una cosa es estudiar una disciplina y otra ser un profesional de ella. Un ingeniero no lo es por tener un título de ingeniería ni un economista por tener un título de economía. A mí, por ejemplo, me ha costado mucho tiempo y esfuerzo ser un economista después de ser un ingeniero. Es curioso, pero los esquemas mentales, la lógica y la axiomática son muy distintos de una materia a otra, sobre todo en el sentido, repito, de ser un verdadero profesional.
Un recorrido por mi formación reglada
Mis primeros estudios fueron los de Ingeniero del ICAI, en los que empleé nada menos que siete años (la carrera era de seis en mi época). Siete años dedicados a conocer muchas matemáticas, mucha física, química, electricidad, electrotecnia, termodinámica, motores de explosión, resistencia de materiales y cálculo de estructuras y otras materias “duras”, por denominarlas de alguna manera.
Empecé trabajando como ingeniero en una empresa fabricante de cajas de cambios, en la que entre otras se construían todas las cajas de cambio de la empresa FASA RENAULT. En poco más de un año la empresa se dividió en dos ya que FASA adquirió el 60 % de la producción de la primera, denominada ISA (Industrias Subsidiarias de Aviación).
Con 25 años pasé a ser Jefe de Producción de la segunda planta y profundicé en todo lo relacionado con ingeniería de producción. Tanto me interesé que decidí marchar a los Estados Unidos a ampliar conocimientos.
Hice un Master en Investigación Operativa e Ingeniería de Sistemas en la Moore School of Electrical Engineering de la Universidad de Pensylvania en Filadelfia. Pero, más importante que eso, fue mi inmersión en una de las grandes universidades norteamericanas, lo cual fue una experiencia única. Tomé cursos en otras escuelas y en otras disciplinas, descubrí Wharton School, el Departamento de Economía, la Annenberg School for Communication, y hasta las escuelas de Antropología y de Lenguas Romances. Me deslumbré con las bibliotecas, los centros de cálculo, los museos, los deportes de todo tipo y las instalaciones diversas del Campus, en el que podía haberme pasado toda mi vida.
Confirmé entonces, para mi mal, mi curiosidad por todo tipo de conocimientos y mi insaciable apetito intelectual. Decidí volver a corto plazo a aquella universidad y a aquel país que fueron para mí, entonces, como una epifanía
Primer regreso a España
Tras regresar a España me incorporé a un Departamento Central en Madrid en la misma empresa FASA RENAULT. Fui coordinador de Informática en una época notable en la que toda la empresa se informatizaba a fondo.
Tres años más tarde conseguí una beca de la Fundación March y fui admitido en mi deseada Wharton School. Terminé allí un MBA y entré en el programa de doctorado en Social Systems Science.
Trabajé e investigué con profesores muy conocidos, con uno de ellos, el Premio Nobel de Economía de 1980, Lawrence R. Klein, he trabajado y colaborado durante largos años hasta su fallecimiento en el 2013.
De vuelta otra vez en España, me dediqué con interés a la Economía, y muy particularmente a la Econometría. Obtuve el título de Licenciad en Economía y Ciencias Empresariales por la Universidad Autónoma de Madrid. Saqué por oposición el puesto de Profesor Titular en dicha Universidad y, posteriormente, la Cátedra en Economía Aplicada de la Universidad de Cantabria.
Mientras tanto acumulé algún título adicional como el de Licenciado en Informática por la Universidad Complutense de Madrid.
Así como, puestos de trabajo diversos: Director de Fundesco, Director General de Roland Berger en España. Director de Sprint International. Presidentes de Flag Telecom de España y Vicepresidente de Flag Telecom Mundial, Presidente de URDASA, miembro del Consejo de Administración de varias empresas, así como Consejero Ejecutivo de Innovation Wars, cargo, este último, que ostento en la actualidad.
Seis títulos universitarios en total y una experiencia de trabajo muy diversa en la que he cruzado fronteras de todo tipo. Por lo menos cuatro grandes fronteras formales: Ingeniería, Management, Economía, Informática. Además de dos más de manera informal: Sociología y Filosofía.
Eso último en cuanto a disciplinas, ya que, además, en lo relativo a funciones, he combinado en mi vida profesional, la investigación, con la consultoría, la dirección de empresas, la enseñanza y la labor de empresario-emprendedor. He creado más de diez empresas e instituciones, la última de las cuales hace solo unos tres años, de nombre Big Campus Milenio, S,L.
Insistencia en la Transdisciplinariedad
Todo lo anterior solo para insistir en que lo más válido en relación con las diferentes diciplinas que las personas estudiamos y de las que terminamos siendo profesionales, y su interrelación, es la Transdisciplinariedad.
Lo más importante, de hecho, en cualquier disciplina, es tener la experiencia de conocer en profundidad. De las dos formas de conocer, “saber cada vez más de cada vez menos y saber cada vez menos de cada vez más”, la primera es la más importante y la que necesita más esfuerzo.
Yo la concreto en la experiencia de hacer un doctorado. Es, con frecuencia, la única ocasión de estudiar algo en profundidad y tener la ocasión de investigar, descubrir, demostrar, etc…, así como, aplicar el método científico y saber a ciencia cierta lo que es el conocimiento de algo.
