Autores: Adolfo Castilla y José María González del Álamo. Innovation Wars, S. L. CIBUC. https://www.innovationwars.com/
Con el título, Empresa e Inteligencia Colectiva, queremos continuar nuestras reflexiones sobre la inteligencia colectiva. Nos toca ahora hablar de cosas comunes y muy conocidas por todos, aunque con frecuencia, no se sepan definir bien ni explicar con precisión en qué consisten. No referimos, por ejemplo, a economía, empresa, producción de bienes y servicios, tecnología, y en términos algo más conceptuales, a teoría económica, dirección y gestión de empresas, liderazgo, estrategia, emprendimiento, colaboración, consecución de objetivos y otros. En relación con esos términos vamos a referirnos a otras dimensiones de la actividad humana, también muy corrientes, como, inteligencia, imaginación, creatividad, inventiva, innovación, y, utilizando una expresión actual, a las ideas disruptivas.
¿Por qué vamos a detenernos en todas esas cuestiones tan conocidas y utilizadas por todos? Sencillamente, porque si no nos equivocamos, nuestro mundo, nuestras actividades y los instrumentos diversos que utilizamos en nuestras vidas, van a cambiar radicalmente en los próximos años.
(Imagen de arriba, parque cañón de fernández durango méxico)
El nuevo management

El management, o, dirección, gestión y administración de empresas, por ejemplo, está cambiando y cambiará mucho más a corto y medio plazo. La empresa misma, como institución creada por nuestras sociedades para ser depositaria de la producción de bienes y servicios, debe transformarse para adaptarse a lo que indistintamente llamamos, digitalización, cuarta revolución industrial, economía de la información y el conocimiento o economía de las plataformas. El desarrollo y potenciación en la empresa de la Inteligencia Colectiva, y más específicamente, de lo que los autores de este trabajo denominan, Inteligencia [Artificial] Colectiva, es la verdadera respuesta a los retos de la empresa en cuanto a su adaptación al nuevo mundo que se nos viene encima. A explicar esta cuestión se dedican éste y los próximos posts.
La actual crisis sanitaria, como se dice insistentemente en estos días, puede estar constituyendo el detonante de los cambios que se necesitan. En el caso de la tecnología digital se ha producido una especie de zambullida en las nuevas tecnologías, en los nuevos bienes y servicios basados en la información y el conocimiento y en las nuevas formas de trabajar y aportar valor. Internet, las redes sociales, la inteligencia artificial, la interconectividad, y, según nosotros, la Inteligencia [Artificial] Colectiva (I[A]C), constituyen los elementos sobre los que se construirá el nuevo mundo.
La empresa como institución
La empresa como institución moderna surgió a partir de la primera revolución industrial de mediados del siglo XVIII y se fue perfeccionando a lo largo del siglo XIX. A través de un proceso de prueba y error se llegó a la fórmula actual de responsabilidad limitada. Es decir, el éxito o el fracaso en la generación de beneficios o pérdidas, solo alcanza al capital aportado. Se trata de la forma más extendida de empresa y consiste, como sabemos, en crear una forma jurídica distinta de la de los individuos que la constituyen y aportan su capital, a los que se les llama accionistas.
Es, en gran manera, una institución capitalista, en la que el capital aportado adquiere la propiedad, no solo de las máquinas e instalaciones de todo tipo, sino de los productos fabricados, y, como decimos, de los resultados. Constituye el núcleo del sistema capitalista, y la producción de bienes y servicios a la que la empresa debe estar dedicada, y de donde procede el crecimiento y el bienestar, es, básicamente, una combinación de capital y trabajo. El trabajo, no obstante, en forma de «mano de obra», es un recurso más de los varios que utiliza esta institución,
Instituciones de producción alternativas
Existen, como es lógico, distintas formas de responsabilidad limitada. Por ejemplo, la Sociedad Anónima y la Sociedad Limitada, así como formas institucionales diversas, más o menos dedicadas a añadir valor, tales como, Cooperativas, Fundaciones, ONGs y otras.
Todas ellas, por cierto, requieren algo a lo que denominamos, «Gestión». Es decir, todas necesitan ser llevadas con juicio y sabiduría para obtener resultados en términos, de producir y añadir valor, crear empleo, contribuir al aumento de la riqueza de los accionistas y ser componentes fundamentales del aumento de la riqueza y del bienestar de un país. Saber manejar hombres, máquinas, instalaciones y una serie de recursos, con especial referencia al dinero, es parte esencial de una empresa. Así como el proceso previo de imaginar el modelo productivo, diseñar el plan de negocio, buscar accionistas, obtener capital y otras tareas relacionadas con lo que llamamos emprendimiento.
Estudios formales
La Dirección, Gestión o Administración de Empresas llegó a formar un área de conocimientos, una disciplina, o una profesión, a partir de finales del XIX y principios del XX. Ocurrió de la mano de personajes tales como Frederick Taylor (1856-1915), Henri Fayol (1841-1924), los esposos Gilbreth (Frank (1868-1924) y Lillia Moller (1878-1972)) o Mary Parker Follet (1868-1933).
