Desempleo alto y estructural

Desempleo. Como saben los que siguen este blog, lo veníamos dedicado desde hace tiempo al tema general de, “economía y bien común”. Después de haber comprobado el deterioro en nuestras sociedades de las condiciones de vida de la gente en los últimos años, estábamos entrando en sus causas y no habíamos detenido en el impacto de la economía financiera. La pandemia, nos ha hecho cambiar de orientación, entre otras cosas, porque muchas de las dimensiones del mundo anteriores al Covid 19, están dejando de ser relevantes, o urgentes. De pronto, las cosas han perdido el sentido que tenían. Los problemas y las necesidades actuales son distintos y muy preocupantes. La pandemia puede traer consigo un nuevo mundo y desde luego está sirviendo para identificar nuestras debilidades y urgencias. A esta cuestión dedicamos este post y los siguientes.

(Imagen de arriba, golden gate highlands national park sudáfrica)

Condiciones de vida inaceptables

En posts anteriores hemos insistido en la situación inaceptable mundial en términos de, subsistencia y hambre de muchos, pobreza, desempleo, desigualdad, exclusión y, en general, deterioro alarmante del bien común. Una situación agravada de forma importante por la pandemia.

El empeoramiento de las condiciones de vida y el aumento de los desequilibrios económicos y sociales básicos se venían produciendo en muchos países desde la crisis del 2008/2009. Y eso a pesar del relativamente alto crecimiento de las economías desarrolladas, por ejemplo, la española, desde el 2015. 

Las tasas de crecimiento del PIB en los años 2015 a 2019 fueron respectivamente de, 3,4 %, 3,3 %, 3,1 %, 2,6 % y 2,0 %, es decir, un 2,88 % de promedio, lo que no estuvo nada mal. La UE creció en los mismos años un 1,94 % anual, casi un punto porcentual menos.

Aunque no es un crecimiento excesivamente elevado, el desempleo, curiosamente, mejoró en esos años de forma notable. Bajó desde el 20,9 % de la población activa en 2015 al 13,6 % en 2019. Un descenso del 1,4 % anual, bastante más alto de lo previsible. 

De acuerdo con la Ley de Okun, una relación lineal de carácter empírico entre el bajo crecimiento y el aumento del desempleo, calculada por primera vez por el economista norteamericano Arthur Okun (1928-1980), aplicada en su versión original al crecimiento potencial de un país, el desempleo aumenta un 1 % si el crecimiento del PIB de un país está un 2 % por debajo de su crecimiento potencial.

Explicaciones aportadas por la teoría económica

Tal ley ha sido calculada de forma más directa como relación entre el crecimiento real y el desempleo a lo largo de varios años, para el caso español, por José García Solanes. Los resultados pueden verse en una artículo publicado en el blog, “Nada es Gratis”, y muestran que un aumento del 1,5 % trimestral del PIB, puede producir un descenso en el desempleo del -0,4 % . 

Trasladando esos resultados a valores anuales y utilizando meras proporciones, se podría concluir que el decrecimiento del desempleo en España en los cinco años a los que venimos haciendo referencia debería haber sido de un -0,52 % por año.

Puesto que el decrecimiento anual del desempleo en dichos años, ha sido de – 1,4 % anual, es decir, casi tres veces más del valor calculado por García Solanes, algo especial ha debido ocurrir en España.

Una explicación ya apuntada por diversos analistas, es que en España en esos años no ha habido prácticamente inversión industrial ni mejora significativa de la productividad. Es decir, casi el 50 % del crecimiento del PIB se ha trasladado directamente al desempleo. Una novedad curiosa y afortunada. Lo normal hubiera sido que solo un 30 % de dicho crecimiento se transformara en decrecimiento del desempleo.

Algo es mejor que nada y todo lo anterior nos sirve de base para lo que verdaderamente queremos abordar en este post: la posibilidad de que impulsando simple y directamente el empleo se recupere el crecimiento de la economía.

