Hace tiempo que no cuelgo nuevos posts en este blog. Lo que no quiere decir que haya abandonado mi actividad de estudio y reflexión en el terreno de la prospectiva. En el tiempo transcurrido he hecho algún trabajo y escrito varios artículos. El que reproduzco en éste y en los dos próximos posts ha sido publicado en la revista, «TEMAS para el debate«, dirigida por José Félix Tezanos. Para celebrar los 300 números de dicha revista se ha publicado un número extraordinario dedicado al tema, con el título: Pensando futuros.
(Imagen de arriba tomada del trabajo de Eneko Astigarraga, un gran prospectivista y amigo, «Enfoque de la prospectiva estratégica». https://www.researchgate.net/figure/Figura-1-Enfoque-de-la-prospectiva-estrategica-Basado-en-Muller-2006_fig1_311209751 )
La prospectiva y sus utilización,

El futuro del estudio del futuro, valga el retruécano, es el tema tratado en este trabajo. Pensar y conjeturar sobre lo que está por venir ha sido un tema antiguo en nuestro mundo, primero unido a lo religioso, después a lo mágico y esotérico, más adelante a lo utópico y, finalmente, en épocas recientes, a lo relacionado con la lógica y la racionalidad al servicio del conocimiento y la actuación.
La denominación utilizada en español para las reflexiones sobre cómo será el futuro, es la de Prospectiva, traducción directa de la palabra francesa “Prospective”, que fue la original.
En inglés no se ha generalizado este término y se han empleado denominaciones alternativas como, Technological Forecasting, Futures Research, o Foresight.
En lo que sigue, hacemos consideraciones sobre lo que puede ocurrir con la utilización de la prospectiva en varios sentidos: a) la prospectiva como actitud o ejercicio práctico para hacer conjeturas sobre el futuro; b) la prospectiva en un entorno dominado por los cambios continuos y exponenciales; c) la construcción de escenarios alternativos como herramienta más genuina de la prospectiva; d) la prospectiva del largo plazo y el papel de la ciencia; y e) formas alternativas de enfrentarse al futuro.
Mirar al futuro llevando a la espalda la mochila del pasado
Antes, intentaré dejar claro el verdadero papel de la prospectiva. Al respecto, cuentan del Duque de Wellington (1769-1852), uno de los más prestigiosos militares europeos del siglo XIX, que cuando iba a caballo con su Estado Mayor y se encontraba con una montaña, deliberaba siempre en voz alta con lo que se iban a encontrar tras ella en términos de fuerzas enemigas y su despliegue.
Acertaba con frecuencia, y había adquirido esa habilidad tras años de experiencia acumulados en las muchas campañas militares contra los ejércitos napoleónicos en las que participó. Contribuyó a la expulsión de los franceses de la Península Ibérica y terminó, como se sabe, venciendo a Napoleón en Waterloo el 18 de junio de 1815.
En realidad, lo que hacía a caballo con sus ayudantes era continuar con el esfuerzo de definición de una Estrategia que todo ejercito realiza antes de iniciar una batalla. La estrategia militar es el “arte de la concepción” de una batalla y es inevitable pensar en lo que ocurrirá en el futuro o “al otro lado de una montaña”. La imaginación y la intuición informada son elementos fundamentales de la definición de una estrategia, y para ello, lo que se sepa del pasado y lo que se haya aprendido del presente tiene que formar parte de lo que se diga sobre el futuro
La prospectiva está muy ligada a la estrategia y es también un esfuerzo organizado de imaginación sobre el futuro de algo: país, empresa o proyecto. Uno de sus fundadores, Bertrand de Jouvenel (1903-1987), la definió como, “El arte de la conjetura”, título, además, de uno de sus libros.
Los franceses inventores de palabras
El inventor de la palabra y de su práctica fue el filósofo, empresario y administrador francés, Gastón Berger (1896-1960). Es este hombre de empresa, filósofo, profesor y administrador público, el inventor de la palabra “Prospective”, como decimos, el creador de la disciplina y el fundador de la primera institución dedicada a esta materia: Centre Universitaire International de Prospective de París. Fundó asimismo en 1957 la revista Prospective
Fue en realidad el iniciador de un movimiento en Francia alrededor de la “Prospective”, materia concebida como una nueva disciplina práctica orientada a ser una “ciencia para comprender”. La definió como una sistemática de la previsión, no para programas a corto y medio plazo, sino para proyectos a largo plazo.
Sobre ella dijo: “es una ciencia (y yo desde luego insistiría menos en la palabra “ciencia”) para comprender con antelación y para entender el futuro, con el fin claro de contribuir a hacerlo realidad. Para conseguir que dicho ideal se realice, los filósofos, los médicos, los industriales, los sociólogos, los diplomáticos, los juristas, los financieros, los físicos, los matemáticos, etc…, deben reunirse y trabajar juntos. Deben aunar sus esfuerzos para prever las necesidades del mañana, no a partir del pasado ni del presente, sino a partir de la expansión calculada, de las transformaciones puestas en marcha y de los objetivos deseados y deseables formulados desde el presente”.
Conjetura, no predicción
La prospectiva no es, ni mucho menos, un ejercicio de predicción, aunque en su práctica haya que hacer predicciones tentativas. También, y en contra de lo dicho por Berger, hay que recopilar todo lo que se sepa del pasado del tema en estudio, analizar detalladamente el presente del mismo en todas sus dimensiones, identificar las tendencias y hacer predicciones para disponer de lo que se llama futuro lógico o futuro tendencial. Estas predicciones, no obstante, no son el objetivo genuino de la prospectiva.