Capitalismo y bien común

Continuamos en este post con el análisis del deterioro del bien común, el aumento de la desigualdad y la ingobernabilidad de las sociedades actuales como consecuencia de la crisis comenzada en 2007.  Entramos en la consideración de la paradoja que resulta ser un PIB creciente y un nivel de vida considerable combinados con situaciones inaceptables de pobreza y dificultades para vivir de porcentajes importantes de la población. El capitalismo que es la forma de organización económica y social dominante en nuestro mundo es responsable de lo que nos pasa, en lo bueno y en lo malo, y lógicamente es visto por unos como solución y por otros como problema.

(Imagen de arriba tomada de la Web Lampadia Muchos Opinan Pocos Analizan http://www.lampadia.com/analisis/globalizacion/cual-es-el-futuro-del-capitalismo/)

Deterioro del bien común en un mundo que progresa

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(Imagen tomada de la Web Importancia una guía de ayuda https://www.importancia.org/capitalismo.php)

Las causas del deterioro del bien común y sus secuelas en nuestras sociedades desarrolladas en los diez últimos años son múltiples. Algunas de ellas están relacionadas con la incapacidad intrínseca de nuestros sistemas económicos y sociales para resolver la pobreza y la desigualdad.

Siendo muy razonables habría que aceptar la imposibilidad en nuestro mundo de alcanzar una  situación de cero pobreza y cero desigualdad. La cuestión básica, sin embargo, es conseguir un nivel, digamos que aceptable, de tales deficiencias  y un sistema de ayuda social a los necesitados, superior al existente hoy en día. Además, claro está, de disponer de una organización social y económica facilitadora de la igualdad de oportunidades para todos.

Eso es lo que ocurre en algunos países a los que ya hemos hecho referencia en este blog. Y en términos teóricos, como repetidamente se insiste, una mayoría de países desarrollados ha alcanzado ese nivel aceptable de condiciones de vida para un alto porcentaje de sus habitantes.

El crecimiento económico y el desarrollo vivido por una parte importante de nuestro mundo desde la Primera Revolución Industrial, con altibajos, guerras y revoluciones, y, sin duda, con grandes sufrimientos de algunos, son incuestionables y han sido demostrados en muchas ocasiones cualitativa y cuantitativamente.

El PIB per cápita ha crecido de forma espectacular, sobre todo en los países desarrollados y a partir del final dicha Primera Revolución Industrial (hacia el año 1860 y siguientes) . El nivel de vida ha aumentado paulatinamente y porcentajes altos de la población de las sociedades más ricas viven relativamente bien y tienen su futuro bastante asegurado.

La paradoja de un capitalismo exitoso y un bien común deteriorado

El capitalismo es para muchos responsable del éxito de nuestro mundo explicado a grandes rasgos, aunque para otros el capitalismo es un sistema inicuo y perverso en el que el poder está ligado al capital y se mantiene y refuerza. Las dificultades actuales derivadas del deterioro del bien común son achacadas al capitalismo por grupos importantes de nuestras sociedades y, de hecho, los partidos políticos de nuestras democracias basculan siempre entre los que aceptan sin reservas dicho sistema y los que lo aceptan a regañadientes o lo rechazan rabiosamente.

A los primeros hay que indicarles que aunque el resultado positivo de nuestros sistemas económicos, sociales y políticos sea claro  y esté muy extendido, no es suficiente, sobre todo en épocas de crisis como la vivida en los últimos años. Las cosas se estropean periódicamente en nuestras sociedades para amplios porcentajes de la población y se necesitan medidas correctoras, rápidas y fáciles de implementar.

El capitalismo y la democracia pueden constituir el mejor modelo de funcionamiento que hayamos podido inventar, y es probable también, que  no existan modelos alternativos, pero eso no quiere decir que nuestro mundo sea perfecto. Justificar el estado de las cosas simplemente diciendo que el capitalismo es el mejor sistema de organizarnos que podemos encontrar, no parece suficiente.

A los segundos, recordarles que si queremos respetar la libertad personal de todos, si pretendemos que el mundo funcione solo y automáticamente, si creemos que dependemos de la iniciativa, creatividad y esfuerzo de las personas y si consideramos que la mejor forma para todo ello es defender el interés personal y premiar a los que más se arriesguen y esfuercen, no tenemos más remedio que aceptar el mecanismo de mercado.

