La Sociedad del Bien Común

El Bien Común como idea o concepto que es, puede estar dominado por extremismos lógicos o racionalistas y por el único enfoque del «deber ser». Como la igualdad, el orden, la conflictividad, las diferencias políticas y otros componentes de nuestras sociedades, tendemos a pensar que todas esas cosas deben ser perfectas y afectar a todos por igual. La realidad es tozuda en demostrarnos lo contrario. Muchos países, sociedades y grupos sociales distan mucho todavía de condiciones aceptables de bien común, igualdad u orden. Para explicar esas situaciones y encontrar remedios debemos acudir a casos reales y tratar de identificar el nivel de bien común existente en ellos y las razones por las que algunos de dichos casos tienen mejor nivel que otros. En este post comenzamos a intentar la identificación de países con buen nivel de «bien común».

(Imagen del principio tomada de la Web `[EL TENDEDERO] DE LAS IDEAS : https://daniellebrato.com/2016/03/10/4698/)

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Fuente: Web «Otras Voces en Educación». http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/102641

El bien común y las organizaciones humanas

En el post anterior se han mencionado algunas publicaciones y autores recientes relacionados con el Bien Común. No es una lista exhaustiva y además puede que tengan todos los citados una cierta orientación económica. El Bien Común que es algo muy antiguo y que quizás hunde sus raíces en la doctrina de la iglesia católica, desde la patrística y mucho más desde la escolástica, ha vuelto recientemente a ponerse de moda, sobre todo bajo el enfoque de “economía del bien común”.

Lo cierto, sin embargo, es que existen autores muy diversos ocupándose de este tema entre nosotros, tanto con el nombre de “bien común” como con el cercano de “interés común” y otros similares. Es tratado especialmente por reconocidos profesores de ética como Victoria Camps (nacida en 1941) y Adela Cortina (nacida en 1948) o por el mimo Fernando Savater (nacido en 1947), además de por juristas y profesores de derecho, y, por supuesto, por escritores de temas sociales y políticos.

Nos referiremos a algunos de ellos en lo que sigue pero antes debemos definir muy bien el tema del Bien Común y darle el enfoque adecuado para lo que pretendemos decir de él en este blog.

Lo primero en esa dirección es indicar que el término es algo inventado por la mente humana y constituye, por tanto y en primer lugar, una idea o concepto. Como tal lleva consigo el peligro de ser algo abstracto sometido simplemente a la lógica, con el riesgo siempre presente de transformarse en una ideología.  Puede además que el origen religioso al que hemos hecho referencia lo haga, ya de partida, una creencia o, de nuevo, una ideología. La consecuencia es el estar situado en el “deber ser” de las cosas más que en lo que las cosas son en realidad.

El bien común como algo real y objetivo

Se ha dicho desde muy antiguo que el bien común es el fin último del derecho o, incluso, que el bien común es la filosofía del derecho. En eso insisten también los escritores de política para indicar que una sociedad u organización social de cualquier tipo debe estar basada en el bien común de sus miembros. La finalidad de un estado, se suele decir también, es el bien común.

Pero más que ir por ese camino nos interesaría aquí identificar algo real y existente a lo que se pueda llamar una ”sociedad del bien común”. Podríamos por ejemplo, prestar atención a un país como Noruega, situado en el primer lugar del ranking mundial para 2015 del denominado Índice de Desarrollo Humano que elabora y publica Naciones Unidas. Como bien se sabe, ese índice clasifica a todos los países del mundo utilizando cuatro indicadores: PIB per cápita, esperanza de vida al nacer, años de escolarización previstos según las leyes, y media de escolarización real conseguida.

Un caso concreto de sociedad del bien común

Noruega ha estado en los primeros lugares de este ranking desde el comienzo de su publicación en 1990. La idea dominante al construirlo y publicarlo era la de interpretar el bienestar y la riqueza de la vida de las personas, no sólo desde el punto de vista económico, sino añadiendo los puntos de vista de la extensión y salud de la vida y el conocimiento y educación de las personas.

Se partía además de la asunción de que para conseguir el máximo desarrollo humano, los países debían ocuparse de: la participación de todos sus habitantes en la vida política y en la comunitaria en general, la sostenibilidad del medio ambiente, la seguridad y los derechos de todos y la promoción de la igualdad y la justicia.

Una vez más, declaraciones de principios, que no obstante son transformados en este caso en un índice cuantitativo del que hay ya un buen historial estadístico.

Si nos fijamos en Noruega, además de las estadísticas recogidas en el índice, se trata de un país en el que la producción anual, o PIB, es importante (de hecho en el 2015 ocupaba el cuarto lugar mundial por PIB/cápita con una cifra de 74.734,56 dólares), que el empleo es elevado y existe alta protección de desempleo (4,7 %), que existe estabilidad política y social, que la desigualdad es aceptable, que la democracia funciona y que la gente, por decirlo en una sola frase, está razonablemente de acuerdo en la marcha y funcionamiento del país.

Características organizativas muy similares a las de otros países

En términos políticos es, como sabemos, una monarquía hereditaria con un sistema de separación en tres poderes, el legislativo, el ejecutivo y el judicial, similar al de una mayoría de países occidentales, y con un parlamento formado por partidos de aproximadamente el mismo corte que el resto de países europeos. El partido más importante desde el punto de vista histórico es el Partido Laborista con una visión social demócrata e internacional, apoyado habitualmente por el Partido Socialista de Izquierda. Con una ideología de centro y una popularidad que ha crecido en los últimos años están los Cristianos Demócratas, el Partido Central y el Partido Liberal, mientras los derechistas son el Partido Conservador y el Partido Progresista.

Desde el año 2013 el gobierno está ejercido por una alianza de los dos últimos partidos y formado por 18 ministros (nueve hombres y nueve mujeres). La primera ministra es Erna Solberg.

Seguiremos hablando de Noruega en el próximo post pero si además de lo dicho se tiene en cuenta que es uno de los países más democráticos del mundo, según el Índice de Democracia publicado por The Economist Intelligence Unit, que es uno de los que menos corrupción muestra, y uno cuya desigualdad es de las menores del mundo con un índice de Gini que en el 2010 fue de 26,83, no sería difícil concluir que Noruega es un claro ejemplo de Sociedad del Bien Común.

Nuestra idea de Bien Común la desarrollaremos no a partir de una entelequia dominada por el “deber ser”, sino a partir de ejemplos como el de Noruega en los que el bien común no será perfecto, sin duda, pero será lo suficientemente razonable como para utilizarlo como referencia.

Doctor Ingeniero del ICAI y Catedrático de Economía Aplicada, Adolfo Castilla es también Licenciado en Económicas por la Universidad Autónoma de Madrid, Licenciado en Informática por la Universidad Politécnica de Madrid, MBA por Wharton School, Master en Ingeniería de Sistemas e Investigación Operativa por Moore School (Universidad de Pennsylvania). En la actualidad es asimismo Presidente de AESPLAN, Presidente del Capítulo Español de la World Future Society, Miembro del Alto Consejo Consultivo del Instituto de la Ingeniería de España, Profesor de Dirección Estratégica de la Empresa en CEPADE y en la Universidad Antonio de Nebrija.

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