Electromagnetismo. Su contribución a una nueva cosmovisión

Después de un plazo quizá un poco largo, vuelvo a la revisión de la evolución histórica de la ciencia y la tecnología que vengo haciendo en este blog. Continuamos con los avances en ese terreno que tuvieron lugar en el siglo XIX, ocupándonos ahora de la electricidad y el electromagnetismo. Recuerdo que anteriormente nos hemos ocupado de las explicaciones científicas del calor y de la aparición de la termodinámica como disciplina, un hecho que siguió primero, y acompañó después, a la invención y desarrollo de la máquina de vapor y a sus aplicación a tareas muy diversas. Mantenemos que tanto estos dos procesos como el del atomismo, o explicación atómica de la materia que analizaremos más adelante, contribuyeron a la aparición de una nueva cosmovisíón en el mundo, o lo que es lo mismo, a una nueva mentalidad en los hombres y a unas nuevas ideas e interpretaciones sobre lo que somos y hacemos en este universo.

Continuamos en este post comentando los avances científicos y tecnológicos del siglo XIX, que fueron muchos e importantes. Todos resultaron destacados pero si hay alguno excepcionalmente notable fue el descubrimiento del electromagnetismo y la creación de los primeros generadores de electricidad y primeros motores eléctricos. Figura central en ello fue el químico y físico británico Michael Faraday (1791 – 1867), hombre notable donde los haya, al que se debe la creación del Electromagnetismo y de la Electroquímica como disciplinas científicas. Son dos áreas de conocimientos y de actividad científica relacionadas con fenómenos naturales difíciles de manejar porque dichos fenómenos son entre otras coas invisibles y sólo pueden identificarse por sus efectos. Ninguna de las dos materias existía antes de Faraday y las dos han tenido un impacto espectacular en las vidas de los hombres y en sus sociedades.

Quiero recordar una vez más en relación con estos avances científicos y tecnológicos y nuestra referencia a ellos, que no estamos compitiendo en este blog con los innumerables y excelentes manuales de historia de la ciencia que existen en español, inglés, francés y otros idiomas. Nos interesa más bien detenernos en cómo la curiosidad de ciertas personas, científicos, tecnólogos, ingenieros y artesanos, descubrieron a lo largo de la historia ciertos fenómenos naturales, no evidentes, como es el electromagnetismo, y cómo los fenómenos, sus leyes y sus aplicaciones prácticas cambiaron la vida de los hombres y sus mentalidades.

Nos gustaría siempre en ese empeño de ver cómo el pensamiento del hombre ha ido, no sólo conociendo y explicando el mundo en el que habita, sino cambiando su naturaleza, creando el mundo artificial en el que vivimos y generando las ideas que compartimos, arrastrar las cuatro capacidades básicas del hombre: la manual, técnica o tecnológica; la estética o artística; la intelectual o filosófica; y la científica.

Pero volviendo al electromagnetismo debo decir que éste no surge de pronto en el siglo XIX de la mano de uno o varios personajes notabilísimos con habilidades científicas de primera magnitud como el mencionada Faraday y otros que mencionaremos, entre ellos Maxwell y Hertz. Previamente hubo un largo proceso de estudio de la electricidad estática y de la dinámica, así como atisbos del electromagnetismo propiamente dicho.

El desarrollo de la electricidad está muy bien documentado, ya que, entre otras cosas, es algo relativamente reciente, procede en su versión moderna, como muy tarde, de principios del siglo XVII. Forma parte además de la Revolución Científica, una época en la que se comenzó a pensar y actuar con racionalidad, orden y método y todo quedó registrado y analizado.

Junto con la formulación de la termodinámica constituye el segundo gran avance científico y tecnológico del siglo XIX, con la particularidad de que la termodinámica tuvo un origen más artesanal y tecnológico (*), luego culminados con explicaciones teóricas, y la electricidad tuvo antecedentes científicos que terminaron en grandes aplicaciones prácticas. Se podría decir en ese sentido que los dos fenómenos fueron algo — sólo algo– inversos en su evolución. Lo cual los hace muy interesantes para nuestro afán de explicar el mundo que hemos creado los hombres a nuestro alrededor.

Otro de los fenómenos o procesos científicos destacables del siglo XIX fue el atomismo, formulado como hipótesis de constitución de la materia en la antigüedad, pero explicado finalmente con precisión a finales de dicho siglo. Nos referiremos a él más adelante en este blog.

Los tres dan lugar a una nueva cosmovisión, la quinta según mis cálculos, desde el principio conocido de la humanidad. Entendiendo por cosmovisión, las interpretaciones sobre lo que es nuestro mundo, lo que hacemos los hombres en él y lo que terminamos creando y construyendo para vivir y progresar. Las cosmovisiones, según mi propio enfoque, que es distinto a otros, están muy relacionadas con los descubrimientos científicos sobre la naturaleza del mundo, con la evolución del pensamiento de los hombres como consecuencia de ello, y con el mundo tecnológico y físico que terminan creando influidos por dicho pensamiento.

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(*) La máquina de vapor, como hemos dicho en posts anteriores, surgió de la obra de herreros y artesanos (entre ellos Thomas Savery y Thomas Newcomen) pero no dejó de haber una cierta labor “científica” previa relacionada con el estudio del calor de la mano de personajes como, Christiaan Huygens, Robert Boyle, Robert Hooke. Denis Papin y otros.

Doctor Ingeniero del ICAI y Catedrático de Economía Aplicada, Adolfo Castilla es también Licenciado en Económicas por la Universidad Autónoma de Madrid, Licenciado en Informática por la Universidad Politécnica de Madrid, MBA por Wharton School, Master en Ingeniería de Sistemas e Investigación Operativa por Moore School (Universidad de Pennsylvania). En la actualidad es asimismo Presidente de AESPLAN, Presidente del Capítulo Español de la World Future Society, Miembro del Alto Consejo Consultivo del Instituto de la Ingeniería de España, Profesor de Dirección Estratégica de la Empresa en CEPADE y en la Universidad Antonio de Nebrija.

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