Importancia de la economía, la empresa y la producción (II)

la empresa . Autores: Adolfo Castilla y José María González del Álamo. Innovation Wars, S. L. CIBUC. https://www.innovationwars.com/

Continuamos describiendo los fenómenos, procesos, instituciones y actividades de nuestras sociedades en los que estamos implicados los hombres y de los que vivimos. Como figura de apoyo hemos utilizado en el post anterior el muy conocido esquema de lo que es una economía de mercado. En éste, aportamos un pequeño gráfico en el que aparecen algunos de los temas tratados en los tres posts dedicados a la importancia de estas cuestiones. Subsumimos unos en otros como ocurre en el mundo real.

Dicho gráfico es mucho más simple de lo que explicamos en el texto, y no contiene, por ejemplo, elementos como la tecnología o la ingeniería, fundamentales en los procesos productivos. Es solo un ejemplo, pero sí que contiene algo tan fundamental como la empresa y su dirección, sobre las que seguiremos aportando ideas en los próximos posts.

(Imagen de arriba, the Shetland Islands, off the northern coast of Britain)

Tecnología

(Esquema que recoge aspectos importantes de la economía y de la empresa)

La podemos definir como: “conjunto de conocimientos que tiene una empresa, un país o una sociedad, relacionados con las artes industriales, es decir con la fabricación de bienes y producción de servicios”.

Tendemos a conectar la tecnología, con los utensilios, con las máquinas, las herramientas y las instalaciones, es decir con las cosas físicas que nos son de utilidad. Es verdad que dichas cosas son una manifestación de la tecnología, pero la esencia en sí de la tecnología es el conocimiento necesario para fabricar esas cosas y hacerlas funcionar.

Ingeniería o Ingeniero

Siempre, a lo largo de la historia, desde que el homínido se transformó en homo faber, ha habido profesiones encargadas de hacer herramientas, utensilios, aparatos, barcos, molinos, edificios, caminos, puentes y otras cosas útiles para la humanidad. La inteligencia del hombre, y el hombre mismo, empiezan a emerger cuando un hombre primitivo golpeó una piedra de sílex (o pedernal) contra otra, para construir un instrumento afilado que le permitiera cazar mejor. Durante mucho tiempo los profesionales de hacer cosas útiles para la vida de las personas fueron llamados artesanos y sus conocimientos se creía que no eran susceptibles de estudio y aprendizaje intelectual, sólo se aprendían viendo trabajar al maestro y practicando en su taller.

A partir de un cierto momento, que quizás pueda ser la Primera Revolución Industrial, cuyo comienzo es de mediados del siglo XVIII, surge la necesidad de unos profesionales más avanzados y más sofisticados que aprendan a hacer cosas útiles basándose en la ciencia y en los conocimientos más formales de las leyes físicas, las teorías del calor y la energía. Son conocimientos que se habían ido desarrollando con la Revolución Científica en la Europa de los siglos XV, XVI y XVII. Para ponerlos a disposición de la sociedad surgen las primeras escuelas de Ingeniería a mediados del XVIII.

La ingeniería, por tanto, es el “conjunto de conocimientos científicos, tecnológicos y organizativos orientados a la realización de cosas útiles que satisfagan las necesidades de las personas”.

El ingeniero no es otra cosa que un, “profesional que hace bien cosas útiles”. Un profesional de la acción, de productividad, de la eficiencia y de la eficacia.

Empresa

Es tan importante la producción que a través de la historia hemos creado y lo hemos ido perfeccionando algo a lo que llamamos “empresa”, de la que podemos dar la siguiente definición: “institución, o forma institucional, creada por nuestras sociedades para ser depositaria, o responsable, de las actividades de producción de bienes y servicios”.

Ponemos énfasis en esta definición en el hecho de ser la empresa en primer lugar una institución, es decir, algo que tiene que ver con su existencia formal y legal. Después vendrán otros añadidos, como que es una organización o un sistema compuesto de hombres, máquinas e instalaciones, o también que una empresa está constituida por aportaciones de capital y que el beneficio es un elemento fundamental de su actividad, pero, en términos de definición precisa en cuanto a lo que es, conviene utilizar la definición indicada.

Hay, por supuesto, otras instituciones también implicadas en la producción, sobre todo en la producción de servicios, tales como las fundaciones, las asociaciones, los colegios profesionales o las ONGs.

