Economía para el Futuro (XI). “Aquí no pasa nada” (62)

Aquí no pasa nada. Nos referimos en este nuevo post de la serie Economía para el Futuro, a un grupo numeroso de la población de nuestras sociedades que no cree que pase nada importante en nuestro mundo y los que lo componen piensan que todos los problemas y amenazas surgidas ante nosotros en los últimos tiempos, se resolverán como en ocasiones anteriores.  Mencionamos algunos autores que defienden el capitalismo y lo ocurrido en el mundo en los dos últimos siglos y nosotros mismos abogamos por la necesidad de asegurar la subsistencia de todos, incluso con desigualdades.

(Imagen de arriba: el jardín de los dioses colorado)

Intervención, responsabilidad y ética

Esta serie de posts, como se sabe, trata de los grandes problemas a los que el mundo en general se enfrenta en la actualidad. Hemos hablado en los posts anteriores de diversos grupos de personas y variados autores analistas de lo que está ocurriendo o puede ocurrir en nuestras sociedades.

(kenai fjords national park, Alaska, USA)

El grupo más serio de los comentados puede que sea el de los “reformistas” los cuales creen correcta la forma general de organizarnos, con el capitalismo como sistema, el liberalismo económico como filosofía, el mecanismo de mercado como instrumento, la democracia liberal como forma política de gobernarnos y la existencia de un sistema jurídico que proteja a todos de la ilegalidad, arbitrariedad e injusticia. Aunque, algunos más y otros menos, son críticos con los resultados obtenidos y claman por grandes reformas que reorienten nuestro mundo.

La intervención, la regulación, la responsabilidad y la ética son componentes recomendadas de las actitudes y actuaciones propuestas. El mundo del que vivimos necesita protección por nuestra parte para que podamos seguir viviendo de él. Es la posición de la economista británica Kate Raworth (nacida en 1970), profesora de la Universidad de Oxford y autora del libro, Economía Rosquilla, de nombre original en inglés, Doughnut economics: seven ways to think like a 21st-century economist.

Le hemos dedicado atención ya en esta serie de posts, pero lo recordamos de nuevo porque su libro, de gran difusión mundial, está haciendo que muchos consideren a la autora, como un nuevo John Maynard Keynes (1883-1946).

Según ella vivimos en una estrecha y frágil rosquilla cuyo interior está formado por unos fundamentos sociales que debemos mantener y mejorar con un techo ecológico por el exterior que debemos proteger.

Todo muy lógico y aceptable si no se viera negado con fuerza por los nuevos libertarios, enemigos profundos de cualquier intervención y defensores ideológicos del mecanismo de mercado más estricto. Ellos son los que creen de verdad que “aquí no pasa nada”, salvo los perversos intentos, según ellos, de intervención de los gobiernos. Son en general “negacionistas” de todo.

Los grupos diversos considerados

Hemos tratado también de los “extremistas” o catastrofistas y de los “idealistas”, pero hay un grupo adicional, mayoritario en nuestras sociedades, formado por los que se levantan temprano y van a trabajar de la mañana a la noche para luego recluirse en sus casas a descasar. Y así un día tras otro con unos fines de semana bastante predecibles y unas vacaciones de verano en la playa muy bien planificadas.

Son, además, los que mantienen familias, a veces numerosas, constituyendo lo que se denomina sociedad civil, proveedora de recursos económicos y humanos al conjunto de lo que somos, es decir. al mundo de las empresas y la producción, por un lado, y al mercado de intercambio de bienes y servicios, por otro.

Son en realidad de los que dependemos todos y es de agradecer su labor callada y sacrificada, aunque en muchos casos muy bien remunerada. Son como hormiguitas que no parecen tener preocupación por crisis, guerras y otros desastres y que seguirán con su labor hasta que nuestro mundo “explote”, si es que lo hace. No publican libros críticos con la situación porque no son escritores, aunque hay algunos autores que entran en ese mundo y se refieren a su estabilidad, orden y funcionamiento económico convencional, alabándolo y defendiéndolo.

Están, seguramente, preocupados por los grandes problemas anunciados en nuestras sociedades, pero parecen no afectarles, ya que nada detiene su actividad. Hay que suponer que respecto al futuro esperan que todo siga igual dentro de cinco, diez o más años y, a más largo plazo, planifican con todo detalle su retirada del trabajo, esperando que todo siga igual con los sistemas de jubilación, con sus ahorros y con sus inversiones.

Los más conspicuos de entre ellos son los directivos bancarios, los responsables de fondos de inversión y los que dirigen en general la economía financiera, todos dedicados a que el dinero produzca más dinero. Son los que más se asemejan a hormiguitas acumulando comida en sus hormigueros.

Aquí no pasa nada

Cuesta trabajo decirlo porque son personas como todos los demás y, probablemente, conscientes de los grandes problemas del mundo, pero es verdad que tienden a relativizar todo en el sentido, por ejemplo, de que la pobreza, el desempleo o la desigualdad son problemas manejables que disminuyen con el tiempo.  

