Continuamos en este post haciendo referencia a varios de los esotéricos más conocidos del siglo XIX y principios del XX. En esta segunda entrega sobre el tema se presta atención a una figura central de la teosofía como fue Madame Blavatsky , admirada y muy considerada durante algún tiempo pero que finalmente fue fuertemente criticada y considerada una farsante. Se menciona también a P. D. Ouspensky y a G. I. Gurdjieff, dos figuras centrales del esoterismo de las que se dirá algo más en el post siguiente.

Helena Blavatsky creía también, como algunos filósofos y científicos de los siglos XIX y XX, que cada cosa aislada es al mismo tiempo todas las cosas a la vez, o que en cada cosa se encuentra el todo, enfoque que unimos hoy a lo que llamamos holismo. Consideraba también que el universo está vivo y que no es estático y definitivo. Se adelantó además a ideas actuales como la del Multiverso, o existencia de múltiples universos, e indicó que el universo había sido creado y destruido innumerables veces. Aportó muchas más ideas sobre, por ejemplo, el destino de la Tierra, tema en el que aportó la explicación de los Siete Círculos; sobre la existencia de siete Razas Raíces de las que la humanidad actual constituye una, posterior a la de los atlantes y a otras previas; sobre la existencia de continentes diversos entre los que incluyó la “Imperecedera Tierra Sagrada”, Limuria, la Atlántida o Poseidonis; o sobre los llamados registros akáshicos, o recuerdos de la vida de las personas registrados en el espacio, fenómeno sobre el que no existe evidencia científica, pero que como muchos otros fenómenos comienzan hoy a ser considerados como posibles, digamos que científicamente, por el desarrollo de la mecánica cuántica. Cuestión, esta última, tras la que vamos en este blog, y que es lo que nos ha traído al mundo del esoterismo.
Mundo que al final, y como se ha dicho en pots anteriores, resulta ser una sucesión extensa de ideas excesivamente subjetivas, extremas y extravagantes que pueden no tener límite al ser producto de unas imaginaciones calenturientas. Aunque al mismo tiempo habría que decir que algunas de las propuestas de Madame Blavatsky y sus seguidores han sido compartidas por filósofos y físicos modernos y algunas otras vuelven a ser consideradas como posibles en el mundo actual.
No todas desde luego, ya que al final de sus días la Señora Blavatsky fue acusada de fraudes y de engaños deliberados además de ser considerada en un informe encargado por la Sociedad para la Investigación Psíquica en Londres y realizado por Richard Hodgson, como “una de las impostoras más grandes de la historia”. Para la realización de tal informe Hodgson viajó a la India y descubrió muchas de las fuentes de información utilizadas por la Blavatsky las cuales resultaron ser antiguas, oscuras y cabalísticas.
En relación con el tema común de los dos últimos posts, sólo mencionar muy brevemente las aportaciones de otros esotéricos. El primero es el ya mencionado Coronel Henry Steel Olcott (1832-1907), militar, periodista y abogado norteamericano, que fue co-fundador y primer presidente de la Sociedad de Teosofía, que se convirtió al Budismo, fue masón y constituyó también la Comunidad Mundial de Budistas, además de un conocido investigador en temas de parapsicología, espiritismo y ocultismo. Olcott quedó impresionado por Madame Blavatsky y creyó y así lo difundió, que ella estaba en “contacto con inteligencias superiores” y era guiada por maestros ocultos desde las cumbres del Himalaya que la habían elegido para salvar la humanidad.
Más serio parece ser el esotérico, pero también filósofo, ruso, P. D. Ouspensky, seguidor y colaborador durante mucho tiempo del maestro místico, escritor y compositor griego-armenio G. I. Gurdjieff, con el cual rompió posteriormente. Había estado en contacto con él en Rusia y en Turquía e introdujo sus ideas en Occidente a partir de su llegada a Londres en 1921. Dichas ideas tenían que ver con el objetivo de producir la evolución consciente del hombre y con las enseñanzas de lo que llamó el Cuarto Camino, que no es otra cosa que una doctrina metafísica, cosmológica y filosófica que predica el conocimiento de sí mismo y del entorno de forma consciente para avanzar como ser humano.
Mundo que al final, y como se ha dicho en pots anteriores, resulta ser una sucesión extensa de ideas excesivamente subjetivas, extremas y extravagantes que pueden no tener límite al ser producto de unas imaginaciones calenturientas. Aunque al mismo tiempo habría que decir que algunas de las propuestas de Madame Blavatsky y sus seguidores han sido compartidas por filósofos y físicos modernos y algunas otras vuelven a ser consideradas como posibles en el mundo actual.
No todas desde luego, ya que al final de sus días la Señora Blavatsky fue acusada de fraudes y de engaños deliberados además de ser considerada en un informe encargado por la Sociedad para la Investigación Psíquica en Londres y realizado por Richard Hodgson, como “una de las impostoras más grandes de la historia”. Para la realización de tal informe Hodgson viajó a la India y descubrió muchas de las fuentes de información utilizadas por la Blavatsky las cuales resultaron ser antiguas, oscuras y cabalísticas.
En relación con el tema común de los dos últimos posts, sólo mencionar muy brevemente las aportaciones de otros esotéricos. El primero es el ya mencionado Coronel Henry Steel Olcott (1832-1907), militar, periodista y abogado norteamericano, que fue co-fundador y primer presidente de la Sociedad de Teosofía, que se convirtió al Budismo, fue masón y constituyó también la Comunidad Mundial de Budistas, además de un conocido investigador en temas de parapsicología, espiritismo y ocultismo. Olcott quedó impresionado por Madame Blavatsky y creyó y así lo difundió, que ella estaba en “contacto con inteligencias superiores” y era guiada por maestros ocultos desde las cumbres del Himalaya que la habían elegido para salvar la humanidad.
Más serio parece ser el esotérico, pero también filósofo, ruso, P. D. Ouspensky, seguidor y colaborador durante mucho tiempo del maestro místico, escritor y compositor griego-armenio G. I. Gurdjieff, con el cual rompió posteriormente. Había estado en contacto con él en Rusia y en Turquía e introdujo sus ideas en Occidente a partir de su llegada a Londres en 1921. Dichas ideas tenían que ver con el objetivo de producir la evolución consciente del hombre y con las enseñanzas de lo que llamó el Cuarto Camino, que no es otra cosa que una doctrina metafísica, cosmológica y filosófica que predica el conocimiento de sí mismo y del entorno de forma consciente para avanzar como ser humano.