Actuar de todas las formas posibles

Es una hipótesis establecida por un gran amigo del que esto escribe, Catedrático de Sociología jubilado, pero muy ágil intelectualmente, muy activo y muy preocupado por los problemas reales de nuestra sociedad. A grandes rasgos dice que en nuestra sociedad existen, y cito, “recursos ociosos en términos de mano de obra, necesidades insatisfechas de todo tipo y dinero mal ubicado”. Y que sería muy fácil desencadenar una dinámica de crecimiento, utilizando el dinero mal aplicado, que, por supuesto, habría que recuperar, empleándolo en generar empleo para satisfacer las necesidades no cubiertas hoy en día. Tan fácil como eso.

La dinámica tendría que venir desencadenada por algún Plan del Gobierno, como, por ejemplo, dice él, un Plan Nacional de Rehabilitación de Viviendas y Acondicionamiento.

Sin pretender ninguna supremacía en ideas ni conocimientos, yo ya le he advertido de la aparente simplicidad de sus planteamientos, y de que no dice nada que no se sepa en términos de mano de obra disponible y de existencia de necesidades. Le he hablado también de la característica de “brindis al sol” de sus propuestas, especialmente en cuanto a recuperar el dinero mal empleado, probablemente en, fraude, corrupción, economía financiera y otros.

Malas experiencias anteriores

Y, también, de lo extraño que resulta desencadenar crecimiento sin aportación de capital en forma de máquinas, instalaciones e infraestructuras. Sin empresas ni empresarios movilizados por la existencia de demanda y sin, desde luego, contar con el mecanismo del mercado, es difícil enfrentarse a hacer que el crecimiento económico se produzca.

Le he recordado el Plan E de Zapatero y la debacle de la política económica de los años 2008 a 2013, que nos hizo perder un 10 % del crecimiento acumulado del PIB y retroceder al puesto 13 ó 14 de los países mundiales en términos de desarrollo y al 33 ó 34 en términos de PIB per cápita.

Lo que se nos viene encima

Le he hecho ver, también, que el crecimiento se basa en empresas que echen raíces, se mantengan en el tiempo y generen tejido industrial o de servicios. Se trata siempre de crear instituciones que permanezcan activas durante años, den empleo durante años y generen valor añadido durante años.

Pero, ¿por qué, entonces, presto atención a estos planteamientos? Hay varios motivos, entre ellos que se trata de un amigo de muchos años al que tengo en gran consideración por lo que dice y hace. Pero, más importante que eso, y en términos más realistas, es que nos dirigimos a una situación mundial apocalíptica que nos espanta. Cualquier propuesta de actuación merece la pena ser estudiada ante esa perspectiva.

Lo que se nos viene encima si salimos de esta pandemia es tan grave, tan nuevo y tan extraño, que cualquier propuesta es buena y cualquier solución debe ser tenida en cuenta. Especialmente cualquier solución generadora de trabajo para todos.

El desempleo español excepcionalmente alto y continuado en el tiempo, es algo que necesita la atención de todos. MI amigo tiene mucha razón en esto.

Debo decir, además, que los economistas españoles, después de mucha reflexión, investigación y estudio, hace tiempo que dejaron de ocuparse del desempleo. Sencillamente no tienen nada más que decir.

Yo creo que el desempleo en España es estructuralmente alto, por el reducido número de grandes empresas existente en nuestra economía. Hay, además, poca empresa industrial y mucho menos, tecnológica, hay poco espíritu empresarial y hay un exceso de microempresas.

Históricamente hemos perdido el tren de las grandes revoluciones industriales por motivos diversos. Algunos, hoy, creemos que estamos perdiendo el de la IV Revolución Industrial. Por no hablar de la revolución biotecnológica, en marcha ya, a gran velocidad, en muchos países.

Doctor Ingeniero del ICAI y Catedrático de Economía Aplicada, Adolfo Castilla es también Licenciado en Económicas por la Universidad Autónoma de Madrid, Licenciado en Informática por la Universidad Politécnica de Madrid, MBA por Wharton School, Master en Ingeniería de Sistemas e Investigación Operativa por Moore School (Universidad de Pennsylvania). En la actualidad es asimismo Presidente de AESPLAN, Presidente del Capítulo Español de la World Future Society, Miembro del Alto Consejo Consultivo del Instituto de la Ingeniería de España, Profesor de Dirección Estratégica de la Empresa en CEPADE y en la Universidad Antonio de Nebrija.

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