Lo mismo parecen pensar del cambio climático, del deterioro del medio ambiente, de la polución, del agotamiento de los recursos naturales, de la pérdida de la biodiversidad y de otros grandes problemas actuales. Esperan que no sean tan graves como para romper o distorsionar el orden en que vivimos y que podamos manejarlos.

Algo similar pasa con las potenciales crisis financieras, las recesiones, el retroceso de la globalización, la inestabilidad política, la polarización o, incluso, las migraciones.

Todo será manejable y recuperable, sin grandes cambios ni distorsiones en nuestras formas de organizarnos y de vivir, y en el fondo: “aquí no pasa nada grave”.

La verdad es que todos pertenecemos a este grupo en el sentido de que todos vivimos de lo existente y todos participamos de los sistemas de funcionamiento de nuestras sociedades, esperando que el mundo siga su marcha como hasta ahora. Aunque, eso sí, algunos creemos que la situación es más grave de lo que ha sido en mucho tiempo y nos dedicamos a buscar soluciones formales y medidas a adoptar para que las cosas no empeoren.

Esta es la cuestión principal: si nuestro mundo puede seguir como hasta ahora o necesitamos adoptar cambios y medidas drásticas antes de que se produzcan algunos de los desastres anunciados.

Necesidad de una mirada al futuro y de una consulta a lo que dicen algunos autores

La Prospectiva será necesaria en algún momento en nuestras reflexiones ya que nos surgen dudas tales como: ¿a diez años vista seguirá funcionando y mejorando la Unión Europea?; ¿qué países compondrán el G20?; ¿habremos entrado en una globalización fragmentada?; ¿se producirán en ese periodo alguna de las catástrofes que se anuncian, ya sean crisis financieras globales, guerras mundiales, cambios climáticos de envergadura y otras?; ¿se hundirá la democracia como sistema de organizarnos y será sustituida por sistemas de gobierno autocráticos?; ¿la pobreza, las migraciones y las desigualdades harán inviable el funcionamiento de muchos países y se impondrá una anarquía generalizada?; y otros.

Abordaremos esa cuestión de hacer conjeturas sobre lo que puede ocurrir en nuestro mundo en próximos posts. En éste, nos ha parecido importante consultar lo que dicen algunos autores defensores del capitalismo, del liberalismo económico y de lo que ha sido nuestro mundo en los dos últimos siglos, aunque haya pocos que no propongan reformas de algún tipo.

Hay un primer libro que ha captado nuestra atención en relación con lo que venimos indicando, se trata de, En defensa del capitalismo. Una filosofía económica del progreso de la humanidad, de Carlos Martínez Gorriarán (nacido en 1969)[1]. Es un libro, para empezar, muy valiente, pues defender el capitalismo en una época en la que dicha concepción del mundo se ha transformado en un muñeco de feria al que todos disparan, es una proeza.

El autor es un destacado profesor, escritor y político, docente de la Universidad del País Vasco, bien conocido, precisamente, por su valentía pública al haber sido cofundador del Foro de Ermua y creador junto con otros y portavoz durante un tiempo, del movimiento ¡Basta ya!

En defensa del capitalismo

El libro de Martínez Gorriarán es un buen trabajo. Es novedoso en cuanto a que es la obra de un filósofo escribiendo sobre economía y en cuanto a que arranca de la idea de que la Filosofía se ha mantenido muy alejada de esta ciencia social.

Desde estos puntos de vista comienza sorprendiéndose de las fobias que el capitalismo despierta en nuestras sociedades, con un particular énfasis en las universidades, en sus profesores y en los jóvenes que se forman en ellas.  Es una especie de fiebre que los jóvenes tienen que pasar y en la que algunos se quedan colgados, como hemos visto en España en los últimos años con líderes políticos diversos, algunos denominados “bebés probetas”, y con la aparición de partidos de izquierda muy minoritarios. Lo que nos lleva a la ingobernabilidad que estamos viviendo con pavor justo cuando escribimos estas líneas.

El libro es historicista y revisa la evolución del capitalismo desde su aparición en la Edad Media tardía, así como los cambios sociales y políticos que la han acompañado. Se concentra muy especialmente en la forma moderna de capitalismo surgida a mediados del siglo XVIII con la Primera Revolución Industrial y que ha durado hasta nuestros días. Como muchos otros historiadores de la economía concluye que el balance ha sido muy positivo y recoge cifras muy conocidas sobre la reducción de la pobreza en el mundo, desde 1820 en el que entre un 80 y un 90 % de la población mundial era pobre hasta el 2011 en el que la pobreza extrema solo afectaba al 17 % de dicha población.

Que nos quedemos como estamos

Defiende la propiedad privada y critica a autores actuales como Thomas Piketty (nacido en 1971) que han vuelto a resaltar la correlación negativa existente entre propiedad privada e igualdad social. Cree, utilizando sus propias palabras, que: “La experiencia no lo apoya. En los países capitalistas, el acceso de más gente a la condición de propietarios se ha traducido en avance de la igualdad y de las llamadas “clases medias”, porque la distribución de la propiedad entre más sujetos tiene un efecto igualador muy acusado cuando la propiedad sigue siendo privada, pero más repartida”.

