El Bien Común tal como existe hoy en nuestro mundo

 Seguimos comentando en este post algunos aspectos positivos de Noruega como sociedad cercana a «una sociedad del bien común». Intentamos con ello, como se sabe y se ha dicho ya, identificar un caso de país real en el que el bien común esté presente de una forma generalizada. Buscamos objetividad, no formalismos o declaraciones de principios. En este último sentido todos los países declaran su intención de buscar el bien común de sus ciudadanos y todos los estados y gobiernos se supone que tienen ese objetivo. Con un caso concreto como el de Noruega, que no es desde luego perfecto en términos de bien común, pero que se acerca más que otros a ello, estamos en condiciones de compararlo con otros países y ver las distancias existentes.

(Imagen del principio tomada de la Web: PERIÓDICO DEL BIEN COMÚN. Ser nosotros.  http://www.periodicodelbiencomun.com/propuestas-proyectos/el-bien-comun-pasado-presente-y-futuro/)

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Noruega, un país amigable

Más aspectos positivos de Noruega

Noruega, país que hemos tomado como ejemplo de una sociedad organizada alrededor del bien común, tiene otras características que la posicionan muy bien en cuanto a ese aspecto. Es, por ejemplo, un país comprometido con la paz mundial y dispone en relación con este aspecto el bien conocido, “Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo” (SIPRI). Su gobierno y su sociedad se identifican fácilmente con la solución de los grandes problemas mundiales, como el medio ambiente, la pobreza o la inmigración.

Recientemente, en este último sentido, ha ampliado de forma importante para un país de reducida población, la cuota de inmigrantes que está dispuesta a aceptar, por propia voluntad, ya que no tiene que adscribirse a los acuerdos de la Unión Europea en estos temas.

Desde el punto de vista económico ya hemos dicho que es uno de los países con más renta per cápita del mundo, pero se puede añadir que dispone de una buena industria, muy relacionada con el petróleo, desde que se descubrieran grandes reservas en la década de los 70 y posteriores. Sus recursos naturales son abundantes, sobre todo los hidráulicos y dispone de una industria destacada, especialmente la del aluminio, la de las telecomunicaciones y la manufacturera muy especializada. Así como un buen sistema bancario. Dispone además de una buena agricultura y de un sector pesquero más que notable. El país ha contado siempre con la exportación para su crecimiento y es uno de los pocos industrializados en los que la industria represente todavía algo más del 30 % del PIB.

Una combinación razonable de iniciativa privada y de intervención pública

El marco y ambiente empresariales son magníficos, ofreciendo siempre multitud de oportunidades.

El papel del Estado y su participación en la economía es muy elevado y son muchas las empresas en las que el Estado tiene control o mayoría. Más del 30 % de la bolsa de Oslo es propiedad del estado noruego.

La educación y la salud son actividades casi exclusivamente públicas, lo que contribuye a que el sector público suponga más de un 20 % del PIB, sin contar, claro está, las empresas públicas en la bolsa mencionadas anteriormente

Los impuestos son bastante altos, pudiendo con ellos practicar una importante política fiscal de la que se deducen subvenciones abundantes para todos, instituciones, empresas e individuos.

Uno de los componentes de la buena gestión de los gobiernos noruegos que todos señalan, es la eficiencia de las administraciones públicas y el control de los gastos, incluyendo los gastos relacionados con la seguridad social, el desempleo y otros componentes de la economía social de mercado que este país ha puesto en marcha.

El sistema judicial es excelente con leyes muy sólidas y muy avanzadas en materia comercio, propiedad intelectual y propiedad en general.

En resumen, una historia de prosperidad, bienestar, equilibrio social, calidad de vida, igualdad, transparencia, justicia, paz, orden, libertad, etc… Dimensiones de la vida en comunidad compartidas, por cierto, con otros países nórdicos, lo que ha llevado a que en los últimos años se utilicen como referencias obligadas, y como ideales, para los partidos políticos de izquierdas en países como el nuestro.

Algunas ventajas naturales

Es una lista larga de aspectos positivos los que muestran dichos países, pero no hay que olvidar en el caso de Noruega, la importante contribución del petróleo, el hecho de que se trate de una población muy homogénea y que en total supongan solo unos 5.300.000 habitantes, una extensión geográfica importante en comparación con la población aunque con poca superficie útil, una climatología dura, y en los últimos años, y también en términos económicos, un fondo de inversión soberano de los más grandes del mundo. Más de 800.000 millones de dólares que se administran muy bien y que sirven para amortiguar las dificultades económicas, que el país, como cualquier otro, sufre de vez en cuando.

No hay que olvidar en este último sentido que el país está sufriendo en la actualidad  la bajada del precio del petróleo lo cual está haciendo que su tasa de crecimiento haya sido del sólo el 1 % en el 2016 y sea prevea algo menor para el presente año.

El país no ha estado exento de crisis económicas y de tasas de desempleo de cierta importancia, pero ha tenido la capacidad de superarlas con gran rapidez.

Diferencias entre países.

Lo contado hasta ahora sobre Noruega no es válido como estudio serio sobre el país y su economía, pero nos da pie para considerarlo como una “sociedad del bien común”. El país está construido alrededor del bien común, sus gobiernos lo buscan sin denuedo, sus ciudadanos lo respetan, sus instituciones lo cuidan  y sus condiciones económicas lo permiten. Parece existir en él una gran estabilidad y unos mecanismos para resolver los problemas, incluyendo la alternancia política, la aceptación de las desigualdades, que no son elevadas, y la búsqueda de una felicidad basada en lo que cada cual posee.

La gente parece ser muy coherente y saber que todos vivimos, hoy por hoy, de la producción de bienes y servicios, de su difusión en la sociedad y de su uso y consumo. Eso parece ser lo primero para los ciudadanos noruegos y algo con lo que no se puede jugar. Si el equilibrio siempre inestable que es la economía se viene abajo, todo se va al trate con ello. No parecen existir, tanto como en otros sitios al menos, grupos de  población que busquen la destrucción del sistema o la radicalidad de soluciones[1].

Llegados a este punto surge una pregunta: ¿qué distingue a este país de otros con grandes dificultades de convivencia, o del nuestro propio en el que últimamente hay motivos serios de preocupación?.

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[1] Por supuesto que no queremos dejar de mencionar aspectos negativos del país, tales como, por ejemplo,  los terribles atentado de julio de 2011 llevados a cabo por el empresario de 32 años Anders Behring Breivik, un ultraderechista, fundamentalista cristiano y nacionalista, inteligente y preparado, que no se ha arrepentido todavía de las 93 muertes que causó, mayoritariamente de personas jóvenes. Eso, quizás compartido por algún otro de sus conciudadanos, es lo más alejado del bien común que se pueda pensar. Monstruos como este parece que no podrían surgir de una sociedad movida por el bien común.

Doctor Ingeniero del ICAI y Catedrático de Economía Aplicada, Adolfo Castilla es también Licenciado en Económicas por la Universidad Autónoma de Madrid, Licenciado en Informática por la Universidad Politécnica de Madrid, MBA por Wharton School, Master en Ingeniería de Sistemas e Investigación Operativa por Moore School (Universidad de Pennsylvania). En la actualidad es asimismo Presidente de AESPLAN, Presidente del Capítulo Español de la World Future Society, Miembro del Alto Consejo Consultivo del Instituto de la Ingeniería de España, Profesor de Dirección Estratégica de la Empresa en CEPADE y en la Universidad Antonio de Nebrija.

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