Todo lo que hemos creado mediante procedimientos de prueba y error a lo largo del historia es válido y no podemos desprendernos de ello. El capitalismo mismo tiene que ser respetado en lo que tiene de positivo.

Burguesía y aparición del capitalismo

Deberíamos, de hecho, olvidarnos de esa cuestión relativa a la bondad del sistema capitalista, así como de sistemas alternativos, revolucionarios o no, y dedicarnos a arreglar los problemas existentes en nuestras sociedades.  Los partidos políticos actuales no deberían sustentarse en ideologías y en concepciones radicalmente diferentes de las cosas. Las relaciones de poder existentes en nuestras sociedades deberían ser reconsideradas y organizadas alrededor de la idea de que todos necesitamos lo mismo y todos navegamos en el mismo barco.

El poder ha existido siempre en el mundo y ha sido utilizado con frecuencia en beneficio propio de los que lo han ostentado y en detrimento de los que lo han padecido. A partir de un momento bien recogido por la historia, el capital, o la riqueza por decirlo de otra manera, comenzó a tener importancia y se unió sólidamente al poder. Es posible que siempre haya sido así, pero la generación de riqueza en grandes cantidades y de forma rápida y su acumulación en manos de unos pocos, que hasta entonces no formaban parte de la nobleza y clases dirigentes, es un fenómeno relativamente reciente en la larga historia de la humanidad. A esos pocos es a lo que llamamos burguesía, la cual tiene su origen en un estamento intermedio entre la nobleza y el clero, por un lado, y los pobres y desfavorecidos, por otro, de las sociedades de las grandes ciudades medievales.

Revisaremos este proceso algo más adelante pero puede que fueran los imperios comerciales de Venecia y Génova con la correspondiente aparición de la industria de astilleros y la construcción de barcos, los que generaron el mercantilismo, del que se obtuvo por primera vez en la historia grandes plusvalías acumuladas por grupos reducidos de personas. Principalmente, grupos de la mencionada burguesía.

El capitalismo comercial

A esos primeros imperios comerciales siguieron otros como Portugal y España, Holanda e Inglaterra, favorecidos por el descubrimiento de nuevos continentes, surgiendo así un largo periodo dominado por el mercantilismo. Hablamos, como bien se sabe, de hechos ocurridos en Europa en los siglos XIII al XVII.

Mercantilismo es también el nombre de la teoría económica desarrollada en los siglos XVI y XVII para explicar el funcionamiento de la economía en aquellas épocas de monarquías absolutistas por lo que se refiere a Europa. Eran épocas de intervencionismo económico y de fuerte proteccionismo.

El capitalismo surgió entonces como organización económica y social caracterizada por la creación de capital, es decir, por la transformación del dinero de los que lo poseían en inversiones destinadas a la obtención de beneficio. En ese sentido el capital de una empresa es la diferencia entre su activo y su pasivo, y la propiedad del mismo y todos sus derechos,  están en manos del capitalista.

El dinero de algunos era puesto en los astilleros y en los barcos construidos para navegar y promover el comercio y obtener de ello un beneficio. No es extraño que algunos hayan llamado «capitalismo comercial» a esa primera etapa del capitalismo.

Una época y un capitalismo que coincidió con el colonialismo, con un claro uso del poder de unos países sobre otros, con el predominio de condiciones extractivas y explotadoras y con una acumulación escandalosa de riqueza en los países dominantes y en sus clases medias, formadas mayoritariamente por mercaderes.  El capital fue aumentando su papel en el mundo y haciéndose con las riendas del comercio, primero, y de la industria, después, además de con el dinero utilizado como negocio en sí mismo a través de las finanzas y los bancos.


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Doctor Ingeniero del ICAI y Catedrático de Economía Aplicada, Adolfo Castilla es también Licenciado en Económicas por la Universidad Autónoma de Madrid, Licenciado en Informática por la Universidad Politécnica de Madrid, MBA por Wharton School, Master en Ingeniería de Sistemas e Investigación Operativa por Moore School (Universidad de Pennsylvania). En la actualidad es asimismo Presidente de AESPLAN, Presidente del Capítulo Español de la World Future Society, Miembro del Alto Consejo Consultivo del Instituto de la Ingeniería de España, Profesor de Dirección Estratégica de la Empresa en CEPADE y en la Universidad Antonio de Nebrija.

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