Una declaración larga en el capítulo de conclusiones avala su apoyo al mundo actual y a la economía que practicamos: “El capitalismo dio un gran salto cuando se comprendió que la fabricación en masa de ciertos bienes, cosas como ropa, automóviles o viviendas, abarataría costes y aumentaría el tamaño del mercado, de la oferta y la demanda. Y como efectos colaterales, reforzó la cohesión social disminuyendo la pobreza y mitigando las barreras de clase, legitimando en la práctica la propiedad privada y la libertad económica con iniciativa empresarial y libre mercado regulado”.

Y no deja de recordarnos a lo largo del libro la subsistencia que permiten el capitalismo y el mecanismo de mercado de forma natural y automática. Más la dinámica de esfuerzo, creatividad, invención, emprendimiento y toma de riesgos, íntimamente ligadas a la forma actual de organizarnos y vivir en sociedad.

No insiste en ello formalmente, pero deja claro con sus argumentos la conveniencia de mantener el mundo tal como está en sus aspectos básicos.

Camino a la Utopía

Y mencionamos para terminar este largo post, otra publicación reciente en la que también estamos trabajando y que coincide bastante con la comentada. Se trata de, Camino a la Utopía. Una Historia Económica del Siglo XX, de J. Brandford DeLong, profesor de economía de la Universidad de California en Berkeley y colaborador habitual del suplemento Negocios de El País de los domingos.

Su camino a la Utopía tiene que ver con lo que él llama un siglo XX largo, de 1870 a 2010, en el cual el mundo occidental y una gran parte del resto del mundo no hizo otra cosa que progresar, a pesar de las dos horripilantes guerras mundiales y fuertes crisis financieras vividas en ese periodo como la Gran Depresión de 1929 y la Gran Recesión de 2008-2009.

Mas importante que eso es la diferencia existente entre ese periodo largo y la época inmediatamente posterior marcada por la irrupción, algo imprevista, de los grandes problemas de que venimos hablando en esta serie de posts.

Es muy probable la ocurrencia en los próximos años de catástrofes como las vividas en el pasado y de hecho están ocurriendo ya a diario como vemos con el impresionante fenómeno de las migraciones y la muerte diaria de hombres, mujeres y niños. Lo decimos con temblor en la voz y desesperanza profunda, y no necesariamente por nosotros, los que tenemos ya una cierta edad, sino por nuestros hijos y nietos y por nuestros conciudadanos del alma.

Nuestra opinión

Añadimos, que cualquier paralización o disminución de la actividad económica es mala en sí misma como comprobamos en España en la pandemia del COVID-19 de los años 20, 21 y primeros meses del 2022. Nuestro país tuvo un decrecimiento de -11.30 % en el año 2020, la cifra más alta de disminución del PIB en 85 años, es decir, desde 1936-1939, en plena Guerra Civil. No hemos recuperado el nivel acumulado que teníamos en esta variable en el 2019 hasta los primeros meses de 2023, pero debemos recordar, en comparación con otros países que no decrecieron tanto y se recuperaron antes, la perdida de posiciones en que hemos incurrido.

Queda reflejado en el PIB per cápita en el que en 2021 ocupamos el puesto 33 del mundo, tras haber ocupado en el año anterior el puesto 37, según el Banco Mundial. Se trata, como sabemos, de una variable bastante volátil y en línea con ello las previsiones del Fondo Monetario Internacional para 2022 nos sitúan en el puesto 40.

Independientemente de esos “sube y baja”, es bastante probable que en los próximos años y en el mundo en su conjunto, tengamos que adoptar medidas de todo tipo. Creo que no se tratará de unas intervenciones públicas y unas regulaciones como las vividas hasta ahora sino algo de mucha más enjundia. Hoy mismo (20/07/2023) en los telediarios hemos visto y . oído la intervención del Secretario General de la ONU diciendo, no que el planeta se está calentando, sino que ha entrado ya en fase de «ebullición».

Aquí no pasa nada. Aquí no pasa nada. Aquí no pasa nada. Aquí no pasa nada. Aquí no pasa nada. Aquí no pasa nada. Aquí no pasa nada. Aquí no pasa nada. Aquí no pasa nada- Aquí no pasa nada.Aquí no pasa nada. Aquí no pasa nada. Aquí no pasa nada. Aquí no pasa nada. Aquí no pasa nada.


 [1] Carlos Martínez Gorriarán, En defensa del capitalismo, Espasa, Editorial Planeta, Barcelona, 2022


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Doctor Ingeniero del ICAI y Catedrático de Economía Aplicada, Adolfo Castilla es también Licenciado en Económicas por la Universidad Autónoma de Madrid, Licenciado en Informática por la Universidad Politécnica de Madrid, MBA por Wharton School, Master en Ingeniería de Sistemas e Investigación Operativa por Moore School (Universidad de Pennsylvania). En la actualidad es asimismo Presidente de AESPLAN, Presidente del Capítulo Español de la World Future Society, Miembro del Alto Consejo Consultivo del Instituto de la Ingeniería de España, Profesor de Dirección Estratégica de la Empresa en CEPADE y en la Universidad Antonio de Nebrija.

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