Economía para el Futuro (I) (52)

Economía para el Futuro. Iniciamos con este post una serie de consideraciones sobre el mundo que nos espera, en su dimensión económica y en lo que tiene que ver con ella, es decir, casi todo. El título es idea de mi gran amigo Francisco Luis Molina Molina, con el que colaboro desde hace años de forma muy satisfactoria. Se le ha ocurrido a él como denominación, no de un post o una serie de ellos, sino como nombre de un seminario permanente de investigación, reflexión y debate en proceso de creación de la mano de una conocida institución universitaria y de acción social española.

Me apropio del título para hacer una incursión inicial en los temas a tratar en el seminario a constituir.

(Imagen de arriba Castillo Italiano)

Dos primeros grupos de problemas

Se nos acumulan los libros sobre las múltiples crisis que se avecinan y sobre los males de diverso tipo a los que nos enfrentamos hoy en el mundo. Tema al que ya hemos prestado atención en posts anteriores.

Están, los globales, naturales o universales, como el cambio climático, la transición energética, la sequía y la escasez de agua potable, la sostenibilidad, el crecimiento de la población mundial, al agotamiento de los recursos naturales y otros, muy mencionados en la prensa diaria. Además de las amenazas de las pandemias y las enfermedades que no conseguimos curar, los huracanes o los diluvios locales. O, los más aterradores, también recogidos por publicaciones algo alarmistas, como las tormentas solares, las erupciones volcánicas terminales, la desviación de la órbita terrestre, las colisiones con grandes asteroides y mil catástrofes apocalípticas más.

En segundo lugar, mencionaríamos los relacionados con el final de la especie humana, como la conocemos hoy, a lo que se refiere el reciente libro de divulgación, El último Sapiens, de José Antonio Ruiz.[1] A lo que contribuye las revoluciones en marcha en la Biología, movimientos como el Transhumanismo y Posthumanismo, la manipulación del ADN y la utilización creciente del ARN mensajero para curar enfermedades o fabricar vacunas, la obsesión por mejorar las capacidades del hombre, la gran industria del envejecimiento y la longevidad en proceso de creación, los debates sobre la inmortalidad y otros.

La tecnología como problema

Así como, lo todavía más preocupante, el desarrollo sin límites de la Inteligencia Artificial y su fusión con las máquinas para crear ciborgs que nos pueden sustituir y quizás eliminar según visiones extremas de nuestro futuro mantenidas por algunos autores actuales. Más, tecnologías nunca vistas o procesos cercanos como el metaverso, con posibilidades no de eliminar necesariamente nuestra especie, pero sí de cambiarla, especialmente en lo que se refiere a forma de vida, costumbres y cultura.

Los problemas creados por los hombres mismos y por agotamiento de nuestros sistemas de funcionamiento

Un tercer campo de preocupación lo constituye todo lo relacionado con las guerras y conflictos armados, el rearme mundial y la nuclearización del mundo en lo que cada vez participan más países, la polarización del mundo con la aparición, de nuevo en la historia reciente de nuestras sociedades, de los populismos extremos, de derechas y de izquierdas. Populismos muy ligados a líderes carismáticos sin instrucción, sin consciencia y sin ética, seguidores de ideologías cerradas y perniciosas. Los cuales, en el mejor de los casos, son observadores fríos y contrarios de procesos que, en cualquier caso, nos asustan y preocupan a todos, como las migraciones sin fin sufridas hoy por áreas como Europa y los Estados Unidos, la terrible e imparable islamización de ciertos países y, en gran manera, del conjunto de Europa, los separatismos, la imposición de fórmulas radicales de interpretar el mundo y la vida de las personas y otros fenómenos y confrontaciones.

En un cuarto territorio se incluirían los excesos de nuestros sistemas organizativos, tales como el capitalismo, el liberalismo económico, el mecanismo de mercado, la democracia, así como, en el orden inverso de cosas, el comunismo y todos los izquierdismos extremos y, por supuesto, los sistemas judiciales que soportan a unos y otros.

Y también, las consecuencias de los males anteriores en forma de concentración de la riqueza y el poder en el mundo, la “financiarización” de la economía, el hambre en el mundo que no se resuelve, las migraciones masivas con muertes y desgracias sin cuento, así como el mal funcionamiento de la política y los políticos, los cuales, sencillamente, no saben lo que deben hacer y que, con frecuencia, se dedican a mantenerse en el cargo, cobrar a final de mes y asegurar su futuro personal con mecanismo diversos, entre ellos, el de las puertas giratorias. Las cuales son tan numerosas en nuestro país y giran tanto que quizás podríamos aprovecharlas para generar energía eólica como dice el humorista RAMÓN en su viñeta del ABC de ayer, sábado 17 de septiembre.

Los problemas diarios

Con un quinto espacio, más inmediato y cercano a todos, que es el de la crisis económica, el decrecimiento continuado o estancamiento secular, la inflación creciente, el descenso de la productividad, el aumento del desempleo, la desigualdad, el deterioro del bienestar y la situación de transición en cuanto a la nueva sociedad digital con sus incertidumbres y dudas.

(Continúa en el siguiente post)

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[1] José Antonio Ruiz, El último Sapiens. A las puertas de la creación de una nueva estirpe humana, la esfera de los libros, Madrid, 2022


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Doctor Ingeniero del ICAI y Catedrático de Economía Aplicada, Adolfo Castilla es también Licenciado en Económicas por la Universidad Autónoma de Madrid, Licenciado en Informática por la Universidad Politécnica de Madrid, MBA por Wharton School, Master en Ingeniería de Sistemas e Investigación Operativa por Moore School (Universidad de Pennsylvania). En la actualidad es asimismo Presidente de AESPLAN, Presidente del Capítulo Español de la World Future Society, Miembro del Alto Consejo Consultivo del Instituto de la Ingeniería de España, Profesor de Dirección Estratégica de la Empresa en CEPADE y en la Universidad Antonio de Nebrija.

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