Las leyes de la economía

En el presente y en los próximos posts nos referiremos brevemente a las reflexiones del economista  Dani Rodrik, profesor de la Universidad de Harvard, sobre las leyes económicas. Son leyes, sin duda, que pueden expresarse en fórmulas matemáticas, diferenciándose en ese sentido de otras ciencias sociales, pero la ciencia económica no puede alejarse mucho de estas ciencias porque su fundamento está en la psicología humana. Un error histórico básico, y así lo señala Rodrik, ha sido el querer hacer que dichas leyes funcionen como las de la Física.  

(Imagen del principio tomada de Cadena Nacional:  https://www.radiocadenanacional.com.ar/2016/04/16/sos-la-teoria-economica-se-muere/)

El positivismo en la ciencia económica

A las leyes de la economía y su cumplimiento, tema iniciado en el post anterior, se refiere también Dani Rodrik (Nacido en 1957) en su libro mencionado, mucho más reciente que el de Pulido. Un libro que surge tras la última crisis financiera y la Gran Recesión y que trata de contrarrestar las reacciones generalizadas en contra de la ciencia económica producto de esa crisis y de sus consecuencias negativas.

Rodrik, dicho sea de paso, es una estrella de la economía poseedor de una amplia bibliografía y con bastantes trabajos sobre la globalización. Es muy conocido su libro The Globalization Paradox: Why Global Markets, States, and Democracy Can’t Coexist de 2012. Existe en español con el título La paradoja de la globalización

El libro, me refiero a Las leyes de la economía, tal como se indica en sus créditos, es un intento de deconstrucción de la ciencia económica “para examinarla de cerca y analizar en qué casos son válidos sus postulados y en cuáles se quedan cortos o resultan vanos”.

Se centra, como en otros muchos análisis, en la cuestión de hasta qué punto la Economía es una ciencia y qué tipo de ciencia es. Como muchos otros autores indica que la Economía no es una ciencia natural sino una ciencia social.  Su objeto de estudio no son las rocas, el movimiento o las fuerzas y sus reacciones,  sino la gente que tiene o puede tener, motivaciones distintas a la materiales, una componente psicológica en la que cuenta la racionalidad pero también la irracionalidad y las emociones y una actitudes personales a veces contrarias a lo justo y verdadero.

Errores en los supuestos de las leyes económicas

De olvidarse de lo anterior y de considerar, en línea con el positivismo dominante en el mundo durante largos años desde que Auguste Comte (1798-1857) lo introdujera en la primera mitad del siglo XIX, y de admitir que la ciencia económica es una ciencia universal, dura o robusta,  se deducen muchos de los problemas actuales con la Economía o con la Teoría Económica. Entre ellos: “la reducción de la complejidad de la vida social a unas pocas relaciones simplistas, la tendencia a basarse en supuestos claramente incorrectos, la obsesión con el rigor matemático por encima del realismo, los frecuentes saltos desde abstracciones estilizadas a conclusiones políticas, etc…”

Ideologías y fundamentalismos

Con bastante frecuencia los economistas se mantienen encerrados, casi ideológicamente, en lo que muchos no economistas ven como: “un simple panegírico a los mercados, la racionalidad y el comportamiento egoísta”.

Muy a menudo se los considera fundamentalistas del mercado, del liberalismo y del no intervencionismo del Estado.

Por no entrar en otros «falsos economistas» que defienden el marxismo. Digo falsos porque la Economía como ciencia está fuertemente ligada al mecanismos de mercado y a lo que llamamos, para bien o para mal, capitalismo. Lo de «economía socialista de mercado» siempre me ha parecido un oxímoron. A pesar, por cierto, de los excelentes propuestas del gran economista marxista polaco Michal Kalecki (1899-1970), uno de los pocos que trató seriamente de dotar al marxismo de una estructura lógica de lo que llamamos macroeconomía[1].

