Exceso de economía financiera

Abordamos en este post, un poco de pasada, el volumen que está adquiriendo en nuestro mundo la economía financiera y la actividad de los fondos de inversión. Se sugiere, de la mano de otros autores, la posible influencia negativa de este mundo financiero en la economía en su conjunto, debido, entre otras cosas, a que ya no es complementario y soporte de la economía real ligada a la producción de bienes y servicios, sino que tiene vida propia y constituye una economía paralela. Es un mundo hoy por hoy, además, que crea enormes desigualdades debido a las desorbitadas ganancias de los fondos mismos y, especialmente, de sus directivos. El dinero que crea dinero, sin que se sepa muy bien cómo lo hace, parece un mundo ideal sólo para ricos, con su propia dinámica e independencia. Los manifestantes de Hamburgo, los indignados y los desfavorecidos, no están de acuerdo con los excesos de ese mundo y de una forma u otra sienten que tal estado de cosas no puede durar.

Resultado de imagen de economía financiera imágenesLa Virtuosa Economía Financiera

Para no cargar demasiado las tintas contra el mercado financiero al que nos vamos a referir a continuación, deseo mencionar en primer lugar la defensa profunda que hace el economista Daniel Lacalle (nacido en 1967) de dicho mercado. No es el único que lo defiende, desde luego, pero es uno de los más informados sobre el tema y uno de los que han expuesto claramente sus ideas liberales en numerosos  libros aparecidos en los últimos años. Su artículo «La Virtuosa Economía Financiera«, publicado en “El Espectador Incorrecto” el 21/5/2014, y que puede verse en su propio blog, es un trabajo notable sobre lo que tratamos a continuación.

El eslogan que lo acompaña, «Sin el motor del dinero, las grandes transacciones, la inversión en bienes de equipo, y la internacionalización no sería posibles», es, un poco, un lugar común. Es una declaración de principios, una conceptualización, un ideal, algo que nos gustaría que fuera verdad pero que no lo es. Sobre todo si se tiene en cuenta el mundo de los llamados, «hedge funds», «derivados», opciones de compra, opciones de venta, deuda para invertir, «fordwards», futuros, «swaps», etc…, en el que todos los inversores participan.

Lacalle es un autor transparente y que habla claro, pero leyéndolo tiene uno la impresión de que, como muchos otros liberales españoles actuales, su discurso es más liberal de lo que debía ser porque habla para una sociedad fuertemente impregnada de socialismos, intervencionismos y regulaciones sin cuento. Lo digo porque lo he sufrido en mis carnes y porque así lo expresó, al parecer, Joaquín Garrigues Walker, «los liberales en este país cabemos en un taxi». Todos los que hemos pasado años en países anglosajones volvemos con afanes evangelizadores.

Fondos de inversión

Después de la especie de advertencia anterior y siguiendo con las reflexiones que venimos haciendo en los últimos posts, indicaría que en el reportaje de El País Negocios mencionado en el anterior, se citan fuentes diversas, con preferencia informes de instituciones financieras y de fondos de inversión. Es probable que sean estas empresas, por cierto, las más preocupadas por la situación actual y por lo que se avecina.

En el caso de una de ellas, PIMCO (Pacific Investment Management Company, LLC), la gestora de renta fija más importante del mundo, con más de dos billones (o para que no haya duda 2 por 1012) de dólares en activos, el reportaje de El País indica que de acuerdo con su informe Perpectives Outlook, la probabilidad de que vivamos una nueva recesión en los próximos cinco años, es de un 70 %. Se da este dato en uno de los artículos actualmente colgados en su Web, de junio de este año, firmado por RICHARD CLARIDA, ANDREW BALLS y DANIEL J. IVASCYN.