Desde el punto de vista de estudios formales, se suelen citar como primeras escuelas a la ESCP de París, fundada en 1819 por el conocido economista Jean-Babtiste Say (aunque es mucho decir en una fecha tan temprana), a la Escuela de negocios de Normandia en Le Havre, creada en 1871, y a las, Escuela de Estudios Superiores de Comercio de París y Wharton School de Business Administration de Filadelfia, creadas en 1881.
El comercio y las finanzas era lo que se enseñaba en esas primeras escuelas, no apareciendo la titulación de MBA (Master en BUsiness Administration) hasta 1900, de la mano de la Escuela de negocios Tuck de Dartmouth College de la ciudad de Hanover (New Hampshire). La muy conocida hoy Harvard Business School no se creo hasta 1908 y fue dentro de la Facultad de Humanidades, Su separación tuvo lugar en 1913.
Digitalización o IV Revolución Industrial
El término inteligencia y su significado están de moda en los últimos tiempos. No es que la inteligencia y sus características no hayan estado siempre entre los grandes temas de interés del hombre, sino que, nunca como ahora, se había utilizado tan generalizadamente, la palabra misma, como adjetivo para calificar actividades diversas de la vida corriente. Hay multitud de ejemplos, desde, ciudades inteligentes, edificios inteligentes, coches inteligentes, autopistas inteligentes, electrodomésticos inteligentes, a la de máquinas inteligentes, es decir, dotadas de inteligencia artificial, las cuales empiezan a ser pervasivas en nuestras sociedades.
No resultará extraño, por tanto, que hablemos de «colectivos inteligentes», como venimos hablando en ese blog desde su comienzo.
Todo es consecuencia, en parte, del desarrollo tecnológico actual, fundamentalmente el digital, que ha creado fenómenos como los ordenadores, las redes sociales, las plataformas y, en general, lo que llamamos, economía de la información y el conocimiento. Todo unido a la interconectividad profunda de cosas, servicios y personas, que se está produciendo en nuestro mundo. La interconectividad es, de hecho, una palabra clave de nuestros días.
Al interés por la inteligencia han contribuido también los avances conseguidos por los hombres en, por lo menos, tres grandes áreas: el cerebro y la mente, el pensamiento y la inteligencia y la inteligencia artificial y los algoritmos reproductores de la lógica humana.
De todo ello, la interconectividad de las personas es lo más relevante para lo que nos interesa en este trabajo. Los hombres, es decir, sus cerebros y sus acciones, están hoy interrelacionándose de forma ubicua, geográficamente hablando y de manera atemporal o intemporal.
Redes neuronales empresariales
No es difícil imaginar que, en nuestro mundo, a nivel de los individuos, sus sociedades y sus actividades, se esté produciendo algo similar a lo que, probablemente, tuvo lugar con la evolución del cerebro humano. El aumento del número de neuronas, su interconexión y la aparición de las redes neuronales permanentes, o engramas, son fenómenos biológicos señalados como el origen de la consciencia del hombre y unido a ello, de la inteligencia.

Se saben más cosas, como las relacionadas con lo que se denomina hoy Teoría de la Información Integrada, debida al médico psiquiatra, especializado en neurociencia, italiano de origen, pero trabajando en los Estados Unidos, Giulio Tononi. Tema que supera el objetivo de este artículo, que hemos tratado en otras publicaciones y que a grandes rasgos tiene que ver con la intensificación del intercambio de la información en zonas precisas de nuestras redes neuronales.
Lo que de verdad nos interesa aquí es indicar que nosotros creemos en la constitución en las empresas de lo que llamamos, “Redes Neuronales Empresariales”, sobre lo que, además, tenemos amplia experiencia.
Redes Neuronales Empresariales y Redes Neuronales Sociales
Distinguimos de hecho, en nuestro trabajo, entre Redes Neuronales Sociales y Redes Neuronales Empresariales y a ambas dedicamos atención, aunque sabemos muy bien que donde más eficaz resulta nuestra labor es en las segundas, es decir, en el ámbito de la empresa.
No debemos olvidar a este respecto que las empresas siempre han sido colectivos de personas trabajando conjuntamente para conseguir objetivos. Continuamente se ha necesitado en ellas, la colaboración de todos, la inteligencia de cada uno, el compromiso y el esfuerzo, así como la capacidad para establecer objetivos, es decir, la estrategia, la guía para alcanzarlos, es decir, el liderazgo y, por supuesto, la eficiencia y la efectividad. No hay mejor terreno, por tanto, que la empresa para la creación de redes neuronales empresariales, y unido a ello, para la práctica de la inteligencia artificial colectiva, para la construcción de lo que llamamos, cerebro colectivo y para la introducción de lo que hemos denominado “dirección inteligente colectiva”.
El resumen, de momento, es que empresa e inteligencia colectiva irán juntas en los próximos tiempos.