La economía española tras la pandemia (2). Una situación difícil

Una situación difícil. Continuamos en este post analizando la situación de la economía española justo tras la pandemia, cuando parece que hemos entrado en una clara etapa de recuperación. Damos la bienvenida, sin lugar a dudas, a tal recuperación y contamos además con que la economía mundial y la europea se recuperen también con vigor. Ponemos énfasis, no obstante, en lo que sigue, en problemas más amplios y generales que los del crecimiento a corto plazo del PIB y la mejora de la tasa de desempleo. Dichas mejoras son muy favorables, pero no debemos olvidar la situación difícil de nuestro país por lo que se refiere a la pérdida de posiciones en los rankings mundiales. Advertimos, de hecho, sobre la posibilidad de entrada en un proceso de subdesarrollo.

(Imagen de arriba: Archipiélago de San Blas, Panamá)

La situación del país

En lo relativo a la situación de nuestro país deseo recordar que, en mi opinión, se sumerge más que emerge. Sin gran atención pública a la cuestión hemos bajado ya al lugar 14 del mundo por volumen del PIB y al 32 por PIB per cápita, siendo además destacable en relación con la segunda métrica, que en cuanto a la Eurozona hemos vuelto al lugar de 1999 cuando el país entró en ella. Es decir, con datos del segundo y tercer trimestre del pasado año, estamos en un PIB per cápita casi un 30 % por debajo del de la media de dicha agrupación de países. Las previsiones son, además, que en unos 15 años estaremos fuera de los veinte países más desarrollados del mundo.

Siento decirlo, pero la gente en general y los políticos en particular, parecen creer que ser un país desarrollado es algo permanente en el tiempo y que el mecanismo de mercado es suficiente para mantenernos en lugares de privilegio. No siendo ciertas ninguna de esas dos asunciones. Si no nos movemos, no innovamos y no emprendemos somos como el camarón que se duerme.

La frontera de las posibilidades de producción está estancada o disminuyendo, consecuencia, como es lógico, de una persistente baja inversión, tanto privada como pública, lo cual lleva a la vez a un estancamiento de la productividad.  

Hemos analizado en posts anteriores los fenómenos actuales de crecimiento de la pobreza, el desempleo y la desigualdad y no parece necesario recordarlos. Cuando en el 2019 habíamos conseguido reducir el desempleo hasta el 13,8 % viniendo de casi el 26 % de los años 2012 y 2013, tuvo lugar la pandemia que nos puso de nuevo en el 16 % de desempleo a finales del 2020.  No se puede olvidar la influencia del desempleo en las otras dos grandes disonancias, la pobreza y la desigualdad.

Incongruencias

Solo indicar en cuanto a dicho desempleo, las incongruencias varias encontradas a nuestro alrededor.

Por el historial del desempleo de nuestro país deberíamos concluir la falta de producción suficiente para emplear a toda la población demandante de trabajo o, dicho de otra forma, que la población activa es superior a la que podemos emplear. Al mismo tiempo sabemos de tres argumentaciones, diríamos incongruentes con esas explicaciones: una, hay una población inmigrante trabajando con gran facilidad (probablemente en trabajos de baja categoría, con sueldo bajos y en condiciones precarias); dos, hay demanda de trabajadores en terrenos como el transporte de mercancías, en la construcción y , por supuesto, en áreas tecnológicas que requieren cierta cualificación, y al mismo tiempo un fuerte desempleo juvenil y de personas de mediana edad; y tres, muchos insisten en que este país necesitará abundante población joven inmigrante en el futuro simplemente para mantener la población cada vez más envejecida hacia la que vamos, pero no sabemos cómo vamos a emplear a esa población de repuesto.

No cabe la menor duda de la necesidad de hacer algo para adaptar la demanda de empleo a la oferta, pero a largo plazo parece no haber más solución, y a ello nos referiremos posteriormente, que la del trabajo autónomo, la iniciativa individual, el emprendimiento y la innovación. A ello se refiere muy especialmente el reciente libro de Philippe Aghion, Céline Antonin y Simon Bunel, «El poder de la destrucción creativa. ¿Qué impulsa el crecimiento económico?«

Una cita de dicho libro resulta pertinente: “Las crisis se suceden. La desigualdad aumenta, el crecimiento se estanca, el medioambiente se deteriora y la pandemia de la COVID-19 ha dejado al descubierto las debilidades del sistema. Cada vez se oyen más llamamientos a un cambio radical. Incluso al fin del capitalismo”.

Otra referencia oportuna a este respecto es el libro de Kate Raworth, «Economía Rosquilla. 7 maneras de pensar la economía del siglo XXI». De él recogemos la siguiente cita: «La economía no funciona. Ha sido incapaz de predecir, y no digamos de impedir, las crisis financieras que ha sacudido los cimientos de nuestras sociedades. Sus obsoletas teorías han permitido la existencia de un mundo en el que persiste la pobreza extrema mientras la riqueza de los superricos aumenta año tras año. Y sus aspectos más imprecisos han desembocado en políticas que están degradando el mundo en una escala que amenaza por entero nuestro futuro»

Una situación difícil de la económica española

Precisamente, el alto y continuado desempleo español es un asunto grave del país, doloroso en muchos sentidos y vergonzoso en ocasiones para los que hemos asistido y asistimos a conferencias y reuniones económicas internacionales.

