Según lo visto en los posts anteriores dedicados a la crisis económica actual, el camino hacia adelante no está despejado en absoluto. George Soros, por ejemplo, cree que la Unión Europea y sobre todo los países europeos del sur, lo tienen muy difícil si Alemania y otros países del norte no se disponen a actuar en favor de una Europa unida. Otros autores también citados anteriormente, como Robert J. Gordon, creen que hay razones más profundas para que la crisis continúe, como son, la muerte de la innovación y el fin del crecimiento. Otros por fin, como James G. Rickards, al que nos referiremos más adelante, anuncian que nos esperan, sobre todo a los Estados Unido, hasta veinticinco años de depresión, crecimiento mínimo y desempleo masivo. La crisis y su posible extensión parece así ser un fenómeno natural que nadie puede detener.
En la conferencia en cuestión se trataba de analizar la larga crisis surgida a finales de 2007 con el desencadenante de las hipotecas subprime en los Estados Unidos y, sobre todo, con la quiebra de Lehman Brothers en septiembre de 2008. Se buscaba información e ideas sobre, la crisis en sí misma, los motivos de la lenta recuperación posterior y las causas del bajo crecimiento previsto para los próximos años, especialmente en los países desarrollados. Como metáfora del diagnóstico general de la reunión, uno de los participantes en la conferencia y co-editor del libro, George Akerlof, Premio Nobel de Economía de 2001, compara lo que está ocurriendo con la situación de un gato subido a las ramas de un árbol, paralizado por el miedo y sin capacidad para moverse.
Por el gato atemorizado cabe entender el conjunto de instituciones relacionadas con la economía, es decir, gobiernos, instituciones diversas, empresas, consumidores e inversores. O, dicho de otra forma, la sociedad en su conjunto, todos nosotros.
Leyendo este libro he tenido la misma sensación que tuve en una conferencia reciente de un religioso, misionero en Filipinas, intelectual y escritor. Hablaba en su conferencia del subdesarrollo y explicó en un momento determinado sus experiencias directas relacionadas con el ciclón Yolanda, causante de 6.300 muertos el 7 de noviembre de 2013. Indicó que los que ejercen su labor en la zona, como él, los políticos y los administradores públicos locales, habían aprendido mucho de lo ocurrido y habían diseñado como consecuencia de ello muchas medidas y normas a adoptar en circunstancias de ese tipo. Cuando le pregunté en el coloquio posterior a su intervención si se había actuado de alguna forma concreta y qué ocurriría si un ciclón similar se desencadenara de nuevo este año, me reconoció con pesadumbre, la pobreza de las actuaciones y, desde luego, la realidad de que si hoy se produjera un nuevo ciclón en la misma zona seguramente sería igual de catastrófico. Las mismas personas sin recursos habían reconstruido sus mismas misérrimas viviendas en las misma áreas cercanas al mar en donde estaban previamente, sin protección alguna en relación con ciclones y tsunamis.
No es difícil encontrar similitudes entre esos desastres naturales y las crisis económicas y financieras, por ejemplo: 1) estas últimas también parecen ser fenómenos naturales sobre los que no tenemos control; 2) aunque se sepa mucho sobre ellas no hay medidas que las detengan; 3) los mecanismos automáticos diseñados para hacerles frente no funcionan; 4) siempre hay nuevas características de las crisis no conocidas previamente que explican dicho no funcionamiento; 5) no hay nadie responsable de tomar medidas, porque no saben, no quieren o no pueden; 6) no se sabe lo que puede ocurrir después de ellas; y 7) y, por supuesto, son siempre las mismas personas las se llevan la peor parte de sus consecuencias. Los 6.300 muertos que nos partieron el corazón hace un año, sin importar la distancia, nos recuerdan a las muchas más personas, cerca de nosotros esta vez, que aunque no mueran se acercan a ello y sufren la pobreza, el desempleo, el cierre de negocios, los embargos, los desahucios y otras desgracias sin fin. Insisto en esto último porque es una realidad que se nos olvida con frecuencia, y considero además, que esta larga crisis no nos va a salir gratis en el caso concreto de España.
Parece mentira, pero crisis como la actual, nos llevan a pensar de esa manera, aunque no sea muy racional y hasta ahora siempre se haya considerado que el mundo construido por los hombres no estaba sometido a las leyes de la naturaleza. La verdad es que nos resulta difícil creerlo así y hemos señalado esas similitudes, no porque las aceptemos, sino porque deseamos señalar que lo peor ante ellas es cruzarnos de brazos. Muchos otros no tienen la misma actitud hoy y están inmovilizados como el gato en el árbol anterior, o, mucho peor, esperan que algo automático como el mercado nos saque de la crisis.
_____________________________________
(*) George Akerlof, Olivier Blanchard, David Romer y Joseph Stiglitz,Wat have we learned?. Macroeconomic Policy after the Crisis, The MIT Press, Cambridge, Massachusetts, 2014.