La cuestión de si la situación actual del mundo en términos de productividad, nuevas revoluciones industriales o de otro tipo y nuevos avances tecnológicos, es de estancamiento, está siendo estudiada por notables autores de todo el mundo. Nosotros nos hemos referido ya y nos volvemos a referir en el presente post, a las obras de autores como Robert J. Gordon, Erik Brynjolfsson y Joel Mokyr. Unos creen que estamos estancados en términos de productividad y nuevas tecnologías y otros creen que estamos justo en un periodo de transición en el que existen grandes mejoras que no acaban todavía de manifestarse en las estadísticas oficiales. El futuro para estas últimos no tiene que ser peor que el pasado.
Imagen del principio tomada de: http://www.blogarama.com/online-marketing-blogs/271996-blogger-blog/1296130-tecnologia-como-factor-clave-del-crecimiento-economico
Estancamiento
Robert J. Gordon, el conocido economista al que hemos mencionado en el post anterior y otros publicados hace varios meses, cree, con especial referencia al caso de los Estados Unidos, que la productividad ya no crece al ritmo que lo hizo a lo largo del siglo XX, por diversos motivos que explica. Entre ellos, la no existencia ya de revoluciones tecnológicas del tipo de las mencionadas anteriormente. Por ejemplo, la de la electricidad y los electrodomésticos, las cuales supusieron una liberación total del trabajo doméstico y exigieron la fabricación masiva de complejos aparatos como las lavadoras, los frigoríficos, los lavavajillas y otros.
Una clara conclusión obtenida por Gordon de su análisis es que los americanos ya no verán sus estándares de vida multiplicados por dos en el trascurso de una generación como ocurrió en el mencionado siglo XX.
Se refiere además, muy gráficamente, a los vientos de cabecera identificados en los Estados Unidos. Son cuatro los mencionados por Gordon: 1) Demografía. La población disminuye y envejece y el porcentaje de personas en edad de trabajar es cada vez más pequeño. 2) Endeudamiento. El endeudamiento público, el de las empresas, y especialmente el de las familias, comienzan a ser una fuerte rémora para el crecimiento. 3) La Educación. La educación en los colleges es cada vez más cara, cada vez se tienen que endeudar más las familias o los propios estudiantes para pagarla, y, como la consecuencia, cada vez hay menos estudiantes. 4) Desigualdad. La desigualdad creciente observada sobre todo en los largos años de la crisis actual y, dicho sea de paso, la desaparición de la clase media, son fenómenos que actúan negativamente sobre la disminución de la renta per cápita. Esto último, en particular, se contradice con lo observado recientemente.
Gordon en su vídeo TED muestra un gráfico según el cual hasta el año 2011 la renta per cápita creció en los Estados Unidos a un promedio anual del 2 % y cree que los vientos de cabecera mencionados actuarán en contra de ese promedio en los próximos años, dándole cada uno un bocado que lo llevará a un mero 0,8 % de crecimiento anual.
Bob Gordon, como lo llaman sus colegas, se pregunta a continuación, si la innovación puede acudir al rescate, y concluye que no, debido, sobre todo, a que las tecnologías actuales no actúan de forma importante sobre la productividad. Sus argumentos han sido expuestos con más detalle en su último libro, The Rise and Fall of American Growth: The U.S. Standard of Living Since the Civil War. (Princeton University Press. 2016).
Tecnología, crecimiento y progreso
Es en relación con este punto de las argumentaciones cuando el debate se ha animado con la participación de investigadores muy conocidos también, como Erik Brynjolfsson y Andrew McAfee, del MIT, autores del libro, La carrera contra la máquina, y más recientemente de, The second machine age.
Ya anteriormente, el historiador económico norteamericano e israelí, Joel Mokyr (nacido en 1946), autor de La palanca de la riqueza, de 1993, se había referido a estas cuestiones en términos más positivos, o menos conflictivos, por cierto, que los autores más actuales. Para Mokyr, la tecnología ha sido la fuente del crecimiento y el progreso y así lo demostró en sus estudios históricos de la Revolución Industrial y del análisis de la evolución económica del mundo desde la Antigüedad clásica, a la Edad Media, el Renacimiento, la Revolución Industrial y principios del siglo XX.
Antes que él economistas muy conocidos como el propio Joseph Schumpeter (1883-1950), Simon Kuznets (1901-1885) y sobre todo, Robert Solow (nacido en 1924), entre otros, se habían referido a la importancia de la tecnología y la innovación en el crecimiento de los países y en el bienestar conseguido con ello.
El crecimiento económico, como es sabido, se produce cuando se incorpora capital y trabajo a una determinada economía, pero la incorporación de capital se produce por las nuevas tecnologías que se generan, al igual que la mayor productividad. Robert Solow determinó en sus estudios del crecimiento en el siglo XX que más del 40 % del crecimiento a largo plazo de los Estados Unidos se había debido a la tecnología.
Incluso el desempleo que muchas nuevas tecnologías producían en determinadas circunstancias fue considerado como temporal y más como desplazamiento de la mano de obra de unas industrias a otras que como desempleo estructural y permanente.
Eso ha sido lo que la teoría económica ha establecido hasta hace muy poco tiempo y lo que constituye el acervo de sabiduría común en el mundo desarrollado.
El gran desacoplamiento
Es ahora cuando surgen fuertes dudas sobre la tecnología y su contribución al progreso y al bienestar. La digitalización e Internet empiezan a ser consideradas como las responsables del desempleo, la desaparición de la clase media y el aumento de la desigualdad. Según lo indicado por Erik Brynjolfsson en la entrevista realizada a él y a su colega Andrew McAfee en el número de junio de 2015 de la revista Harvard Business Review, a lo largo de las tres décadas posteriores a la segunda guerra mundial el PIB per cápita, la productividad del trabajo, el número de puestos de trabajo y la mediana de los ingresos familiares crecieron continuamente, de forma estable, destacada y todas esas variables a la vez, en los Estados Unidos.
A partir de principios de los 80 del siglo pasado las cosas comenzaron a cambiar y desde hace 15 años para acá, es decir, desde principios del nuevo siglo, el crecimiento de la mediana de los ingresos familiares, o renta disponible, ha sido negativo. Una familia americana situada en el percentil 50 de la distribución de ingresos, tiene hoy menos renta disponible que en 1998. Y eso a pesar de que el PIB y la productividad han crecido, no excesivamente, pero a porcentajes razonables.
Es a lo que los autores llaman The Great Decoupling, o, El Gran Desacoplamiento, en español. Una situación muy peligrosa a la que desde hace algo más de un año se vienen refiriendo autores diversos en publicaciones muy variadas. Hay dos en especial que merecen ser mencionadas: La cuarta revolución industrial de Klaus Schwab, ya utilizada en mis blogs, y El auge de los robots. La tecnología y la amenaza de un futuro sin empleo, de Martin Ford.
Dedicaremos varios de los próximos posts a este tema tan importante para todos.