El empleo es un componente fundamental de la empresa, ya que la creación de valor, o de riqueza, de la que vivimos todos, no es otra cosa que la combinación de capital y trabajo. El crecimiento económico, sin el que no sabemos, o no podemos, vivir, es eso, capital y mano de obra. A largo plazo, por otra parte, influyen otros componentes como la tecnología, la innovación, el capital humano y la habilidad de dirección.  

Compañías

Con frecuencia, a la empresa se la llama también, «compañía», un término, quizás más antiguo, procedente del siglo XVI y muy ligado a lo que se llamaron, «Compañías de Indias», organizaciones de tipo colonial responsables de explotar el comercio europeo con países lejanos de Oriente y del Nuevo Mundo a partir de comienzos del XVI. Fueron muy importantes en los siglos XVI, XVII y comienzos del XVIII, época dominada por el mercantilismo. Aparecieron entonces grandes potencias, como Venecia y Génova, primero, España y Portugal, después, y Holanda, Inglaterra y otras naciones europeas, más adelante.

Las Compañías de Indias en la que históricamente destacan, la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales (VOC, o, Vereenigde Oostindische Compagnie), fundada en 1602 y la Compañía Británica de las Indias Orientales (con diversos nombres como, British East India Company, y otros), fundada en 1599, estaban constituidas por grupos de empresarios, aunque muy ligadas a los gobiernos y establecidas como monopolios. Todos los gobiernos europeos en esas épocas eran monarquías absolutistas en las que las relaciones entre el poder político y las actividades económicas estaban muy reguladas e intervenidas.

Dirección, gestión y administración

Como hemos dicho ya en posts anteriores, todas las empresas e instituciones varias implicadas en la producción de bienes y servicios, necesitan algo a lo que llamamos, dirección, gestión o administración. En inglés todas esas palabras se suelen englobar bajo el término, “management”, que también utilizamos en español. Conviene recordar, una vez más, la vieja definición de Management en inglés: “Management is to get things done through other people”.

La dirección, gestión o administración de empresas es conseguir “hacer cosas, eficiente y eficazmente, a través de otras personas y otros recursos”.

Es una tarea muy necesaria para nuestro mundo, a mitad de camino entre la ciencia y el arte y con alto componente de aprender viendo y haciendo. En ello radica parte de sus dificultades, ya que los hombres tenemos, naturalmente, la facultad de hacer y resolver y algunos no piensan que eso sea objeto de ningún estudio. El hombre no es nunca una figura del paisaje, como lo pueden ser la vaca o el caballo. Si se deja solo en un prado verde, pronto se moverá hacia las montañas o el mar.

Emprendimiento como disciplina

Por eso, quizás, la disciplina de la que hablamos tardó mucho tiempo en formalizarse. Como hemos dicho ya, fue a últimos del siglo XIX y primeros del XX cuando la dirección de empresas se transformó en un área de conocimientos específica. Fue lo que se llamó, «Management Científico». Para muchos, sin embargo, y todavía, esta materia es como los manuales con que recibimos cualquier electrodoméstico nuevo. Los libros de texto sobre management parecen en muchas ocasiones, manuales o casos de estudio específicos. No hay mucha teoría general en ellos.

En el caso de los españoles, muy orientados a los conocimientos conceptuales, tardó tiempo en reconocerse como materia independiente de otras. Hoy, es verdad que tenemos grandes escuelas de dirección de empresas, y, además, las diferencias entre unas sociedades y otras, dentro, por ejemplo, de los países desarrollados, empiezan a ser mínimas. No obstante, en comparación con otras culturas, la nuestra no es proclive, al emprendimiento, a la innovación o al riesgo inherentes a las actuaciones humanas. No hablamos, claro está, de individualidades destacadas, que no nos faltan, sino de altos porcentajes de la población.

Doctor Ingeniero del ICAI y Catedrático de Economía Aplicada, Adolfo Castilla es también Licenciado en Económicas por la Universidad Autónoma de Madrid, Licenciado en Informática por la Universidad Politécnica de Madrid, MBA por Wharton School, Master en Ingeniería de Sistemas e Investigación Operativa por Moore School (Universidad de Pennsylvania). En la actualidad es asimismo Presidente de AESPLAN, Presidente del Capítulo Español de la World Future Society, Miembro del Alto Consejo Consultivo del Instituto de la Ingeniería de España, Profesor de Dirección Estratégica de la Empresa en CEPADE y en la Universidad Antonio de Nebrija.

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