Después de varias semanas sin colgar ningún post, continuamos la reflexión que veníamos haciendo en este blog sobre la posible convergencia ciencia-consciencia. Los ingleses han acuñado ya el término, un poco general, de Modern Metaphysics, para referirse a tal convergencia, y lo que hay detrás de él es una posible vuelta de la Metafísica, tan denostada y olvidada en las últimos años. La posibilidad de tratar la Metafísica a través del Método Científico, como una ciencia más, se abre hoy camino, precisamente a través de los avances realizados en el terreno de la Mecánica Cuántica. Propuesta que se ha realizado en los posts dedicados al tema y se continuará realizando en los que seguirán.
Abundaremos algo más en el tema en los próximos posts pero para ello estamos recorriendo un largo camino revisando los avances realizados en diversas materias del saber, buscando en ellas las posibles conexiones entre materia y espíritu.

El estudio del Universo
Hay una cuarta actividad científica actual relacionada con el Universo en su conjunto y con su naturaleza, en la que también se están descubriendo dimensiones nuevas difíciles de entender. Tiene en gran manera que ver con la sugerencia hecha por varios científicos, entre ellos, Robert Kirshner, de la Universidad de Harvard y Adam Riess (nacido en 1969), de la Johns Hopkins University, quienes en diciembre de 1997 comenzaron a encontrar signos de un cambio de velocidad en la expansión cósmica asumida por todos desde que se propuso y difundió la teoría del Big Bang.
Lo sorprendente fue que dichos cambios indicaban que el Universo se expande cada vez a más velocidad en contra de la idea anterior que asumía una desaceleración en dicha expansión causada por la fuerza de la gravedad de la materia conocida de nuestro Universo. La conclusión deducida de dicho fenómeno es que debe existir algo misterioso a lo que tentativamente se ha llamado “energía oscura”, causante de la expansión acelerada del Universo. Es una fuerza ”antigravitacional” y más fuerte que la gravedad misma cuyo origen y características se desconocen totalmente.
Fluctuaciones cuánticas
Sobre dicho fenómeno se están haciendo consideraciones diversas, de las que se pueden entresacar las que lo relacionan con las “fluctuaciones cuánticas” del interior de los átomos y con el Principio de Incertidumbre (o Indeterminación) de Heisenberg. Dichas fluctuaciones se refieren a cambios temporales de la energía en ciertos puntos del espacio subatómico que ahora parece que también se pueden producir a escala sideral.
Einstein y su “constante cosmológica”, introducida en su Teoría de la Relatividad General para conseguir que el Universo fuera estático, tiene mucho que ver con todo esto. Tal constante fue algo de lo que siempre se arrepintió Einstein, muy especialmente cuando el holandés Willem de Sitter (1872-1934) demostró que la Relatividad General permitía un Universo en expansión y, sobre todo, cuando el ruso Alexander Friedmann (1888-1925), sugirió que dicha teoría hacía posible la existencia de múltiples universos, muchos de los cuales no serían ni estáticos ni invariables.
La teoría del Big Bang
Algo más adelante, en 1927, vinieron las ideas y argumentaciones teóricas del sacerdote y cosmólogo belga Georges Lemaitre (1894-1966) y los trabajos de Edwin Hubble (1889-1953) en el Mt. Wilson Observatory (California) que dejaron bien establecidos el mencionado Big Bang y la idea de un Universo en expansión.
Posteriormente, ya en 1948, vino la aportación del holandés Hendrik Casimir (1909-200) indicando que las fluctuaciones cuánticas no sólo tenían lugar a nivel subatómico. Y todavía más, en 1978 el joven físico teórico estadounidense, Alan Guth (nacido en 1947), unió las explicaciones procedentes de su especialidad, la física de partículas, con la enorme fuerza cósmica surgida del Big Bang aportando la idea de la “inflación cósmica”. Los dos mundos, el subatómico y el cósmico, quedaron unidos por los mismos fenómenos y leyes, desconocidos hoy en gran manera. Cosa no en absoluto extraña si se piensa que antes del Big Bang todo lo que conocemos se albergaba en un punto de dimensiones mínimas, o sin dimensión.
Ciencia y religión
Estos temas han llevado, de nuevo, a muchos autores a buscar explicaciones no materiales ni físicas para estos fenómenos. La existencia de un Universo Consciente es una de ellas. Amit Goswami (nacido en 1936), físico hindú que ha realizado su carrera científica en los Estados Unidos, ha escrito ampliamente sobre la existencia de una Consciencia Cósmica que impregna todo nuestro Universo. El propio Henry P. Stapp ha escrito sobre un Universo Inteligente y hay un amplio grupo de físicos como Paul Davies (nacido en 1946), médicos genetistas como Francis S. Collins (nacido en 1950), y teólogos muy relacionados con la ciencia y la tecnología, como John F. Haught o Ernest Lucas, que trabajan directamente en unir la ciencia y la religión.
En paralelo con las obras de autores como Richard Dawkins (nacido en 1941), Sam Harris (nacido 1967), Christopher Hitchens (nacido en 1949)o el propio Steven Weinberg (nacido en 1933), que son algo así como activistas actuales del ateísmo, hay tendencias en la ciencia misma que reclaman explicaciones más complejas y más completas de las que la ciencia reduccionista actual puede ofrecer.
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Imagen general tomada de