Pero es curioso, porque consultada por el que esto escribe la nueva Web para España de eta compañía, y visionado el vídeo de su Director de Inversiones, Dan Ivascyn, la impresión que se obtiene es la contraria. Deja claro una y otra vez este directivo que no espera ninguna crisis para los próximos años, y traza un panorama brillantísimo para las inversiones financieras. Esto no es extraño ya que los fondos de inversión de todo tipo sólo quieren atraer capital y son capaces de decir tanto que mañana se hunde el mundo como que ascendemos todos a los cielos, con tal de que su fondo aumente.

Consejo Asesor Mundial de PIMCO

Los informes, vídeos, declaraciones y otro material de estos grupos, son lo menos serio del mundo económico en la actualidad. Son falaces y muchos de los que se dedican a captar dinero son charlatanes profesionales. Posiblemente muy bien elegidos por esa habilidad.

Pido perdón por estos juicios, quizás un poco duros, y saco de mis comentarios, por supuesto, a PIMCO y a todos los fondos de inversión serios, sólidos y solventes, que existan. Pero lo dejo escrito porque sé de lo que hablo después de haber sido esquilmado en varias ocasiones por desaprensivos directivos de fondos de inversión que no me dejaron vivir hasta que me sacaron los pocos ahorros que tenía. Para hacerlos desaparecer poco después en “empresas de fortuna”, cotizadas en bolsa.

Por cierto que entrar en las páginas Webs de PIMCO es puro glamour y como una película de “amor y lujo”. Todo gira alrededor de dinero a ganar, de ganancias espectaculares, de comisiones elevadas y crecimiento continuo del capital de todo el mundo que confía en ellos.

Uno se queda impresionado además de las verdaderas “puertas giratorias” que mantienen y promocionan estas instituciones. Su Consejo Asesor Mundial está formado por Ben Bernanke (nacido en 1953), Gordon Brown (nacido en 1951), Ng Kok Song (69 años de edad), Anne-Marie Slaughter (nacida en 1958) y Jean-Claude Trichet (nacido en e942). Tras sus reuniones se los ve muy risueños y satisfechos. Seguro que piensan que con su asesoramiento mucha gente se hará rica, pero también se nota que los que de verdad se hacen ricos son ellos, con sus múltiples consejos y comités.

Enough is Enough

Los asesores, antiguos servidores públicos y dirigentes, se hacen ricos, de manera análoga a lo que ocurre con los propietarios y directivos de dichas compañías de inversión. Hoy, lo sabemos todos, muchos de ellos se hacen multimillonarios en poquísimo tiempo. El dinero que produce dinero es la mayor industria de nuestro tiempo y no es una industria excesivamente beneficiosa para todos ni creadora de Bien Común. Puede que sea la causa de que muy pronto lleguemos a un punto en relación con ella en el que “enough is enough”.

Utilizo una expresión de los críticos sobre la situación del mundo en la actualidad pero no porque yo me sitúe con ellos y fuera del sistema. No puedo estarlo y básicamente estoy de acuerdo con el orden establecido, con el capitalismo y, sobre todo, con países capitalistas como Noruega, que son también Sociedades del Bien Común. Resulta imposible no admitir los logros del capitalismo y no reconocer lo que los hombres hemos ganado con ese sistema de organizarnos, sobre todo a partir de finales del siglo XIX, o con más precisión, a partir de la segunda guerra mundial.

La cuestión sin embargo es que el capitalismo a lo largo de su historia, ha matado, ha explotado y ha hecho sufrir a muchos habitantes del planeta. Siempre, desde luego, a muchos menos que otros sistemas de funcionamiento socio-económico-político, pero mejor es reconocerlo.

Y se puede decir también que su dinámica lleva a crear periódicamente grandes problemas al capitalismo mismo y al funcionamiento de nuestras sociedades, sobre todo cuando nos deslumbramos con la libertad personal y el liberalismo, nos olvidamos de regular los mercados, no pensamos en los desfavorecidos y no nos damos cuenta de las espirales viciosas en las que el capitalismo cae de vez en cuando.