En los últimos años desde el 2015 hasta el pasado año 2019, la situación había mejorado en cuanto a esta variable, como hemos indicado en los posts previos y recordado anteriormente, pero la pandemia nos está enfrentado de nuevo a la terrible realidad de tasas insoportables de desempleo de nuestro país. Incluso contando con la recuperación en marcha no resolveremos de forma apreciable nuestro elevado y persistente desempleo.

Informes de la OCDE

Si a este panorama añadimos lo que indica sobre España el informe de perspectivas económicas de la OCDE de hace unos meses, los motivos de preocupación crecen de forma muy notable.

Dicho informe, que hace uso del  CLI (Composite Leading Indicators) creado por esta Organización y compuesto por un número de otros indicadores, señala una clara desaceleración para el caso de España. El último valor calculado es, para nuestro país, de 93, 72 puntos, mientras que el anterior era de 94,31.

Para el conjunto de los países desarrollados que forman parte de esta Organización el último valor ha sido de 97,98 puntos mejorando notablemente sobre el anterior, que fue de 97,04.

La OCDE deduce de estos datos que España se está quedando atrás y puede quedarse al margen de la recuperación observada en los países desarrollados.

Aunque al mismo tiempo, y en un informe mucho más reciente, de ayer mismo, 21 de septiembre, la OCDE mejora de forma importante las predicciones de crecimiento para España: 6,8 % del PIB para 2021 y 6,6 % para 2022

Los economistas del sube y baja

Nuestras consideraciones, bastante negativas, contrastan con estos datos y con los anunciados por las instituciones españolas. Se prevén entre nosotros tasas de crecimiento del 6 % y del 5 %, respectivamente, existiendo euforia al respecto especialmente en el Gobierno. Son superiores a la media de la Zona Euro, pero las dos juntas suman el 11 % perdido en 2020. Es decir, en términos acumulados no volveremos a estar en donde estábamos en 2019 hasta finales del 2022.

(Una situación difícil)

Tal como nos pasó en la crisis del 2008/2009, en la que perdimos en cinco años un 10 % acumulado del PIB, no recuperado hasta mediados del 2017, también ahora perdemos ritmo a nivel mundial y nos distanciamos de otros países que han perdido menos PIB en la pandemia. La consecuencia es una nueva bajada en el PIB per cápita mundial. Me imagino que nos situaremos en el lugar 35 ó 36 del mundo en cuanto a PIB per cápita medido en Poder de Paridad de Adquisición (PPA).

Hay economistas, no obstante, hablando de que la recuperación está aquí y de que el desempleo mejorará en gran manera. Son los economistas del sube y baja, un juego muy adecuado para nuestro país debido a la gran volatilidad de sus variables macroeconómicas, otra característica de lo que somos en términos económicos.

Una visión más amplia que la del sube y baja

Y no digo que no nos debamos alegrar de crecer, y de hacerlo por encima de la media de la Eurozona, pero es conveniente adoptar una perspectiva más amplia sobre nuestra economía. La pérdida de posiciones en los rankings mundiales, ya comentadas, forma parte de una visión más comprensiva y, también, cuestiones como la desindustrialización, el excesivo peso del consumo y los bajos porcentajes de gasto público. Esperemos que esta situación cambie con los fondos procedentes de la UE y con unas actuaciones más enérgicas de las empresas, del gobierno y de la sociedad civil.

En 2019 el sector industrial manufacturero español suponía un 11 % del PIB y el resto de la industria incluyendo la producción de energía era de un 3 %. Un 14 % en total para la industria y además evolucionando a la baja año a año, es un porcentaje muy reducido del sector industrial para un país desarrollado. Alemania, por ejemplo, un país muy industrializado, tiene un porcentaje del 29,1 % incluyendo la construcción. Nosotros, incluyendo este último sector estaríamos en un 20 %, casi 10 puntos menos.

En cuanto a los componentes del PIB por el lado de la demanda, la situación en el 2019 fue de un 57 % para el consumo, un 19 % para el gasto público, un 21% para la inversión y una aportación positiva de la balanza por cuenta corriente de un 3 % (35 % del PIB de las exportaciones y 32 % de las importaciones)

Para las últimos datos utilizamos la mejor información económica existente en el país y las mejores predicciones, realizadas de forma continua desde 1982. Se trata de las proporcionadas por el Centro de Predicción Económica (CEPREDE) de la Universidad Autónoma de Madrid, dirigido actualmente por Julián Pérez, un gran economista español, que, con su equipo, no solo analiza y predice la evolución económica del país, sino que tiene una de las visiones más amplias y comprensivas de lo que es nuestra economía en su conjunto (1).

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(1) Una Institución creada por Antonio Pulido (recientemente fallecido), por el que esto escribe y por otros dos profesores de la UAM con la ayuda decisiva del premio Nobel de Economía de 1980, Lawrence R. Klein y su equipo en la Universidad de Pennsylvania.


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Doctor Ingeniero del ICAI y Catedrático de Economía Aplicada, Adolfo Castilla es también Licenciado en Económicas por la Universidad Autónoma de Madrid, Licenciado en Informática por la Universidad Politécnica de Madrid, MBA por Wharton School, Master en Ingeniería de Sistemas e Investigación Operativa por Moore School (Universidad de Pennsylvania). En la actualidad es asimismo Presidente de AESPLAN, Presidente del Capítulo Español de la World Future Society, Miembro del Alto Consejo Consultivo del Instituto de la Ingeniería de España, Profesor de Dirección Estratégica de la Empresa en CEPADE y en la Universidad Antonio de Nebrija.

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