La mente como un ordenador (y II)

Aunque de forma muy sumaria se mencionan en este post aspectos muy importantes relacionados con la construcción por el hombre de máquinas pensantes y, quizás, conscientes. Son a grandes rasgos las que tienen que ver con: la reproducción de la flexibilidad del cerebro en el sentido de crear y eliminar continuamente nuevas interconexiones o sinápsis, la posibilidad de aprender que pueden tener las máquinas, y el concepto de verdadera inteligencia, o consciencia. También se cita la estrategia para construir una mente que Kurzweil propone, la cual, dicho sea con ligereza, parece no sólo simplista y reduccionista, sino bastante ingenua, a pesar de los conocimientos y experiencias que el autor demuestra tener. La cuestión no es sólo que Kurzweil crea que se pueden hacer máquinas pensantes, sino que los hombres somos ya de por sí, maquinas pensantes y no excesivamente conscientes. ¡La verdad es que a mi me gustaría ser algo más que eso!.

(Continuación)

No tenemos ya tiempo ni espacio para referirnos a lo que se trata en el capítulo 7 del libro de Kurzweil, que además está destinado de forma muy clara a especialistas de Inteligencia Artificial Fuerte, pero sí mencionaremos que nuestro autor se refiere a todo tipo de problemas relacionados con la reproducción del pensamiento humano en una máquina y está convencido de que estamos muy cerca de conseguirlo.

Aborda temas como el del “connectionism” mencionado anteriormente que cree que puede conseguirse con las “redes neuronales artificiales”, un campo en fuerte desarrollo en la actualidad. Este es un tema a destacar ya que en el presente blog se ha defendido que hay dos cosas aparentemente difíciles de conseguir en una máquina: la fuerza vital del cuerpo humano (es decir, la vida) y la capacidad del cerebro de construir y eliminar continuamente conexiones sinápticas. Según Kurzweil las redes neuronales pueden construir y eliminar conexiones en un ordenador de forma bastante similar a como lo hace el cerebro.

A lo largo del capítulo tiene ocasión de referirse a muchas de las críticas que sus ideas han recibido. Una de ellas, también tratada en este blog, es la del filósofo John Searle popularizó con el experimento mental denominado “la habitación china”, de acuerdo con el cual el superordenador Watson no “entiende” lo que hace ni tiene “consciencia” de ello. Kurzweil le contestó públicamente y lo vuelve a hacer en su libro con su argumento favorito que ya hemos mencionado en estos posts aplicado a otra crítica similar. Searle dice que “manipular símbolos”, que es lo que hace el ordenador, no es ser consciente, y Kurzweil le contesta que si en vez de esa expresión se utiliza la de “manipulación inter-neuronal de las conexiones y las fuerzas sinápticas”, que es lo que hace el cerebro, tendríamos que concluir que el cerebro tampoco entiende nada. Una argumento un tanto capcioso en mi opinión.

Kurzweil no se arredra por nada y en el capítulo 7 que comentamos tiene un apartado denominado “Estrategia para crear una mente”, en la que da recetas diversas para ello comenzando por construir un “reconocedor de patrones” y hacer muchas copias de él. Entra a continuación en cómo los reconocedores actuarían y se refiere a muchos detalles más. Por supuesto que adopta el enfoque actual de hacer máquinas que aprendan, asunto que parece que él utilizó mucho en los primeros años de su empresa “Kurzweil Computer Products” en los que hacía que sus máquinas “aprendieran” a reconocer patrones.

Su idea es que el funcionamiento similar al del cerebro puede cargarse en un ordenador mediante un programa con lo cual se podría hacer que el ordenador funcionara como si pensara, lo cual nos lleva a un terreno de arenas muy movedizas. Daniel Dennet (1942 – ), otro neurofilósofo conocido, ha dicho que no tenemos consciencia sino sensación, o apariencia, de consciencia. De la misma forma pero en términos humorísticos, Ambrose Bierce (1842 – posteriormente a 1913), en su libro el “Diccionario del Diablo”, uno de mis libros de cabecera durante muchos años, dice que “El cerebro es un órgano que nos hace pensar que pensamos” (o creer que pensamos).

Doctor Ingeniero del ICAI y Catedrático de Economía Aplicada, Adolfo Castilla es también Licenciado en Económicas por la Universidad Autónoma de Madrid, Licenciado en Informática por la Universidad Politécnica de Madrid, MBA por Wharton School, Master en Ingeniería de Sistemas e Investigación Operativa por Moore School (Universidad de Pennsylvania). En la actualidad es asimismo Presidente de AESPLAN, Presidente del Capítulo Español de la World Future Society, Miembro del Alto Consejo Consultivo del Instituto de la Ingeniería de España, Profesor de Dirección Estratégica de la Empresa en CEPADE y en la Universidad Antonio de Nebrija.

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