Actuar Se han pasado varias semanas desde que colgamos el anterior post de este blog. Tan dilatado plazo de tiempo se ha debido en parte a mis muchas ocupaciones y en parte al deseo de dar un respiro a sus seguidores y lectores, si es que hay alguno permanente.
Volvemos ahora a culminar el tema en el que estábamos, relativo a la situación actual de la economía española, especialmente en cuanto a pobreza, desempleo y desigualdad.
Recordamos y resumimos algo lo dicho anteriormente sobre esos fenómenos negativos, pero la intención es hablar ahora de las actuaciones necesarias para solucionarlos. A eso se refiere también, en gran manera, el reciente informe del Gobierno español “España 2050”.
(Imagen de arriba, península cabo sudáfrica)
Resumen de lo indicado en posts anteriores

En el último post publicado hicimos un resumen de la situación española en cuanto a pobreza, desempleo y desigualdad, en términos de causas, resultados y consecuencias. Llegamos a la conclusión obvia y de carácter inmediato, de que el desempleo y la precariedad de la vida en la España actual es consecuencia de un resultado simple: una frontera de las posibilidades de producción baja y una población activa muy alta.
No hay nada especial en esta explicación, es simplemente una constatación: tenemos desempleo alto porque no tenemos el suficiente tejido de producción de bienes, productos y servicios y porque tenemos una población activa muy superior a la que podemos mantener.
Previamente a esa explicación habíamos hablado de las causas, las cuales eran muy variadas, pero en gran manera relacionadas con un tejido productivo bastante débil, un estancamiento de las inversiones y de la productividad, una economía con un porcentaje elevado de microempresas y un bajo valor añadido en la producción.
Esto último, debido en gran manera, a una economía con un porcentaje del sector industrial manufacturero del 13 %, el porcentaje muy alto de microempresas mencionado, dedicadas, además, al consumo inmediato, como bares, tiendas y lugares de diversión, y una economía tradicional de grandes empresas que evoluciona muy poco.
La pandemia ha venido a complicar las cosas, como bien sabemos. Ahora volvemos a hablar de decrecimiento en 2020 del -11 %, tasas de desempleo del 16 % y resultados coadyuvantes, y “aterradores”, de un déficit público por encima del 11 % y una deuda pública ya en el 125 % del PIB.
Recuperación económica y actuación pública
En estos momentos todo el mundo está anunciando una recuperación del crecimiento superior al promedio de la UE, lo cual no es extraño si tenemos en cuenta que hemos sido una de las economías europeas que más ha decrecido con la pandemia. Los que se ocupan de la economía del “sube y baja” ya están anunciando una mejora importante del crecimiento y del empleo, pero hay que advertir que lo que está pasando y va pasar es que hemos bajado con la pandemia a una ocupación de la capacidad productiva del 70 ó 75 % y ahora, volveremos al 85 % de dicha capacidad, lo que se considera como ocupación normal.
Con lo cual, y no en un año sino en dos o tres, recuperaremos una tasa de desempleo del 13 ó 14%. Elevadísima para un país supuestamente desarrollado.
Lo que no se ve por ningún sitio es un aumento notable de la mencionada capacidad productiva, con fuertes inversiones del sistema productivo tradicional, inversiones en nuevas áreas, llegada de capital foráneo, aumento destacado de las infraestructuras y una dinamización en términos empresariales y de actividad diversa de la sociedad civil. A animar todo ello, por cierto, podrían contribuir los fondos de la Unión Europea y la Cuarta Revolución Industrial o digitalización, pero está por ver si tales cosas se hacen realidad.
En estos días se ha presentado el informe “España 2050”, voluminoso y disperso cuya lectura nos está costando mucho esfuerzo. Asistimos virtualmente a su presentación y no tenemos nada importante en contra, salvo que el que esto escribe no reconocía la España de la que hablaban los sucesivos participantes. Una España, joven, fresca, activa, innovadora y desarrollada con un futuro deslumbrante por delante.
Optimismo y realismo para actuar
Yo no creo que sea así, aunque tampoco creo que en la presentación de un informe destinado a animar a la sociedad y a movilizar la iniciativa y la actividad de todos, haya que cargar las tintas con todo lo negativo de la situación. La llamada al optimismo de “España 2050” es manifiesta, terminando con un Epílogo que lleva por título “Redescubrir el optimismo”

Y, por supuesto, no se puede despreciar todo lo que en nuestro país están haciendo los jóvenes emprendedores, los inventores e innovadores y determinados inversores. Hay entre nosotros ejemplos de todo ello, así como muestras de multinacionales como Inditex o tecnológicas como Indra, que hacen bien su papel. Pero, como hemos dicho ya en multitud de ocasiones, no hay de todo ello la masa crítica suficiente.
Y lo que es peor, en los últimos tiempos se nota un deterioro importante, a través de los efectos negativos inmediatos para las personas tal como se deduce de las colas del hambre, del desempleo permanente, de los ertes que se transforman en eres, de los nuevos pobres, de la desaparición de la clase media y de mil fenómenos negativos más. Pero, además, deducimos una marcha muy negativa del país al perder posiciones en los rankings mundiales de variables tales como el PIB per cápita o en el mismo indicador utilizado para medir la convergencia con la Unión Europea.
Sobre el primero, ya hemos dicho que estamos ahora en el lugar 29 del mundo y sobre el segundo hemos vuelto al lugar que teníamos en 1999 cuando el país entró en la Eurozona. Es decir, con datos del segundo y tercer trimestre del pasado año, estamos en un PIB per cápita casi un 30 % por debajo del de la Eurozona (Ver Javier G. Jorrin). La convergencia conseguida hasta 2008 se ha esfumado desde entonces.
Emerger y sumergirse
Hay procesos de emergencia económica, y este país lo has vivido en el pasado cercano, y momentos en los que un país puede sumergirse en términos económicos, y este país puede entrar en ellos.
Es el momento de las actuaciones de todos: 1) del sistema productivo existente, las empresas, los empresarios, las organizaciones empresariales, los sindicatos, etc…; 2) del Gobierno y el Estado en general, o lo que llamamos “público”; y 3) de los ciudadanos como tales y de la Sociedad Civil Activa que debe, por fin, hacerse oír y tomar las riendas de su destino.
A activar la sociedad española se dedica el informe “España 2050” y se describen en él 9 grandes desafíos, 50 objetivos generales y más de 200 iniciativas “audaces y sostenidas en el tiempo”. Un informe que deber ser bienvenido y que comentaremos con detalle en próximos posts.
También se refiere a esta necesidad de actuar en estos tiempos críticos, uno de los dos nuevos libros de Mariana Mazzucato, Mission Economy. A Moonshot Guide to Changing Capitalism (Penguin Random House, UK), al que también nos referiremos. Aboga, es curioso, por la acción enérgica del sector público, al que propone transformar en algo parecido a la NASA para llevar a cabo misiones como la de poner un hombre en la Luna de John Fitzgerald Kennedy (917-1963)
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