Los reconocedores de patrones del cerebro y la estructura de un patrón (I)

Ray Kurzweil es ambicioso en su nuevo libro. Anuncia ya con el título, «How to create a mind», que su intención es nada menos que crear una mente. No construirla o fabricarla, sino crearla. Para ello da muestras de conocimientos profundos en varias materias desde la ingeniería y las TICs, de las que procede, hasta las neurociencias y la biología, pasando por la física y la química. Su herramienta básica para tal objetivo es la «teoría de la mente basada en el reconocimiento de patrones» (PRTM), que él mismo ha formulado y a la que nos hemos referido en posts anteriores. Lo esencial de tal teoría procede de su actividad científica, tecnológica, ingenieril y empresarial, en el reconocimiento de patrones a través de microchips, circuitos integrados y programación. Un terreno en el que ha acumulado importantes inventos y conseguido grandes realizaciones como su máquina de lectura y pronunciación de textos. Su pretensión de reducir todo en el cerebro al reconocimiento de patrones parece, sin embargo, excesiva.

Hemos dicho ya en anteriores posts que Kurzweil no es ajeno a ningún debate sobre el cerebro, la mente y las ideas abstractas. No desconoce, por supuesto, la postura de algunos filósofos y científicos en cuanto a la dualidad (existencia de dos naturalezas, la física y la conceptual o espiritual), incluida la dualidad “propietaria” (diferencia cualitativa entre esas dos dimensiones pero sólo en el cerebro de cada persona y sin que ello presuponga la posibilidad de que las ideas, la consciencia o el “alma”, puedan existir fuera del cerebro de cada persona), que tanto ha defendido el filósofo John Searle. Y, tampoco desconoce que algunos autores piensan que el cerebro del hombre nunca podrá entenderse a sí mismo.

A pesar de todo ello, da la impresión de ser fuertemente monista (existencia de una sólo naturaleza), y materialista, ya que claramente dice que los mamíferos somos los únicos seres que tenemos la capacidad de un pensamiento jerárquico, la de entender una estructura compuesta de diversos elementos organizados en forma de modelos, marcos o patrones (“patterns”), la de representar tales modelos con un símbolo y la de usar ese símbolo como un elemento de una configuración superior todavía más compleja.

Tal capacidad está localizada en una estructura del cerebro a la que llamamos neocórtex (el cortex o corteza del cerebro más recientemente surgida), la cual ha adquirido en los humanos un máximo de sofisticación y capacidad, hasta el punto que a esos patrones superiores (a esos “patterns”) es a lo que llamamos “ideas”. Dice además que a través de procesos recursivos sin fin el hombre es capaz de construir ideas (o “patterns”) todavía más complejos a los que llamamos “conocimiento” (o patrones de orden superior).

Ese decir, que para Kurzweil todo el mundo abstracto de las ideas, el conocimiento, y, como es lógico, el de la consciencia, la introspección, la identidad y el yo personal, son sólo producto de la complejidad, la interconexión de las neuronas y los patrones que se crean a través de ello.
Se deslumbra con los miles de millones de neuronas existentes en el cerebro y con los millones de millones de conexiones que las dentritas y los axones llevan a cabo, aunque explica que la complejidad de tal órgano es sólo aparente ya que al final está formado por elementos simples que se repiten millones de veces, como ya hemos dicho, y que se crean con una alta redundancia (el cerebro es extremadamente redundante).

La mayor parte de esos elementos son “reconocedores” de patrones que son capaces de identificar la forma (el patrón) de algo que los sentidos han transformado en información. El significado, la semántica, la intencionalidad, de lo que tanto hemos hablado en posts anteriores, no parece tener sitio en sus explicaciones, o son, simplemente epifenómenos surgidos, de nuevo, de la complejidad, la interconexión y el reconocimiento de patrones.

Admirando la labor de Kurzweil en su libro y sin pretender descalificar lo que dice, entre otras cosas porque sigo estudiándolo a fondo, sí es verdad que parece querer extender al cerebro sus propias experiencias y trabajos sobre reconocimiento de patrones procedentes de la escritura, de los sonidos y de las palabras. Esa es su verdadera área de trabajo y de investigación, en la que ha conseguido inventos notables como la máquina lectora de caracteres escritos, la sintetización de la voz y sintonizadores musicales muy avanzados.

(Continúa en el post que sigue)

Doctor Ingeniero del ICAI y Catedrático de Economía Aplicada, Adolfo Castilla es también Licenciado en Económicas por la Universidad Autónoma de Madrid, Licenciado en Informática por la Universidad Politécnica de Madrid, MBA por Wharton School, Master en Ingeniería de Sistemas e Investigación Operativa por Moore School (Universidad de Pennsylvania). En la actualidad es asimismo Presidente de AESPLAN, Presidente del Capítulo Español de la World Future Society, Miembro del Alto Consejo Consultivo del Instituto de la Ingeniería de España, Profesor de Dirección Estratégica de la Empresa en CEPADE y en la Universidad Antonio de Nebrija.

Deja tu comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.