Inteligencia Artificial como complemento. Autores: Adolfo Castilla y José María González del Álamo. Innovation Wars, S. L. CIBUC. https://www.innovationwars.com/
Este post es continuación directa del anterior. Seguimos haciendo en él consideraciones sobre las dos materias empleadas en su título, Inteligencia Artificial (IA) e Inteligencia Colectiva (IC), las cuales han estado siempre unidas en nuestra propia denominación, Inteligencia [Artificial] Colectiva. Intentamos dejar claro dos aspectos fundamentales, uno, que nuestro uso de la denominación Inteligencia Artificial no tiene nada que ver con la posibilidad de simular, o programar, la Inteligencia Colectiva; y otro, que la interrelación de IA e IC en nuestro caso es fuerte y está embebida y automatizada en nuestra metodología de trabajo. Confirmándonos en el hecho de que la I[A]C es una denominación, original, propia y genuina.
(Imagen de arriba: Isla Digue | Aventura África™ – Seychelles)
Inteligencia de enjambre
En nuestra práctica de la Inteligencia Colectiva hacemos uso, como hemos dicho en el post anterior, de la Inteligencia Artificial Normal, pero mucho más importante de lo que hacemos en esa dirección es el uso a fondo y de forma genuina de la “inteligencia de enjambre” en colectivos humanos, a lo que nos hemos referido también en el post previo. Lo que ocurre con las hormigas y con otros muchos colectivos “inteligentes”, entre comillas, como las termitas, abejas o bancos de peces es que son capaces de generar una inteligencia superior de naturaleza emergente que les sirve para resolver los problemas complejos que les van surgiendo…¡en tiempo real!
Esta inteligencia se denomina habitualmente “inteligencia de enjambre”. La mala noticia es que en los colectivos humanos no aparece de forma natural, sino que hay que generarla para que llegue a surgir y podamos utilizarla. Nosotros lo hacemos con nuestra metodología y con el uso de la Inteligencia Artificial existente.
A nivel científico es algo difícil de explicar, porque es una inteligencia muy poco intuitiva. Resulta muy difícil de analizar, por ejemplo, cómo las hormigas son capaces de construir puentes o incluso de cultivar antibióticos a base de aplicar sencillos algoritmos matemáticos, que han ido evolucionando a lo largo de millones de años.
En el caso de los seres humanos más que de enjambres nos gusta hablar de redes neuronales empresariales y de redes neuronales sociales. Lo más interesante de estas redes, o sistema de cerebros, y que, resulta sorprendente, es que la Inteligencia [Artificial] Colectiva no requiere que las personas hablen (lo mismo que nunca veras a las hormigas reunidas) sino que solo se necesita que las personas aporten sus ideas y sobre ellas sepamos aplicar unas reglas básicas, lo mismo que hacen las hormigas cuando mueven sus granitos de arena. De ahí que Grassé introdujera el concepto de “estigmergia” como producto de la colaboración indirecta a través del medio físico, surgiendo por tanto un nuevo lenguaje que no requiere de la conversación directa entre personas sino de la indirecta entre ideas.
Nuestra idea de la I[A]C
Reconocemos que puede parecer extraño en estos tiempos decir que “hablando NO se entiende la gente” pero lo que ahora sabemos es que la Inteligencia [Artificial] Colectiva surge al enfrentar a las ideas en lugar de a las personas a través de procesos de colaboración indirecta en los que las ideas elementales se convierten en objetos móviles o “granitos de inteligencia”.
Puede parecer algo metafísico, pero en realidad es tan sencillo como saber aislar a las ideas de sus autores y someterlas a procesos indirectos de agrupación, combinación, síntesis y votación cualificada, con el único objetivo de que emerja y sobreviva la inteligencia superior que hay en el colectivo y de la que éste ni siquiera es consciente.
Pero, nuestra interpretación de la inteligencia superior que puede surgir de un colectivo de personas se sigue basando en las ideas que surgen de la mente de los individuos. Nosotros creemos que lo único que puede producir verdadera inteligencia es la mente humana y no pensamos que el hombre, a estas alturas de su evolución, tenga que aprender de las hormigas o de los peces en cuanto a esa actividad de nuestra mente.
Sí podemos aprender en cuanto al trabajo conjunto, ya que es probable que el hombre se haya olvidado de la importancia de la colaboración. Son casi tres siglos ya desde que se impuso el individualismo como norma, después de muchos más siglos en los que la regla había sido la comunidad y la colaboración.
Las buenas ideas como un proceso de mejora
La idea inicial de una persona se perfecciona con las ideas de otras, como bien sabemos que ocurre con los conocimientos científicos y que nos recuerda la tantas veces repetida frase de Isaac Newton (1642-1727): «Si he logrado ver más lejos ha sido porque he subido a hombros de gigantes».
Es decir, las ideas iniciales de unos permiten las nuevas ideas de otros, con una visión superior y de más largo alcance.