Teoría económica de la desigualdad

Hoy somos muy sensibles a las desigualdades surgidas en los países desarrollados recientemente por motivos muy diversos y lo consideramos un fenómeno real, grave y peligroso, pero la historia del siglo XX es clara en cuanto a que el desarrollo económico ha disminuido la desigualdad y ha creado los innumerables beneficios asociados a la vida civilizada, tales como puestos de trabajo para muchos, pensiones, subsidios, seguridad social, educación gratuita, sanidad universal, parques, playas, museos, etc, etc…

A esas cuestiones se refiere muy bien el autor ya citado en otros posts, James K. Galbraith (nacido en 1952), en su libro sobre la desigualdad ya citado en posts anteriores.

Es él, en su afán de hacer una especie de teoría económica de la desigualdad, el  que explica que uno de los problemas del capitalismo es el de utilizar correctamente los beneficios que genera. Dichos beneficios, parece decirnos, cuando más utilidad proporcionan a todos es cuando se distribuyen adecuadamente, sobre todo a través del más importante mecanismo distribuidor de los ingresos, la renta y la riqueza, que es el trabajo.

Cuenta la bien conocida historia de Henry Ford (1863-1947) — y no hay que olvidar su filo nazismo y su dureza personal– en relación con la idea de que para vender sus coches tenía que pagar muy bien a sus obreros, al objeto de que estos se transformaran en sus clientes. Más o menos esta idea se generalizó en su época.

La espiral peligrosa de la economía financiera

Justo en esas épocas de los últimos años del Siglo XIX y primeros años del XX, y según Keynes, los beneficios , acumulados por empresarios que no eran propensos a grades gastos y grandes lujos, y en una época en la que el consumo no había surgido como fenómeno social, encontraron una salida a sus ganancias en la reinversión en nuevas industrias y empresas, consolidándose así el verdadero capitalismo moderno.

Lo mismo ocurrió al final de la segunda guerra mundial cuando surge el gran boom económico moderno y la verdadera internacionalización de los mercados. Las inversiones fueron entonces mundiales, basadas también en parte, en la tecnología que se incorporaba con fuerza entonces a las causas del crecimiento. Y, no lo olvidemos, todo ello contribuyó de forma importante a la creación masiva de puestos de trabajo en todo el mundo. Tal fenómeno fue la causa del desarrollo económico espectacular de los países industrializados de la segunda parte del siglo pasado.

Ahora, opinamos nosotros, tampoco saben los componentes productivos de nuestra sociedad, qué hacer con el dinero que ganan, y han encontrado un camino engañoso en la inversión en fondos de inversión, sobre todo en los especulativos. Aunque los fondos serios digan que sólo invierten en grandes empresas cotizadas en bolsa y sólo a largo plazo y para hacerlas rentables, la realidad es otra. Y, además, los precios de la bolsa suben y suben impulsados por sus especulaciones sin que exista un crecimiento económico real físico y sin que se creen nuevas empresas y nuevas infraestructuras.

La economía financiera que hemos creado, y desde luego su exceso, es fuente potente de desigualdades y causa segura de burbujas y crisis, por lo que representa un serio peligro para todos. Por eso, y por no crear siempre verdadera riqueza. Tales circunstancias son especialmente identificadas como males graves por los descontentos de nuestro mundo en la actualidad.

Doctor Ingeniero del ICAI y Catedrático de Economía Aplicada, Adolfo Castilla es también Licenciado en Económicas por la Universidad Autónoma de Madrid, Licenciado en Informática por la Universidad Politécnica de Madrid, MBA por Wharton School, Master en Ingeniería de Sistemas e Investigación Operativa por Moore School (Universidad de Pennsylvania). En la actualidad es asimismo Presidente de AESPLAN, Presidente del Capítulo Español de la World Future Society, Miembro del Alto Consejo Consultivo del Instituto de la Ingeniería de España, Profesor de Dirección Estratégica de la Empresa en CEPADE y en la Universidad Antonio de Nebrija.

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