Continuamos en este post la descripción del descubrimiento de la electricidad y el electromagnetismo. Nos referimos a la electricidad estática y nos detenemos en los primeros mecanismos que consiguieron crear dicha electricidad y almacenarla y, especialmente, a los primeros experimentos que la transmitieron a distancia.
Este último personaje, von Guericke, un físico y jurista alemán que vivió en la ciudad de Magdeburgo, puede considerarse como un eslabón entre los trabajos de William Gilbert y los de Gray y Du Fay. Guericke fue el famoso autor del experimento conocido como los “hemisferios de Magdeburgo”, realizado en esa ciudad hacia 1654, y consistente en tratar de separar las dos mitades de una esfera formada por dos hemisferios de cobre perfectamente ajustados y cerrados, en el interior de la cual se había hecho el vacío. Dos tiros de ocho caballos tirando cada uno de un hemisferio no consiguieron separarlos, demostrándose así la enorme fuerza de la presión atmosférica. Este autor había leído a Blaise Pascal (1623-1662) y a Evangelista Torricelli (1608-1647), estudiosos ambos del aire y de la atmósfera, y estaba familiarizado, por supuesto, con los trabajos de Robert Boyle (1627-1691) y su bomba de aire.
Guericke fue un físico aficionado y se adentró también en el terreno de la electricidad estática. Construyó en ese terreno una bola de azufre que hizo girar frotándola con fuerza con una pieza de ropa. Consiguió así acumular electricidad estática en la superficie de la bola, la cual, a su vez, descargó, con la consiguiente producción de chispas, que hoy llamamos eléctricas. Él mismo relacionó tales fenómenos lumínicos con los relámpagos y los rayos. Su bola de azufre fue perfeccionada por el holandés Pieter van Musschenbroek 1745, quien construyó en esas fechas la llamada “botella de Leyden”. Un recipiente de cristal cubierto interna y externamente por láminas de estaño y por la boca del cual entra un conductor eléctrico (normalmente una cadena) que transmite la electricidad de una fuente exterior y la almacena en el interior de la botella.
Continuador del estudio de dichos fenómenos fue otro personaje polifacético del siglo XVIII: Benjamin Franklin (1706-1790). Al parecer había sido testigo de la descarga de dos esferas con electricidad estática, y hacia 1752, un día de fuerte tormenta en Pennsylvania, se le ocurrió hacer volar una cometa en la que la cuerda había sido sustituida por un cable de cobre que terminaba en una botella de Leyden. Cuando un rayo impactó la cometa la electricidad se transmitió por el cable y llenó de electricidad estática la botella en cuestión. Se trata de un experimento dado por verídico y muy conocido en los Estados Unidos que, no obstante, nunca ha sido realmente autentificado, aunque Franklin es considerado el inventor del pararrayos. Siguieron otros experimentos de los mismos fenómenos que en algunos casos terminaron con la vida de los experimentadores.