En mi caso, he tenido dos experiencias de ese tipo y varias más dirigiendo tesis doctorales, algo cercano a lo primero.
Me confirmo en que Transdisciplinariedad es conocer en profundidad en varias áreas y deducir de ello la experiencia verdadera de cruzar fronteras. Cuando eso se ha llevado a cabo, la Transdisciplinariedad se transforma en una forma superior de conocer y según algunos autores, entre los que cabe mencionar al físico rumano, Basarab Nicolescu (1942), fundador y presidente del Centro Internacional de Investigaciones y Estudios Transdisciplinarios (CIRET: Centre International de Recherches et Études Transdisciplinaires), en una nueva disciplina holística en la que cabe la posibilidad de crear una estructura axiomática y en la que existen ya métodos diversos de aprendizaje cruzado. En inglés se habla de ello como “beyond disciplines”, una idea especialmente útil para entrar en el debate ciencia/religión y en la nueva espiritualidad necesaria en nuestro mundo.
El término fue usado por primera vez en mi 1970 por Jean Piaget, Erich Jantsch y André LIchnerowicz, en sus conferencias en el semanario “Interdiciplinarity- Teaching and Research Problems in Universities” organizado en París por la OCDE. Por cierto, que los autores mencionados propusieron utilizar este término en el nombre de la convocatoria, pero a la OCDE le pareció muy nuevo y avanzado.
Interdisciplinariedad y Multidisciplinariedad
Los términos de este nuevo apartado son anteriores y más débiles en cuanto a significado e importancia.
La multidiciplinariedad, también llamada pluridisciplinariedad, puede que sea el más antiguo y hace solo referencia a la existencia de muchas disciplinas, especialmente en el ámbito científico, y a la posibilidad de colaboración entre ellas, si cruzar realmente sus límites.
Históricamente se ha hablado de grupos multidisciplinares que han colaborado, pero cada uno aportando sus propios conocimientos y métodos, sin mezclarlos y sin pensar en una acción continuada en el tiempo.
La interdisciplinariedad es algo más, que supone un mayor grado de integración entre disciplinas y que con frecuencia trata de utilizar las suposiciones y métodos de unas disciplinas en otras. Es, además, una actividad más continuada en el tiempo y en la que se consiguen mejoras en el entendimiento entre disciplinas y en la colaboración de especialistas.
En resumen, se podría decir que hay tres niveles en el terreno de los conocimientos pertenecientes a disciplinas distintas y a su interrelación.
Un primer nivel denominado multidisciplinariedad.
Un segundo al que hacemos referencia con la palabra interdisciplinariedad
Un tercero, el más general, más completo y más importante, al que llamamos transdisciplinariedad
Los tres han nacido alrededor de las disciplinas científicas, pero con el tiempo se han ido extendiendo a las ciencias sociales y a las humanidades.
Pudiéndose decir que el más adecuado para enfrentarse a las relaciones entre Ciencia y Religión es el último.
Una recomendación final sobre lo que debería hacerse en ASINJA
A pesar del tiempo y esfuerzo empleado en la preparación de estas notas, cuando además ya he empezado mis clases on-line en una de las universidades con las que colaboro, yo no soy muy partidario de dedicar mucho más tiempo a esta cuestión de las múltiples disciplinas y de la colaboración entre ellas.
Más bien soy partidario de enfrentarnos a problemas comunes de nuestra sociedad que exigen soluciones que conciernen a disciplinas distintas y hacer en ellos todo el trabajo necesario para entendernos.
Entre dichos problemas ya he listado en otra ocasión los siguientes:
1.- Deterioro del bien común en nuestras sociedades y su solución. ¿Qué dicen los filósofos, los ingenieros, los sociólogos, los abogados, los matemáticos, etc…?
2.- Digitalización y IV Revolución Digital. ¿Es posible entrar en ella, sus problemas y sus oportunidades, sin estudiarla a fondo? ¿Qué se requiere estudiar y qué se necesita saber de ella? ¿Nos permiten los conocimientos específicos de las distintas disciplinas opinar sobre ella?
Hay, por cierto, un reciente informe de Telefónica sobre los planes de la compañía en este terreno que yo he mencionado ya en mi último post: https://economiayfuturo.es/direccion-inteligente-colectiva/
Un Pacto Digital para reconstruir mejor nuestras sociedades y economías».
3.- Avances actuales sobre la consciencia y su origen. Teoría de la Información Integrada de Tononi. Avances en la Ciencia de la Consciencia. Consciencia Cósmica.
4.- Electrodinámica cuántica. Aportaciones de Feyman, Paul Dirac y otros
5.- Transhumanismo y Longevidad. Industria de la Longevidad
6.- El futuro del capitalismo. ¿Cómo salvarlo?
7.- Internet y la explosión de la Inteligencia Colectiva
8.- La Gran Revolución de la Educación. Aprendizaje continuo y papel del on-line.
9.- Racionalidad vs Irracionalidad en el Siglo XXI
10.- Física de partículas
Etc…