Porque nadie duda de que en ese mundo de pequeños negocios, o grandes incluso, en los que el mercado existe, la libertad de mercado es la mejor fórmula de organizarnos. Pero, ¿quien ha dicho que los mercados existen siempre, sin cuidarlos ni organizarlos?. ¿quién puede afirmar que el juego de intereses de aquellos artesanos y pequeños fabricantes que conoció Smith, tenga nada que ver con el juego de los grandes bancos, grupos industriales y multinacionales actuales?. Y, todavía peor, ¿qué tiene eso que ver con que la superpoblación haga inhabitable nuestro planeta?. ¿Para que nos sirve el libre mercado en el mundo si no hay mundo?. ¿Estará el mundo de la civilización de tipo II de Kaku, regido por esos estrechos mecanismos?. Por supuesto, los aguerridos, tenaces e irreductibles libertarios actuales, contestarán que incluso esos grandes problemas se solucionan con la libertad personal y el mecanismo de mercado, cosa extremadamente difícil de creer.
De la misma forma, y en el otro extremo, se sitúan las izquierdas irredentas y los predicadores en el desierto, que viviendo en este mundo y dependiendo del sistema productivo en él vigente, parecen extraterrestres que encuentran saludable, zaherirlo, criticarlo y atacarlo, basándose para ello en antiguas, oscuras, artificiales y extremadamente voluntaristas explicaciones sobre lo que es el hombre y la sociedad.
Porque, no nos engañemos aquí tampoco, las desigualdades, miserias, marginaciones e injusticias, existentes en el mundo, poco tienen que ver hoy con las ideas políticas que uno defienda y nadie puede hacer de esos problemas un tema exclusivamente propio. Nos afectan a todos por igual y todos debemos intentar resolverlas cuanto antes. Los hombres de buena voluntad situados en cualquier lugar del espectro ideológico, entienden muy bien que no pueden construir ni justificar su posición simplemente porque esas cuestiones les preocupen y afecten mucho y crean que a otros, en otros lugares y en otros partidos, les preocupan poco.
Al final, de entre los rasgos y características del hombre, entre los que se encuentran, probablemente al mismo nivel de importancia, el interés propio y el interés comunitario, unos han querido ver en el primero y en su imposición a toda la especie, el único mecanismo que puede movernos y organizarnos, y otros han querido verlo, e igualmente imponerlo, en el segundo. La tesis de estas notas es que debemos superar rápidamente ese relativamente bajo nivel de reflexión y debate, para pasar a otro dominado por las ideas de supervivencia, sostenibilidad y evolucionismo consciente.
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