Los modelos económicos

Los modelos de la ciencia económica, a los que Rodrik se refiere en su libro con gran profundidad, suelen estar basados en supuestos poco realistas, entre los que se incluye, la racionalidad extrema de los consumidores, sus comportamientos siempre egoístas, la hipótesis de siempre estar dispuestos a consumir y tener más que menos de todo, y su utilización de un horizonte de actuación y previsión extendido siempre al infinito.

Los economistas que mayoritariamente se dedican a enseñar, reflexionar, investigar, escribir y discutir con sus colegas, trabajan a veces para los gobiernos, los bancos centrales y otros bancos, fundamentalmente en sus departamentos de estudios, y en los últimos tiempos, para la enorme economía financiera de nuestros días. Aportan a veces ideas sobre cómo conseguir en un país determinado, el crecimiento económico, el aumento de la productividad, la eficiencia y la igualdad. Se supone que eso significa para los economistas hacer uso de sus conocimientos para establecer políticas de actuación y hacer cosas concretas.

Tal como vimos en el caso de la predicción económica, los conocimientos económicos, la teoría económica en concreto y los modelos utilizados por los economistas, estarían en esos casos enraizados con la realidad y sirviendo para algo práctico al contribuir al intercambio de bienes y servicios.

Explicar las crisis a posteriori en vez de preverlas a priori

Y es ahí donde surgen los problemas ya que cuando se producen dificultades serias en cualquier país, como las deducidas de la Gran Recesión resultado de la crisis financiera de 2007/2008, con sus secuelas de decrecimiento, aumento del desempleo, desigualdad y desequilibrios diversos, los economistas y sus teorías son considerados culpables. Es lo que ha ocurrido en los últimos años, aunque las críticas a la teoría económica y las dudas sobre su utilidad han existido desde siempre. En cierta manera se puede decir que la economía es una ciencia permanentemente en entredicho.

Dani Rodrik, en el libro que comentamos, explica lo ocurrido con dicha última gran crisis financiera como un error de omisión de los economistas. Cita al abogado, economista, juez y profesor de la Universidad de Chicago, Richard Posner (nacido en 1939), el cual reprendió a los economistas por: 1) pensar que otra gran depresión era imposible; 2) considerar que las burbujas sobre activos nunca habían ocurrido antes; 3) asumir que los bancos mundiales eran seguros y sólidos; y 4) suponer que la deuda pública de los Estados Unidos no era tan elevada como para preocuparse.

De forma generalizada se considera hoy que esas asunciones que llevaron a creer que el mercado arreglaría todo, fallaron estrepitosamente. En el libro se menciona la declaración de Allan Greenspan (nacido en 1926), presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos en la época en la que se gestó la crisis, ante el  congreso americano: “Aquellos de nosotros que confiamos en que el egoísmo de las instituciones de préstamo protegería el patrimonio de los accionistas, entre los que me incluyo yo mismo, nos encontramos en un estado de total incredulidad y estupefacción”.

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[1] Espero que no se me interprete mal. Yo creo en la necesidad de reformar la ciencia económica y el capitalismo mismo, término, este último desprestigiado y criticado que yo sencillamente abandonaría, pero una cosa es esa y otra sustituir un sistema que funciona, con defectos, por otros que no funcionan en absoluto. Otra cosa distinta es, por supuesto, la «economía social de mercado» o «capitalismo renano», a lo que ya se ha hecho referencia en este blog


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Doctor Ingeniero del ICAI y Catedrático de Economía Aplicada, Adolfo Castilla es también Licenciado en Económicas por la Universidad Autónoma de Madrid, Licenciado en Informática por la Universidad Politécnica de Madrid, MBA por Wharton School, Master en Ingeniería de Sistemas e Investigación Operativa por Moore School (Universidad de Pennsylvania). En la actualidad es asimismo Presidente de AESPLAN, Presidente del Capítulo Español de la World Future Society, Miembro del Alto Consejo Consultivo del Instituto de la Ingeniería de España, Profesor de Dirección Estratégica de la Empresa en CEPADE y en la Universidad Antonio de Nebrija.

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