Relacionado con ello el hombre siempre ha creído y practicado la multidisciplinariedad, la interdisciplinariedad y la transdisciplinariedad, así como el último paso en ese proceso de complementar los conocimientos e ideas de unos con las de otros, llamado “Consiliencia”. Concepto introducido y difundido por el recientemente fallecido Edward Osborne Wilson (1929-2021), con el que este destacado autor pone énfasis en la unidad del conocimiento y en la conveniencia de unir los conocimientos científicos con las humanidades.
Siendo esa realidad de unidad de los conocimientos, a la que a veces se ha llamado, “hechizo jónico”, la que los hombres admiten y en la que creen, ¿por qué entonces le damos importancia en la actualidad y por qué algunos nos dedicamos a potenciarla?
La respuesta es simple, pero múltiple: 1) porque la tecnología digital y la interconectividad de las personas lo permiten hoy más que nunca; 2) porque la capacidad de los ordenadores actuales y de la Red de Redes, junto con la Inteligencia Artificial disponible, hacen posible una colaboración superior entre las personas; 3) porque los avances en el terreno de las neurociencias y en el conocimiento del cerebro nos han hecho imaginar que algo parecido a lo que ocurre con las redes neuronales puede replicarse a nivel de los cerebros de las personas; y 4) porque hay proyectos como el de Innovation Wars/CiBUC, desarrollado con mucho éxito, tras años de investigación, que ofrecen una dinámica, metodología y conjunto de técnicas destinadas a hacer realidad la Inteligencia [Artificial] Colectiva.
La Inteligencia Artificial como complemento de la Inteligencia Colectiva
Nos queda añadir algún comentario sobre el uso de la palabra Artificial en relación con la Inteligencia Colectiva. Ya hemos hecho referencia a ello, pero deseamos insistir en que la Inteligencia Artificial Normal, que es la que existe, resulta muy útil como auxiliar de lo que hacemos en IWars.
Nuestro enfoque principal es la Inteligencia Colectiva, pero lo que llevamos a cabo en nuestros proyectos prácticos, en la empresa y otras instituciones, no podríamos hacerlo sin programas de Inteligencia Artificial.
No tiene nada que ver, sin embargo, con lo Artificial en términos de creer que nuestra labor es algo así como “simular la Inteligencia Colectiva”, nosotros no hacemos nada artificial, todo es lógica y método sobre las ideas aportadas por grupos diversos trabajando juntos. Y es fácil entender, que si consultamos a 600 expertos sobre un reto determinado para una institución y les pedimos que aporten ideas sobre las soluciones posibles, necesitemos herramientas para analizar las respuestas, sintetizarlas y compararlas.
En la literatura existente, parte de la cual puede ser consultada en Internet, se utiliza, no desde hace mucho tiempo, la expresión en inglés Collective Artificial Intelligence, pero no siempre con el sentido que lo hacemos nosotros. Creemos de verdad que hemos sido pioneros en el empleo de la denominación y con una aproximación propia y genuina.
Autores que conocemos bien y seguimos con atención, y las instituciones en que trabajan, como Thomas Malone (nacido en 1952), fundador y director del Center for Collective Intelligence del MIT; Geoff Mulgan (nacido en 1961), antiguo director de NESTA del Reino Unido; Daniel S. Weld (nacido en 1960), profesor de Computer Science and Engineering en la Universidad de Washington; y otros, han hecho referencia a las relaciones entre Inteligencia Artificial e Inteligencia Colectiva, pero no siempre en el sentido en que lo hacemos nosotros en Innovation Wars/CiBUC.
La Inteligencia Artificial embebida en la propia Inteligencia [Artificial] Colectiva
Malone, por ejemplo, ha declarado que “la mejor Inteligencia Artificial es la Inteligencia Colectiva” y en su libro de 2015, Handbook of Collective Intelligence, incluyó un capítulo de nombre, Artificial Intelligence and Collective Intelligence, firmado, precisamente, por Daniel Weld y otros autores, en el que se explica la necesidad de combinar ambas materias.
Hay otros autores que utilizan la denominación, Inteligencia Artificial Colectiva, como un instrumento de role-playing en relación con tareas de “crowdsourcing”. Una utilización que tiene poco que ver con nuestro método.
Geoff Mulgan, por otra parte, en su artículo de 2018, Artificial intelligence and collective intelligence: the emergence of a new field, es el que más se acerca a nuestra propia aproximación al tema y lo identifica como un nuevo terreno para la inteligencia colectiva. Habla de la utilización de mucha gente y muchas máquinas en la solución de problemas.
Pero, el artículo no deja de ser un conjunto de reflexiones y consideraciones lógicas sobre la conveniencia de unir ambas materias, la IA y la IC.
La verdad es que no hemos encontrado en la literatura revisada nada comparable a lo que hacemos en IWars. La IA está embebida y automatizada en nuestra propia metodología de trabajo y forma parte de las técnicas de que disponemos. No es que sea lógica la interrelación de la IA y la IC, que lo es, sino que nosotros las tenemos interconectadas.
Siempre hemos creído que éramos pioneros en el uso de la denominación Inteligencia Artificial Colectiva, y que manejábamos las dos materias de una forma propia y genuina. Después de la revisión de la literatura llevada a cabo nos reafirmamos en ello.
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