La evolución de la racionalidad humana en el terreno científico-tecnológico

Retomamos en este post el recorrido que veníamos haciendo por la evolución de la ciencia y la tecnología a lo largo del siglo XIX. Los lectores asiduos de este blog recordarán que habíamos entrado en el tema de la electricidad y el electromagnetismo, un área científico-tecnológica cuyo desarrollo y evolución cubre un amplio periodo de la historia de la humanidad desde sus primeros pasos en la época moderna a finales del siglo XVII a la actualidad, época en la que todavía se sigue avanzando en este terreno a través, sobre todo, de la tecnología digital. Nos detendremos ahora, en primer lugar, en la figura impresionante de Michael Faraday de cuyos trabajos pioneros van a surgir a lo largo del mencionado siglo XIX, los fundamentos del motor eléctrico, de los generadores de electricidad y del uso masivo de electricidad en nuestro mundo, lo cual va a constituir lo que para algunos es la Segunda Revolución Industrial.

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Racionalidad Científica

Antes de revisar lo que ha sido la electricidad y el electromagnetismo en los siglos XIX y XX deseo mencionar muy brevemente el hilo conductor de este blog, relacionado, como se sabe, no con la historia de la ciencia y la tecnología en nuestro mundo, sobre lo que hay muchos manuales y muchos autores consagrados, sino con un análisis sutil de la racionalidad humana en lo relativo a la ciencia y a la tecnología y, por extensión, a la capacidad intelectual y racional del hombre. Nos interesa observar, sin gran profundización desde luego, la forma cómo los hombres descubren fenómenos naturales, los analizan, identifican y formulan sus leyes, y terminan sacando partido práctico de todo ello. Así como el fenómeno de difusión de los descubrimientos realizados en el conjunto de la sociedad. Mi opinión es que cada nuevo hallazgo llevado a cabo por individuos mentalmente notables supone un salto evolutivo en la mente (y en el cerebro) del que lo realiza, primero, y en las mentes de los que acceden a los nuevos conocimientos, después (1). Cuando dichos conocimientos pasan a otros hombres, estos participan también de la evolución cerebral de nuestra especie. Creo, por otra parte, que la evolución darwiniana del hombre parece haberse ralentizado en cuanto a la mayor parte de nuestra fisiología, mientras que en el cerebro parece estar más viva que nunca. La evolución, si no me equivoco, se está produciendo a gran velocidad en el cerebro y la mente del hombre en la actualidad y cabe esperar de ello cambios radicales en nuestras concepciones científicas e intelectuales en un futuro próximo.

Unido a ello nos interesa indagar también en el cambio de mentalidad general que tiene lugar en la sociedad cuando una masa crítica de sus miembros termina accediendo a los descubrimientos, nuevas concepciones y nuevas interpretaciones científicas, sobre todo cuando dichos descubrimientos son radicales y cambian la interpretación previa de las cosas.  A dichos cambios generales en las concepciones de las gentes sobre la naturaleza de su mundo y sobre su papel en él es a lo que hemos llamado Cosmovisiones, detrás de cuya identificación vamos decididamente en este blog.

La racionalidad es la luz que alumbra nuestro camino y está basada en características del hombre mismo y de su mente como la curiosidad, la capacidad de hacerse preguntas, la habilidad en la búsqueda de respuestas, la formulación de hipótesis sobre el funcionamiento de las cosas, su demostración y su aplicación. Para todo ello, es decir, para que las mentes funcionen, tienen que estar abiertas. como dice el dicho popular, «las mentes como los paracaídas sólo funcionan cuando están abiertas».

Y eso es lo que se nota en los grandes científicos y tecnólogos: sus mentes están activas y abiertas. Tienen probablemente grandes dosis de dos de las capacidades más importantes del ser humano: la capacidad de análisis (o analítica) y la capacidad de intuición (o intuitiva).

Michael Faraday (1791-1867), el gran científico británico, es un ejemplo de lo que decimos, sobre todo teniendo en cuenta que no tuvo formación formal básica y accedió a la investigación desde los lugares más bajos que se pueda imaginar. No sólo de joven ayudante sino casi de sirviente de su primer jefe y de su esposa. Desde ahí llegó a los más altos niveles científicos y sociales de su época.

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(1) Siguiendo a Javier Monserrat y a otros autores se podría decir que cada nuevo avance científico crea en la mente del que lo lleva a cabo un «engrama», o estructura de interconexión neuronal estable.

Doctor Ingeniero del ICAI y Catedrático de Economía Aplicada, Adolfo Castilla es también Licenciado en Económicas por la Universidad Autónoma de Madrid, Licenciado en Informática por la Universidad Politécnica de Madrid, MBA por Wharton School, Master en Ingeniería de Sistemas e Investigación Operativa por Moore School (Universidad de Pennsylvania). En la actualidad es asimismo Presidente de AESPLAN, Presidente del Capítulo Español de la World Future Society, Miembro del Alto Consejo Consultivo del Instituto de la Ingeniería de España, Profesor de Dirección Estratégica de la Empresa en CEPADE y en la Universidad Antonio de Nebrija.

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